- ¡Hola, Juan! ¿Cómo estás?
- ¡Bien! Tengo miedo de que me vaya mejor.
Esta fina ironía me hizo pensar en la dualidad que muchos tenemos: queremos estar mejor pero, a la vez, tenemos temor de lo que ese progreso puede acarrear. En estos tiempos y con Aries en curso, el comenzar algo nuevo o el renovar algo viejo nos está movilizando mucho. Pero… la mente no para y nos llena de dudas y miedos, a la par que imagina problemas de toda clase (y ya sabemos cuán fantasiosa puede ser).
Entre paréntesis, hacerle caso a la mente es la peor estrategia. Ella no está para decidir sino para ser un testigo objetivo, para reflexionar, para comparar, pero no deberíamos dejarla que tome determinaciones fundamentales. Para eso, están los Centros Definidos que serían nuestra Autoridad Interna y que tienen conexión real con el cuerpo, el entorno, la energía, el propósito superior.
Lo que estoy observando desde hace un tiempo es una necesidad de muchos de tener una vida más armónica, pacífica, que nos vincule con nuestras cualidades y con las de los demás, en vez de este paradigma obsoleto de luchas, exigencias, sufrimientos, esfuerzos, modelos consumistas, aislamiento social, etc.
Estamos en tierra de nadie, en un intervalo, en medio de lo que veníamos siendo y haciendo (que ya no nos representa ni nos sirve) y de lo que estamos deseando, vislumbrando, manifestando tibiamente, anhelando fuertemente. Esto se muestra tanto en lo interior como en lo exterior (todo es lo mismo, al final). Necesitamos sentirnos menos estresados y demandados y más serenos y plenos; menos conectados al bullicio exterior y más al silencio interior; menos corriendo y más siendo; menos urbanos y más naturales; menos relacionados con gente ruidosa, quejosa, pesimista, temerosa y más con personas profundas, alegres, valiosas, nutricias, que tengan sus desafíos pero que los solucionen con conciencia, confianza y fe; menos egoicos y más álmicos.
Muchos sentimos que estamos hartos de dificultades inútiles; de pequeños inconvenientes habituales surgidos del sistema; de la grandilocuencia de metas externas que no satisfacen necesidades esenciales; del éxito basado en el hacer continuo, en el movimiento perpetuo que no respeta descansos naturales; de las demoras propias y ajenas; de muchas pequeñas y grandes cosas que relacionamos con un paradigma y un orden que ya no tiene sentido ni espíritu (solo manipulación y utilitarismo).
¿Te has sentido así? Somos unos cuantos. A veces, nos enojamos (mucho); otras nos sentimos maravillosamente, otras vacíos; otras exaltados y otras deprimidos; fluctuamos de acuerdo a si nos vinculamos con lo viejo o con lo porvenir.
Todo está bien. Es parte del proceso. Lo estamos gestando entre todos, cada uno a su manera. Lo importante es que tomes tu tiempo para interiorizarte; para imaginar claramente cómo te gustaría vivir; para ir haciendo pequeños cambios cotidianos que lo manifiesten; para creer que hay otras personas que también están en el fluir y conectarse; para enfrentar y superar el miedo y liberar el potencial que traemos; para confiar y sostenernos unos a otros. Aquí estoy.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario