La
autoaceptación es el cimiento que nos permite crecer y avanzar hacia el
bienestar. El punto
de inflexión que nos lleva a vernos y mirarnos desde la humildad para querernos
tal y como somos.
¿Qué es la
autoaceptación?
Vivir de manera consciente puede resultar
complicado cuando lo que tenemos que enfrentar tiene que ver con nosotros. Afrontar
el compendio del que somos partícipes sin engañarnos, pone en juego el desafío
de la autoaceptación. No es tan fácil quitarse la ropa cuando el espectador
que observa somos nosotros mismos.
Aceptarnos
implica desvertirnos de todo juicio para tratarnos con cariño, abrazar nuestras
partes rotas y reconocer nuestro valor. Significa desapegarnos de las exigencias, ideales,
críticas y perfección para amarnos tal y como somos.
Albert Ellis, psicólogo
de la Terapia racional emotiva (TRE) definía la autoaceptación así: "Autoaceptación
quiere decir que la persona se acepta a sí misma plenamente y sin condiciones,
tanto si se comporta como si no se comporta inteligente, correcta o
competentemente, y tanto si los demás le conceden como si no su aprobación, su
respeto y su amor".
Así, autoaceptarse implica encontrar la paz
interior y librarse de las barreras psicológicas y sociales que nos
impiden hacerlo. Tales como el rechazo por nuestras características físicas o
rasgos de personalidad. Somos mucho más que todo eso, aunque nos cueste ser
conscientes de ello.
Ahora bien, aceptarnos no implica aferrarnos y no
cambiar, evolucionar o mejorar, todo lo contrario. Como dijo el gran psicólogo
suizo Carl Gustav Jung lo que aceptamos nos transforma, siendo la
autoaceptación por lo tanto el paso previo para el cambio. Porque si
aceptamos lo que somos y lo que sentimos en cualquier momento de nuestra
existencia, nos permitimos ser conscientes de nuestras elecciones y acciones,
potenciando nuestro desarrollo.
Las caras del rechazo
Cuando no nos
aceptamos en cierta medida no nos estamos dando permiso para vernos. Es como si nos pusiéramos delante de un
espejo y ocultásemos parte de lo que somos porque no nos gusta, nos da
vergüenza o no lo consideramos adecuado. Incluso, llegamos a maltratarnos con
comentarios despectivos y críticas destructivas.
Otras veces, rechazarnos conlleva que nos
ocultemos bajo una máscara fingiendo ser otra persona o que vivamos
pendientes de la aprobación de los demás. Teniendo como consecuencia esclavizarnos
a una imagen que no es la nuestra que con el paso del tiempo nos generará un
malestar que tras de sí oculta un vacío. Pues los demás no nos conocen y todo
lo que sienten está dirigido hacia ese personaje que interpretamos.
Todos cometemos fallos, tenemos piezas que no
encajan y heridas que cuesta sanar, pero es un error guardarnos
rencor porque no somos perfectos. Latigarnos por nuestros fallos y
defectos nos estanca en el malestar y nos bloquea. Perdonarnos nos libera
y nos permite comenzar a amarnos de manera incondicional.
¿Cómo fomentar la
aceptación por nosotros mismos?
Perdonar a las personas que nos rodean puede ser
complicado, pero cuando se trata de nosotros mismos aun es más difícil. ¿Cómo
perdonarnos y aceptarnos de manera incondicional y sin reservas?
El psicoterapeuta canadiense Nathaniel Branden
sugiere que para fomentar la autoaceptación nos digamos a nosotros mismos cada
mañana la siguiente frase "Sean cuales fueren mis defectos o
imperfecciones, me acepto a mí mismo sin reservas y por completo". De
esta manera, podremos comenzar a creérnoslo.
Cierto es que nuestros miedos, inseguridades y
reproches no desaparecerán, pero gritándoles nunca hemos adelantado nada. La
cuestión es aceptarlos para conocernos y tratarnos con cariño. Nuestras
imperfecciones también tienen su belleza.
Somos mucho más
grande que cualquier pensamiento o emoción aislada y reconocerlos nos permitirá trascenderlos
para que poco a poco se desvanezcan con el tiempo.
Por otro lado, es importante que cultivemos
una buena relación con la incertidumbre con el objetivo de convertir
cada experiencia en un nuevo aprendizaje y no nos quedemos atrapados en nuestra
zona de confort. Además es importante que abandonemos ese vicio de compararnos
con los demás, ya que es una práctica injusta porque cada uno de nosotros tiene
su propia historia.
Por último, no olvidemos que maltratarnos
no es la opción sino mirarnos desde la mayor sinceridad para conocernos porque
si practicamos la autoaceptación nuestra autoestima se potenciará y nos
relacionaremos desde nuestra autenticidad con los demás. Libres de máscaras,
reproches y miedos.
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