viernes, 16 de marzo de 2018

Cuando dejas de perseguir las cosas equivocadas, la correcta llega y te atrapa.


Esto a pesar de ser muy cierto, no es tan sencillo de aplicar. Porque en nuestra mente todo aquello que perseguimos es lo mejor para nosotros, en el momento en el cual lo hacemos pensamos que no existe nada más en lo cual podamos invertir nuestras energías que en aquello que queremos alcanzar. Esto aplica para cosas, lugares, posiciones, personas, etc, etc, etc.

No resulta tan importante el fin, no es necesario saber de entrada si aquello que queremos, será para nuestro mayor bien, de igual manera no viviremos experiencias que no necesitemos. Pero sí nos resultará de utilidad invertir el menor tiempo posible en aquellas vivencias que de alguna manera nos roben energía vital, que nos estanquen o de alguna manera nos lleven a menos.



Algunas señales que por lo general se nos presenta cuando vamos detrás de algo que más bien deberíamos evitar en nuestras vidas:
Ir tras aquello, nos roba la paz: No importa lo que sea, cualquier cosa que nos haga perder la paz, seguramente no valdrá la pena. Muchas veces nos sentiremos eufóricos, con demasiada adrenalina circulando por nuestro cuerpo y seguramente no podremos estar en paz, pero no debemos confundir emociones, esa adrenalina es muchas veces lo que necesitamos para llegar a donde queremos. Sin embargo, cuando la paz se aleja para llenarnos de angustia, de ansiedad, de impotencia, de rabia, estamos detrás de algo a lo que no resulta conveniente invertir energías.


Nos veremos afectados negativamente: Muchas veces desde un principio sabemos cuáles serán los resultados, sabremos que no van a ser beneficiosos y aun así, como si fuese un reto personal, decidimos continuar. Dejemos el ego a un lado y aprendamos a soltar todo lo que evidentemente nos traerá inconvenientes.
Terceras personas se verán perjudicadas: Si debemos llevarnos a alguien por delante o tenemos que pasar por encima de los derechos de los demás, muy probablemente los resultados que obtengamos no serán armónicos. No podemos sentirnos bien generando de manera consciente daño en otros.


No hay muestras de reciprocidad: Aplica a los casos donde lo que se persigue son personas. Nadie necesita a alguien corriendo detrás, si esa persona quiere estar con nosotros sencillamente se da vuelta y se acerca o nos espera. Si no existe un interés mutuo, es mejor ahorrarse el esfuerzo y recargar la dignidad, aceptar que no nos quieren nos ahorra muchos papeles incómodos.
Nos sentimos culpables: Si sentimos culpa por ir tras cualquier cosa, es porque consciente o inconscientemente detectamos que algo no va bien, que no encaja con nuestra moral, con el deber ser al cual nos ajustamos y tiene que ver con nuestros principios y valores.

A veces las señales están justo en frente y no las vemos, pero una vez que tomamos consciencia todo parece ubicarse donde debe estar. Si nos enfocamos en escuchar a nuestro corazón, podríamos estar seguros de que nos llevaría a ese sitio donde sin duda nos conviene estar. Cerremos los ojos y dejémonos guiar por esa sabia voz que radica en nuestro interior, que sabe exactamente cómo soltarse de las cosas equivocadas, para abrirle paso a lo que realmente debemos vivir. Solo hace falta callar la mente para escuchar nuestra alma.

RINCON DEL TIBET

http://www.reflexiones.life

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