sábado, 17 de diciembre de 2016

EL PEQUEÑO "yo" Y EL SILENCIO.



Puede haber momentos en que no parece ser tan bueno en la superficie (no bueno en una forma más o menos importante).
Pierdes el autobús o el avión... o algo muy importante sucede, algún fracaso en tu vida, alguna pérdida. 


¿Qué sucede entonces? 


Por lo general, la resistencia aparece. 


Un profundo no a lo que es. Esa es la reacción del pequeño "yo", el sentido de uno mismo fabricado por la mente. Se vuelve más fuerte, cuanto más profundo es el no a este momento, y cuando la resistencia aparece, el no puede llegar a ser muy intenso. Y eso, por supuesto, es dolor, sufrimiento.
Cuanto más profundo el desafío, más fuerte es la reacción del no, más resistencia y por tanto, más sufrimiento y dolor.

El "yo" se basa en una interpretación de esas cosas que han ocurrido.
Todo el mundo vive en esa obra de ficción creada por la mente (el "yo"). Y el "yo" es el principal protagonista.
El "yo" solo puede vivir en el pasado o en el futuro, la línea del tiempo, propia de la mente ilusoria. Por tanto, el "yo" vive en resistencia a lo que es, debido a que las necesidades ficticias de dicha entidad no pueden sostenerse, salvo en un estado de resistencia al ahora o de negación del ahora.
El "yo" siempre se basa en la negación y la resistencia porque nunca está satisfecho.

Todo es cuestión de abandonar el apego al pensamiento y finalmente ir más allá de la necesidad compulsiva de pensar. Entonces lo que surge es la Presencia ―un estado de claridad, simplicidad de puro estado de ser― Un profundo permitir o aceptar que este momento sea lo que es.
Eso es todo lo que es, amor.
También es compasión, un profundo afecto, un abrazar todo lo que es. En otras palabras: abrazar la vida, diciendo "Sí" a la vida. 


¿Dónde está la vida? 


Aquí y Ahora.
La vida no puede existir separadamente del aquí y del ahora.

Hay dos movimientos que gobiernan la entidad ficticia en la que los humanos están atrapados. Un profundo afán por el futuro como una respuesta, es el movimiento del querer y necesitar. Es por eso que todo el mundo está corriendo hacia él. Tradicionalmente, a esto se ha llamado "Deseo" en las enseñanzas espirituales.
El otro movimiento relacionado con el futuro es: "Dios mío, ¿qué va a pasar conmigo?" Eso se llama "Miedo". Surge el miedo.


Así que los seres humanos se mueven entre estos dos, en un continuo conflicto o dilema. El deseo, que es querer y necesitar, y el miedo. Somos atraídos hacia el futuro y al mismo tiempo le tenemos miedo.

Toda la ficción del "yo" no puede mantenerse sin estar en oposición a algo. El yo, para poder continuar, tiene que estar en conflicto con algo casi continuamente, ya que su supervivencia depende de mantener la ilusión de que es una entidad separada; "esta es mi frontera, y ahí fuera están los demás y el resto del mundo".
Para que su ilusión de separación pueda mantenerse, necesita enemigos de una forma u otra.

Los enemigos no están necesariamente en la forma de personas, aunque a menudo ese es el caso, sino también en forma de situaciones, condiciones, incluso lugares. Y entonces ¿qué hay en la raíz misma de eso? ¿Cuál es el gran enemigo real del pequeño yo? El momento presente.

¿Y cuál es el momento presente ahora? La vida.
Porque la vida no puede estar en ningún otro lugar ni en ningún otro momento que ahora. Así que el pequeño yo vive en oposición a la vida. Su enemigo es la vida misma, que es ahora. 


Si eso no es locura, ¿qué es?
Por lo tanto soy "yo", el pequeño "yo", contra el universo.

El pequeño "yo" puede tener breves momentos de alivio temporal. Nunca por mucho tiempo, ya que no puede permitirse estar en el estado de no-oposición a lo que es por mucho tiempo. 


No puede permitirse estar en un estado de paz por mucho tiempo. No puede permitirse estar en un estado de alegría por mucho tiempo. No puede permitirse estar en el estado de amor por mucho tiempo. Porque todas esas cosas surgen sólo cuando no hay oposición a "lo que es", cuando hay un abrazo profundo a lo que es. Así que el pequeño yo tiene miedo de abrazar lo que es. Su misma existencia depende de no abrazar lo que es.
Reconocer eso es una realización maravillosa.

Siempre y cuando hay inconsciencia, las causas de la infelicidad están ahí fuera, y siempre está la interpretación: "Si solamente esas cosas cambiaran o pudiera cambiarlas, yo estaría bien".
Y entonces te embarcas en una continua lucha contra lo que es. "Voy a cambiar estas cosas de ahí fuera para eliminar las causas de mi infelicidad. Si puedo hacer que cambies tu comportamiento, entonces seré feliz. Mi infelicidad se irá". 
Esa es la ilusión, y mucha gente llega al final de su encarnación (la mayoría todavía) atrapada en esa ilusión: "Si las cosas fueran diferentes...". No ven que la infelicidad está incrustada en la estructura misma de la mente. 

Se puede ver en las relaciones.
Si conoces a una persona, los primeros días o semanas ―a veces incluso meses― hay armonía. Y entonces surge algo que es muy diferente, una energía completamente diferente. La necesidad de conflicto regresa. Y el momento en que los seres humanos están más tiempo sin conflicto es a menudo cuando se enamoran, y eso puede durar unas pocas semanas. 
O si te vas a vivir a una isla del Pacífico Sur, es posible que seas libre de la infelicidad por algún tiempo, pero puedes estar seguro de que la felicidad que está aquí ― no ahí― en la estructura de la mente egoica, encontrará una razón para que seas infeliz.
Aún cuando estés en el paraíso, habrá algo que no está bien. Podría ser cualquier cosa: los mosquitos, el aburrimiento.

Digamos que alguien pudiera crear para ti un ambiente donde se hubieran eliminado todas las causas de la infelicidad. La infelicidad profunda todavía surgiría por el aburrimiento insoportable, hasta el punto del suicidio. A veces ocurre eso con las personas que nacen en una gran riqueza, donde todas sus necesidades o deseos son inmediatamente satisfechos. Deberían ser completamente felices ―ellos lo han tenido todo― pero a menudo surge la miseria profunda, la profunda insatisfacción con todo. Así que no puedes escapar de eso.

El Buda usó el término "Sufrimiento". Otras tradiciones usan los términos "Espejismo" o "Ilusión" o incluso "Pecado". 
El ver o darse cuenta de eso da comienzo a su disolución.
Las estructuras de la infelicidad humana, que son las estructuras de un modo de pensar egoico condicionado, comienzan a disolverse. ¿Y qué ocurre entonces? Esto sólo ocurre si tu atención se mueve hacia el ahora, y se sostiene ahí.
Pero al ego le gusta hacer de eso un problema también. Dice: "Está bien, debe llevar tiempo deshacerse de la ilusión de toda esa infelicidad en mi mente. ¿Cuánto tiempo llevará?" 

Mira cualquier problema de tu vida, no importa lo grave que parece, y mira si puede sobrevivir cuando tu atención está totalmente aquí. Entonces te conviertes en lo que siempre has sido ― que es la consciencia misma, el campo imperturbable de presencia que subyace a todo. Así que la pesadez se ha ido. 
Ese es el cumplimiento de tu existencia humana.

Y ese es el florecimiento de la consciencia humana. 
Si caminas por la cuerda floja del Ahora, tienes que estar totalmente presente, a cada paso. No hay ningún pequeño "yo". Hay una total presencia a cada paso. 
Este es el estado que está surgiendo, y es sólo en esa presencia total y absoluta que el pequeño "yo" se disuelve y todos los problemas adheridos a él ―que en realidad constituyen su propia existencia― desaparecen. No pueden sobrevivir ante la intensa presencia.

Este florecimiento es la realización de "quién" eres. 
Pero no serías capaz de decir mucho sobre ello a través de la mente. Si alguien pregunta, "¿Quién eres?" sólo puede haber un silencio.
Desde el punto de vista de la mente, parece como si supieras menos acerca de "quién" eres que antes.
Y es verdad. Es un abrazo voluntario a ese estado de no saber. Y esto es también una clave, un abrazo voluntario y decir "Sí" al estado de no saber nada más. Es por eso que es tan aterrador para el pequeño ego. Abrazar el no saber.

Hay un vasto poder en ese no saber. 
Lo que necesitas saber en todo momento (que es siempre este momento) surgirá del estado de Presencia. 
Lo que necesites saber o cualquier cosa que necesites hacer y conocer en todo momento, en lo que sea ―en las relaciones, en cualquier situación― surge del estado del no saber.
Así que siéntete cómodo y feliz con no saber.

Es una gran cosa que descubrir.
Y ahora este estado de consciencia se aplica a toda tu existencia. 
Está bien no saber, y entonces permaneces con el no saber, que es la quietud. Y todo lo que se necesita, de repente viene.
Puede venir como palabras, como una acción, o simplemente como una emanación de amor. 
Podría ser una cosa simple como salir a caminar y ver todo lo que te rodea en ese atento estado de alerta. 
No vas caminando por ahí como el pequeño "yo" con sus problemas. Vas caminando como un campo de consciencia que mira el universo ―el universo fenoménico y su belleza― sin necesidad de imponer el ruido mental en nada ni interpretar.
No necesitas saber cómo se llama este árbol. Es posible que lo sepas, pero ya no es importante si no interfiere con la belleza de ese momento. Ya no existe la pesadez de una persona que camina por la calle. Y si tenías algunos pensamientos en la cabeza, dirías: "Esto es bueno. Cada momento es bueno, gracias".

Y Dios vio su creación y vio que era bueno.
Eso que mira el mundo a través de tus ojos es la Consciencia Pura, la luz que emana de la Fuente. 
Esta luz mira a través de tus ojos, de tus percepciones sensoriales y ama a su creación porque tú la creaste. Tú eres la Consciencia, que aparece como forma, y es bueno. Así que caminas como una bendición en la tierra, ya no como una carga. Y todo el mundo y todas las cosas te aman por eso.
Hasta la naturaleza; sentirás que la naturaleza ―los árboles, las flores― aman tu presencia. Es casi como si su mismo ser se moviera un poco hacia ti porque dentro de la totalidad no hay separación entre esto y lo otro ―cuando ves la belleza sin la mente― es un auto-reconocimiento.
La consciencia ―la flor, que es una expresión de la consciencia― reconoce su propia belleza a través de ti. Así que hasta la naturaleza encuentra la plenitud a través de eso. Se conoce a sí misma a través de ti.

También está el silencio. Reconocer el silencio. Está surgiendo de la quietud. La quietud no depende del silencio exterior.
Escuchar el silencio. No es más que la quietud en ti la que puede ser consciente del silencio.
En el momento en que escuchas el silencio, surge la quietud. Por medio de la quietud, te das cuenta del silencio.

Así que está dentro y fuera, y entonces viene la realización.
La dimensión de la consciencia siempre está ahí. Y puede surgir en los momentos más insospechados. 
Puedes encontrarte en medio de una situación ruidosa en el trabajo ― la lucha del pequeño "yo"; y de repente, surge el silencio, y estás observando sin condenar, sin interpretar. Entonces, tal vez surjan algunas palabras. Dices algo muy diferente. Cualquier cosa que surge de tu quietud interior tiene una cualidad muy diferente. Incluso si se convierte en palabras, siempre tiene algo de esa quietud.
Una dimensión de consciencia totalmente diferente surge ― el amor, fundamentalmente, más allá del ego.

Reconozcamos el silencio. Fuera, a través de la quietud interior. Y ahora haz frente a todo, a todo el mundo, a través de esa quietud. Trae la quietud, sé ella, porque tú eres ella.
Y entonces esa es la dimensión de lo Sagrado surgiendo, inseparable de la quietud.

Eckhart Tolle 

Fuente: Camino al Despertar.

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