domingo, 11 de diciembre de 2016

LAS EMOCIONES- EL RESENTIR.


Las emociones son las responsables de la activación de nuestros genes, ellas son la señal que nuestro inconsciente biológico interpreta.

Solamente podemos experimentar dos emociones básicas: el amor y el miedo. Todas las demás derivan de ellas. La emoción del amor, tiene una frecuencia vibratoria más alta y rápida que la emoción del miedo, que es más baja y más lenta.
 Las frecuencias vibracionales de nuestras emociones afectan  a nuestra biología, y en función de su intensidad o duración, llegan a producir verdaderos cambios físicos.
Existen 64 códigos posibles de aminoácidos en nuestra estructura de ADN. Por lógica todos deberíamos tener estos códigos activados, pero en realidad sólo tenemos 20 activados en este momento. Es como si hubiera un interruptor que apaga y enciende estos códigos, y ese interruptor son las emociones. Por lo tanto, como la emoción del miedo es de frecuencia baja y lenta, toca pocos códigos, y con el amor sucede todo lo contrario
Un individuo que vive con miedo tiene pocos códigos activados y no encuentra soluciones, mientras que el individuo que vive en el amor está más despierto y receptivo a encontrar soluciones en su vida.
Las emociones son cuánticas, no conocen ni tiempo, ni espacio. Por ej. hoy podemos experimentar todas las emociones porque hemos tenido un gran desengaño, un gran disgusto, y este choque emocional produce congelación neuronal que permanece de forma inalterable en nuestro inconsciente, quedando muchas veces en forma latente. Pasa a ser activada otra vez cuando el acontecimiento se repite, aunque sea de manera más suave. Cuando se activa, desencadena una respuesta en el ADN y este da una respuesta de adaptación de forma de síntoma físico que nosotros llamamos enfermedad.
La enfermedad surge cuando no somos conscientes de que empleamos ciertas emociones, porque estas no son políticamente correctas. Decimos entonces que entramos en incoherencia emocional, porque lo que pensamos, decimos, sentimos y hacemos, no se corresponde con lo que realmente queremos pensar, sentir y hacer. Muchas veces nuestros sentimientos y pensamientos son unos, y nuestras acciones son otras, y esto hace que la incoherencia se muestre en nuestros cuerpos en forma de malestares físicos. No comprendemos o no queremos ser conscientes de que sólo nos engañamos a nosotros mismos.
Obviamente, nuestras emociones están mediatizadas por nuestras creencias, y en la mayoría de las ocasiones nuestras actuaciones son el resultado de lo que creemos que tenemos que hacer, y esto es solamente miedo. El miedo a no ser aceptados, a ser amados, a perder el cariño de las personas, a no ser reconocidos y a un sinfín de matizaciones de todo lo anterior.
Por eso, el trabajo de biodescodificación es desentrañar estas emociones ocultas, reprimidas y que se hallan en nuestro inconsciente. Estan luchan por manifestarse, para decirnos que nos estamos mintiendo, que nos estamos engañando, que nuestras acciones pueden ser correctas socialmente, pero que son corrosivas para nuestra salud.
Emociones y sentimientos como la culpabilidad, una de las más corrosivas, controlan nuestras vidas y se reflejan en nuestra biología.
La biodescodificación nos enseña que debemos ser responsables de nuestros pensamientos, de nuestros sentimientos y de nuestras emociones, y por descontado de nuestros actos. Cuando no somos coherentes nos encontramos enfermos, debemos reflexionar y pensar en qué no somos coherentes. Aquí reside la clave de nuestra curación.
Por eso nuestro estudio está dirigido a buscar qué situación hemos vivido de forma conflictiva y está produciendo una sintomatología y qué emoción hay detrás de ella. Obviamente es orientativo, pero si que nos ayuda a orientarnos en el contexto previo antes de nuestro malestar físico y allí buscar en qué no fuimos impecables con nosotros mismos. Por lo tanto, debemos ser muy conscientes y tener mucho cuidado con las emociones y sentimientos que tenemos, así como las acciones de las personas que nos rodean.
La física cuántica nos demuestra que lo que pensamos afecta a lo que nos rodea y, por lo tanto a nuestras vidas
Debemos huir del simplismo de creer que detrás de un síntoma hay un conflicto y una emoción determinada. Un conflicto determinado puede provocar diversos síntomas, todos ellos diferentes en función del individuo que los viva. Es decir, no todos vivimos una situación de la misma manera, eso depende de multitud de factores. La idiosincrasia del individuo determina esa vivencia y por lo tanto el estado emocional consiguiente.
Diversas personas experimentan la misma emoción- por ejemplo rabia- delante de un determinado conflicto, como puede ser la pérdida del poder adquisitivo. Esta emoción se puede observar de forma objetiva, pero detrás de esa rabia cada persona tiene una emoción diferente, la emoción oculta, la que no nos atrevemos a expresar. Esta emoción es la que hace disparar diversas situaciones físicas en función de la forma en que cada individuo lo viva.
Una persona puede ser digestiva y tiene un síntoma en el estómago. Otra puede sentirse desvalorizada y su síntoma físico puede ser un dolor osteo-articular. Otra lo vive como una amenaza de pérdida de territorio y tiene un síntoma respiratorio. Otra persona lo puede vivir como miedo y tiene un problema de laringe, y otra simplemente ve una oportunidad donde los demás ven un contratiempo y sencillamente cambia y tiene un ligero malestar digestivo.
Es importante comprender que no hay un listado de emociones ocultas y un listado de emociones que mostramos. Todas se pueden manifestar de una forma u otra. Lo importante es encontrarlas y poder expresarlas a viva voz o por escrito. Es la forma de hacerla consciente y de darnos cuenta de qué es lo que reprimimos. Debemos permitirnos volver a sentir la emoción, pero esta vez de manera consciente. Por ello utilizamos el término “resentir”, que quiere decir volver a sentir.
Una vez que somos conscientes de la emoción oculta, cuando nos damos cuenta de nuestra falta de coherencia, podemos pasar a la siguiente fase, que es la sanación.
Para sanar las emociones, las que nos enferman, es necesario cambiar nuestra percepción. Para ello hay que buscar el motivo oculto que me impedía actuar de una manera determinada y comprender que hay otras formas. No hay una manera buena ni una mala. Hay una que nos enferma y otra que nos cura.
Por eso la enfermedad nos viene a curar, es la que nos hace ser sinceros con nosotros mismos.
 “El lenguaje de la conciencia parece ser la experiencia universal de la emoción.” “Podemos explotar su poder creativo a través del lenguaje de nuestra emociones” Gregg Braden
Entonces la emoción con la que recubro mi recurso para poder cambiar la emoción que me ha enfermado, debe estar exenta de todo juicio y de ego. Cuando alguien comprende que la situación dolorosa que está viviendo es como consecuencia y creación de el mismo, lo único que le queda hacer es perdonarse y liberarse.
Desde la antigüedad se dice que todo está unido, la parte contiene al todo y el todo está en cada parte. Tu divinidad está dentro de ti y se expresa, aparentemente fuera de ti. Por lo tanto, lo que ves fuera es reflejo de lo que hay dentro. “Vemos la paja en el ojo ajeno y no vemos la viga en el nuestro”. “Los pecados que condenamos son nuestros propios prejuicios, y estos están dentro de nosotros”. Sana tu mente, y tu cuerpo sanará. Si no te gusta lo que ves afuera, cambia tu forma de pensar y tu universo cambiará.
Experimentamos el mundo gracias a las emociones. Ahora nos toca aprender a experimentar el mundo con las emociones que nosotros queramos, y no con las que hemos sido programados por nuestros padres, por nuestros ancestros. Es el momento de liberarnos de las ataduras que condicionan nuestras vidas.
Debemos dejar de preguntarnos ¿qué hemos hecho para vivir esta situación? Para pasar ¿cómo he de cambiar mi vida para que esta se manifieste de otra manera?. Es un acto de madurez, es un acto de crecimiento, de despertar a la conciencia de que todas las cosas no suceden por casualidad..
Una vez hemos comprendido que es lo que hay detrás de nuestra enfermedad, la emoción reprimida, entonces debemos pasar a la acción. Debemos ser testimonio de nuestra nueva percepción, de nuestra nueva creencia, de nuestra nueva forma de entender y ver la vida.
No basta con saber, hay que ser, hay que actuar, hay que vivirlo. Entonces se abre la puerta de nuestra sanación.
Las emociones pueden llegar a ser muy sutiles, de una sutilidad que nos hace estar muy alerta a todo lo que sucede en nuestra vida cotidiana.
Cuanto más conscientes somos, más rápidamente actúa nuestro Inconsciente Biológico y con más precisión.
El Inconsciente Biológico nos hace ser más sinceros con nosotros mismos, nos hace ser impecables, nos enseña a mostrarnos como realmente somos y sentimos que somos. Ya no hay más tapujos, ya no hay más excusas, ya no hay más justificaciones, por fin comprendemos que no debemos gustar a nadie, solamente a nosotros mismos. Ya no hacemos las cosas porque debemos o creemos que debemos, las hacemos porque las sentimos. Si un día hacemos algo que no nos gusta, seamos plenamente conscientes de lo que estamos haciendo y no pasará nada.
Fuente: http://bit.ly/2gt0Rsp
http://memoriaemocional.com/

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