Todos cometemos errores. No podemos evitarlos y, a veces, esas equivocaciones dañan a los demás. Entonces es momento de pedir disculpas.
Una buena disculpa puede remendar el daño causado y fortalecer el vínculo emocional entre dos personas. A través de una disculpa le decimos al otro que sentimos realmente lo que hicimos y que nos interesa reparar el daño y que se sienta mejor.
Sin embargo, una disculpa mal dada puede tener el efecto contrario: puede abrir aún más la herida y aumentar la distancia entre dos personas. De hecho, todos no saben disculparse adecuadamente. Disculparse es un arte que se debe aprender.
Sin embargo, una disculpa mal dada puede tener el efecto contrario: puede abrir aún más la herida y aumentar la distancia entre dos personas. De hecho, todos no saben disculparse adecuadamente. Disculparse es un arte que se debe aprender.
Obviamente, a muchas personas no les agrada disculparse porque se sienten incómodas. A nadie le gusta profundizar en sus equivocaciones ya que les hace sentirse vulnerables. Esas sensaciones hacen que a veces la disculpa sea torpe ya que queremos conseguir el perdón del otro pero sin reconocer que nos hemos equivocado.
Por eso, existe una palabra que jamás se debe utilizar en una disculpa ya que podría arruinarla por completo. Esa palabra es “Lo siento, pero…”
Añadir un “pero” al final solo sirve para contradecir la sinceridad del mensaje original. Ese “pero” es percibido como una excusa, por lo que la otra persona puede pensar que en realidad no lo sientes, que tu disculpa es falsa.
Las mejores disculpas son cortas y no incluyen explicaciones que puedan poner en tela de juicio la sinceridad y el arrepentimiento auténtico.
En este sentido, un estudio realizado por psicólogos de la Universidad de Stanford descubrió que una buena disculpa debe dejar claro estos tres puntos:
- Que entendemos lo que hemos hecho mal.
- Que asumimos plena responsabilidad por nuestro comportamiento, actitudes y/o palabras.
- Que ofrecemos un plan para arreglar las cosas, que encierre una promesa de mejora en el futuro.
Al contrario, una excusa ineficaz, que podría molestar al otro o incluso agravar aún más el daño, es aquella que incluye justificaciones o excusas dirigidas a minimizar la gravedad del error. Por ejemplo, una disculpa que diga: “Lo siento, pero usted me ofendió primero”, en realidad es solo un pedir perdón a medias, es lo que podríamos calificar como una disculpa “pasivo-agresiva” que puede enfadar aún más a la otra persona.
Fuente:
Schumann, K. (2014) An affirmed self and a better apology: The effect of self-affirmation on transgressors' responses to victims. Journal of Experimental Social Psychology; 54: 89–96.
http://www.rinconpsicologia.com/
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