En este preciso momento, mientras escribo este
artículo, tengo la opción de ver el trabajo color de rosa o color de
hormiga. Si elijo esta última, lo más posible es que me piquen las
hormigas, que son esos pensamientos negativos que tanto nos mortifican. Es
una cuestión de libre albedrío, así de simple… y de complejo.
Obviamente, no siempre es posible tener una sonrisa
de oreja a oreja y pensamientos coloridos, pero mantener a raya aquellos pensamientos que alimentan la frustración, el miedo, la
rabia, la tristeza o la desesperanza y sintonizarse con pensamientos que
alimenten la esperanza, la alegría, la confianza, el optimismo y el bienestar,
definitivamente nos hace la vida más llevadera.
Dime qué piensas y te diré quién eres
Desde pequeños somos condicionados a percibir la
realidad de cierta manera. Nuestros
padres, la escuela, nuestros amigos y los medios de comunicación nos influyen
con su manera de ver la vida, para bien o para mal. En algunos aspectos, esto
se asemeja a un programa de computación, que se coloca en el disco duro y
empieza a correr automáticamente…, a menos que lo reprogramemos.
Afortunadamente, en los últimos años la ciencia ha
descubierto que nuestro cerebro es muy moldeable, propiedad a la que se
llama neuroplasticidad, por la cual dicho órgano es capaz de generar
nuevos circuitos neuronales, y así renovarse y regenerarse constantemente.
Esto significa que nuestros pensamientos son
recursos renovables y que,independientemente de que hayamos crecido
pensando, por ejemplo, que no somos dignos de amor, o que no podemos alcanzar
nuestros sueños, la buena noticia es que esto es perfectamente reversible… y
necesario.
Borrón y cuenta nueva
Lo primero que tenemos que hacer es tomar consciencia
de que tenemos un programa corriendo mecánicamente en nuestro cerebro, e
identificar esos pensamientos tóxicos que no nos prestan ningún servicio.
Haz una lista de todas esas ideas poco amigables, en las distintas áreas de tu vida: individual, profesional,
intelectual, financiera, de pareja,
social, salud, etc. Esto te dará poder y control sobre esos pensamientos
ponzoñosos, ya que al hacerlos conscientes, puedes atajarlos cuando aparezcan,
en vez de que simplemente formen una parte indiferenciada de ti mismo.
Luego, prepara el terreno para nuevos y vibrantes
pensamientos, por medio de la meditación y la relajación. Estos recursos calman la mente y nos permiten
conectarnos con la voz de nuestro ser genuino, con nuestra intuición y nuestro
corazón, desde donde solo manan pensamientos promotores de bienestar. Hay
diferentes formas y tradiciones de meditación para escoger, que utilizan
distintos medios, como la respiración, el silencio, la música, para acallar los
pensamientos tóxicos y hacer borrón y cuenta nueva en nuestra mente.
A continuación, atrévete a verte a ti mismo y a las
circunstancias de manera diferente. Anímate a reescribir tu propia historia, a cambiar
el rumbo que viene trayendo tu existencia. Los límites no existen más que en tu
mente. Las posibilidades son infinitas…
Mantenerse en sintonía con el pensamiento positivo
Para evitar retroceder a los viejos patrones de
pensamientos tóxicos, hay varias medidas que podemos adoptar:
• Dedicar un tiempo regular a la meditación, la
relajación y/o los ejercicios respiratorios, por lo menos una vez a la semana.
• Hacer ejercicio, ya que esto cambia el foco de la mente hacia el cuerpo y además oxigena el cerebro.
• Evitar relaciones tóxicas y rodearse de personas constructivas, generosas y empáticas.
• Cuando estamos frente a personas negativas, ser la "luz" para ellas, tratándolas con amabilidad y paciencia, porque la bondad se irradia y es contagiosa.
• Mantenerse en contacto con la naturaleza, ya que su serenidad y energía vital nos desintoxica y nos recuerda la belleza de nuestra naturaleza interior.
Recordemos que nuestra esencia real está por encima
de los pensamientos, que estos van y vienen porque son de naturaleza temporal y
cambiante, así que no debemos aferrarnos demasiado a ellos, sino más bien
sintonizarnos con nuestro corazón e intuición, fuente de verdadera sabiduría.
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