Al favorecer la liberación de otras sustancias la oxitocina puede llegar a actuar como una droga para nuestro cerebro e incluso hacernos perder el norte debido a ese cóctel de sensaciones que nos genera
Pocas palabras representan algo tan intenso, puro
y mágico a la vez biológico y emocional como la oxitocina.
Se la conoce como la hormona del amor, la molécula de los abrazos, la
química de la felicidad y también de la crianza.
No podemos olvidar, por ejemplo, la importancia que
tiene la oxitocina a la hora de dar a luz, de iniciar la lactancia o de construir ese
vínculo de apego tan intenso entre madre e hijo que, sin duda, es clave en
nosotros y en gran parte de los mamíferos.
Todo ello ha hecho que esta hormona producida en el hipotálamo y
secretada por la glándula pituitaria posterior se alce como una de nuestras
favoritas porque, en sí misma, es la esencia química del amor.
Sin embargo… ¿Y si te dijésemos ahora que la
oxitocina esconde un lado no tan bueno, no tan saludable e incluso
inadecuado para nuestra integridad emocional?
Estamos seguros de que este tema te va a interesar. A continuación, te
ofrecemos más datos sobre esta hormona para que tengas una visión más completa
sobre ella.
La hormona del amor y las relaciones dependientes
Si has vivido una relación afectiva basada
en la dependencia, en esa pasión que emborrona identidades y
prioridades, que nos hace cautivos el uno del otro, olvidando aspectos
esenciales de nuestra vida, debes saber que estabas bajo los efectos más
oscuros de la oxitocina.
Puede parecer una metáfora fácil, una similitud algo simplona, pero los
neuropsicólogos no dudan en comparar este tipo de enamoramiento con una
borrachera.
Y es que es casi como quedar ebrios de una
“sobredosis” de oxitocina, comovolvernos dependientes de un amor que duele,
pero del que no podemos liberarnos.
La oxitocina y nuestras relaciones sociales
Esta sustancia química se clasifica en realidad como un nonapéptido
(un péptido que contiene nueve aminoácidos).
·
Actúa como hormona y como neurotransmisor cerebral,
y gracias a ella, orquestamos gran parte de nuestras decisiones en las
interacciones sociales y en nuestras conductas prosociales, tales como la
generosidad, la empatía o el altruismo.
·
Así, y hasta no hace mucho, se pensaba que la
oxitocina que libera el cerebro era ese “remedio” clave para reducir
las respuestas de estrés y ansiedad, gracias a ese trato cotidiano con las
personas que amamos o nos son significativas.
·
Ahora bien, tres años después y gracias a
diversos estudios pudo
demostrarse que la oxitocina escondía también un lado algo oscuro, un reverso
que media en esos vínculos menos saludables donde la obsesión mutua nos
lleva a veces a una lenta autodestrucción.
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nuestra pasión por vivir
La oxitocina y el alcohol: sustancias que, en exceso, nos hacen perder
el control
Que el amor es a veces un auténtico naufragio químico no tiene nada de
poético, es una realidad evidente.
·
Se sabe que los efectos de la oxitocina y
el alcohol tienen muchas semejanzas a nivel cerebral.
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Ambos median en la transmisión GABA en la corteza
prefrontal y en las estructuras límbicas; ambos son capaces de incrementar el
efecto de ansiedad o estrés y ambos, por ejemplo, hacen que se reduzca la
sensación de miedo a la hora de iniciar determinadas conductas.
·
Nos notamos más seguros, sentimos más coraje, más
arrojo y ganas por experimentar.
De ahí que esos amores basados en una euforia
pasional y en una obsesióncasi
enfermiza sean casi como estar ebrios, como ser incapaces de hallar un adecuado
equilibrio o una lucidez objetiva.
Los neurólogos y psicólogos están fascinados ante este efecto tan
intenso que la oxitocina puede tener en muchas personas.
No es que se piense, por ejemplo, crear una nueva bebida donde la
oxitocina llegue a sustituir al alcohol.
No obstante, sí se baraja la posibilidad de
hacer uso de ella para tratar determinados estados de depresión, de
trastornos clínicos donde muchos pacientes podrían beneficiarse de esa
motivación, de esas ganas de asomarse de nuevo a la vida.
El amor es a veces una droga muy potente
Sabemos que cuando estamos enamorados,
nuestro cerebro libera una mágica combinación de dopamina, serotonina,
noradrenalina…
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Gracias a estos neurotransmisores sentimos más
energía, más pasión, más ganas de experimentar…
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Sin embargo, es la oxitocina la que media en todo
ello, ella quien favorece la liberación de estas sustancias químicas donde,
además, aparece otra aún más intensa: la feniletilamina.
·
Este compuesto químico endógeno pertenece, para
nuestra sorpresa, a la familia de las anfetaminas, y suele durar con gran
intensidad en nuestro cerebro alrededor de unos 4 años.
Ello explica en ocasiones el porqué de esa primera época de pasión
intensa, ahí donde somos como satélites dando vueltas alrededor de un planeta,
incapaces de ver nada más.
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Es algo normal, un estado donde, eso sí, jamás
deberemos perder esa brújula interna para recordar dónde está nuestro norte.
Nunca deberemos olvidarnos de esa integridad, a pesar de sentirnos
“ebrios” debido a esa fantástica sustancia llamada oxitocina.
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