En algunas enseñanzas
espirituales contemporáneas, existe la creencia de que el yo es ilusorio. Estar
iluminado, o "realizado" significa soltar la ilusión de ser alguien.
Cuando esto sucede, nuestro sentido de identidad personal desaparece. Ya no hay
un hacedor que realiza acciones; las acciones simplemente se realizan a través
de nosotros. Ya no hay un "yo" que experimente las cosas; la
experiencia simplemente fluye a través de nosotros. De acuerdo con estas
enseñanzas, todos nuestros problemas provienen de nuestra sensación de ser
alguien, así que cuando soltamos esta idea, entonces nuestros problemas también
cesan.
Pero en mi opinión, estas enseñanzas
se basan en un malentendido. Una metáfora utilizada a veces para describir el
despertar espiritual es la de la ola y el océano. En nuestro estado normal no
despierto, nos percibimos como olas individuales, separadas de todo el océano.
Pero cuando despertamos, nos damos cuenta de nuestra unidad con el océano, de
que somos el océano, de que hemos emergido de él y siempre somos parte de él.
Sin embargo, esto no significa necesariamente que perdamos nuestra identidad de
ola. Podemos tener una identidad de ola y al mismo tiempo ser parte del océano
― al mismo tiempo ser el océano. Todavía podemos funcionar como individuos, con
cierto grado de autonomía e identidad, al mismo tiempo que somos uno con todo
el universo.
Una manera de ver esto es ver el
despertar espiritual no como una disolución del yo, sino como una expansión del
yo. En nuestro estado de sueño, nuestra identidad está restringida, más o menos
confinada a nuestra propia mente y cuerpo. Pero a medida que nos despertamos,
nuestra identidad se abre, se expande hacia afuera. Incorpora y abarca
realidades más amplias. Se expande en otras personas, otros seres vivos, el
mundo natural, la tierra misma, hasta que finalmente abarca todo el cosmos. En
términos conceptuales, esto se expresa como un movimiento más allá de una
estrecha perspectiva egocéntrica (con un fuerte sentido de identidad grupal)
hacia una perspectiva global y universal, con una preocupación por las
cuestiones globales imperantes y un sentido de unidad con todos los seres
humanos, independientemente de las diferencias superficiales de nacionalidad o
raza.
Tal vez una de las razones por
las que el despertar se ve como un estado de no-yo es porque el
"sistema-del-yo" ―nuestra mente, con las estructuras psicológicas que
nos permiten funcionar en el mundo― que despierta, es tan discreto y tan bien
integrado en el resto de nuestro ser que en realidad no nos damos cuenta de que
está ahí, de la misma manera que si una persona está sentada en silencio en la
esquina de una habitación oscura no podemos notar que la habitación está
ocupada. El funcionamiento del sistema-del-yo puede ser tan sutil y
silenciosamente eficiente que no podemos darnos cuenta de que realmente está
teniendo lugar. Su estructura es tan suave y lábil que quizá no nos demos cuenta
de que está presente.
Nuestro sistema-del-yo normal
parece existir como una entidad en sí misma, separada del resto del paisaje.
Pero en el estado despierto, nuestro sistema-del-yo es como un pequeño y
discreto asentamiento tan bien integrado que apenas se puede distinguir del
paisaje en su conjunto. Ha surgido claramente del paisaje; está hecho de los
mismos materiales que el paisaje y se funde en él sin ningún sentido de
separación.
El punto importante, una vez más,
es que tiene que haber algún tipo de sistema-del-yo dentro de nuestro ser.
Tiene que haber algún tipo de centro organizativo o administrativo dentro del
paisaje, aunque sólo desempeñe un papel mínimo y discreto. Y un sistema-del-yo
implica un cierto grado de identidad, un sentido de ser alguien que habita en
el paisaje de nuestro ser.
Se podría decir que el despertar
no significa tanto un no-yo como un nuevo yo. El despertar significa la
aparición de un nuevo sistema-del-yo. Es como si un viejo yo se hubiera
disuelto y surgiera uno nuevo. No se siente como que no tengas una identidad,
sino que tienes una identidad nueva. No se siente como que seas nadie sino que
te conviertes en otro alguien. (En este sentido, cuando las tradiciones como el
budismo hablan del "no-yo" o "no-ser", puede ser que se
refieran estrictamente a "ningún yo separado").
Algunos maestros espirituales
describen el despertar en términos de no tener ego, pero esto puede no ser
estrictamente cierto. El ego es simplemente la palabra del latín y del griego
antiguo para "yo". Así que estrictamente hablando, las personas
despiertas todavía tienen un ego, aunque completamente diferente.
nuestro ego normal es un poderoso emperador que vive en el centro de la ciudad, en un castillo gigante que sigue reforzándose y expandiéndose. Él cree que controla toda la ciudad e incluso todo el paisaje. Pero en el sistema-del-yo despierto, no hay emperador, sólo un simple administrador o ejecutor cuya autoridad es limitada y que funciona como una parte democrática y armónica de todo el sistema.
nuestro ego normal es un poderoso emperador que vive en el centro de la ciudad, en un castillo gigante que sigue reforzándose y expandiéndose. Él cree que controla toda la ciudad e incluso todo el paisaje. Pero en el sistema-del-yo despierto, no hay emperador, sólo un simple administrador o ejecutor cuya autoridad es limitada y que funciona como una parte democrática y armónica de todo el sistema.
Con demasiada frecuencia, en los
círculos espirituales, el concepto de no-yo se utiliza como una forma de evitar
problemas psicológicos. Si tú no existes como un yo, entonces todos los
problemas asociados contigo (con el yo) ya no existen. Por ejemplo, podrías
sufrir de ansiedad y de baja autoestima, o estar frustrado porque tu trabajo no
se adapta a ti, o angustiado porque tu pareja es abusiva contigo. Pero si crees
que el yo es una ilusión, puedes ignorar estos problemas, fingir que todos son
sólo parte de una "historia" que no tiene ningún significado.
Es por eso que la idea del no-yo
es tan atractiva para algunas personas, pero también es tan confusa para otras.
Ver al yo como una ilusión irrelevante o que no existe, no es sólo inútil, sino también contraproducente. Realmente intensificará y extenderá el sufrimiento del yo separado, no acabará con él.
Ver al yo como una ilusión irrelevante o que no existe, no es sólo inútil, sino también contraproducente. Realmente intensificará y extenderá el sufrimiento del yo separado, no acabará con él.
Steve Taylor
(Extracto de su libro: The Leap: The Psychology of Spiritual Awakening.)
Fuente: Psychology Today / Advaitainfo
(Extracto de su libro: The Leap: The Psychology of Spiritual Awakening.)
Fuente: Psychology Today / Advaitainfo
https://www.facebook.com/comunidad.online.CaminoalDespertar
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