Si la respuesta es negativa y con frecuencia te ves en situaciones como la de ser tú casi siempre el que da el paso para iniciar un contacto, el que toma primero la iniciativa de llamar o de enviar ese mensaje de WhatsApp para proponer un plan, es probable que debas plantearte qué tipo de personas son aquellas con las que interactúas.
Por situaciones como las expuestas, no sería raro que te sintieses nervioso, en tensión y que justificases la situación pensando que tus amistades tengan mucho que hacer como para centrarse en ti.
La consecuencia de mantener esta situación en el tiempo, y de justificarla una y otra vez, puede ser que tu energía, en lugar de incrementarse, pueda verse restada por momentos.
Algunas veces, no nos llegamos a dar cuenta o quizá no queremos ver que aquellos a quienes llamábamos amigos ahora parece que nos traten como simples conocidos.
Eso puede ser difícil de asimilar, pero si derriban nuestras expectativas de manera más o menos constante -si nos dicen que quedarán en llamarnos y no lo hacen, si nos mencionan animadamente que tenemos que volver a quedar pero no dan el paso, etc.-, sería buena idea detenerse un momento para observar si estamos recibiendo aquello que merecemos.
Todas las relaciones funcionales se rigen por algo muy básico, como es que todas las partes den un 50% de sí mismas. Si hay alguien que da más y que recibe menos, este puede sentir que su energía disminuye porque la relación no está en verdadero equilibrio.
El sentimiento de culpa
En ocasiones, nos autoinculpamos, llegándonos a hacer responsables de aquello que no depende de nosotros. En el caso de los amigos que mencionábamos al principio, podemos sentirnos culpables por no quedar con nuestros amigos, justificando al mismo tiempo su actitud.
Esta autoimposición de la responsabilidad puede volvernos ciegos ante la verdadera realidad. Quizás sean ellos quienes no estén aportando lo suficiente a la relación, y por tanto no se estén preocupando por cuidarla.
Partiendo de las ideas de Helena Béjar, es importante saber distinguir entre culpa positiva y negativa:
La primera nos ayuda a reconocer que hemos hecho algo mal o que hemos cometido un error; es lo que podríamos definir mejor como «responsabilidad».
Sin embargo, la culpa negativa puede ser una carga ciertamente incapacitante que nos impide muchas veces ver una solución.
El problema de la culpa es que tiende a hacernos caer, casi siempre de manera repetida, en los mismos errores sin poder llegar a resolver demasiado.
Nosotros llamamos a nuestros amigos, proponemos planes, nos esforzamos por mantener el contacto… Pero, con todo esto, lo lógico sería pensar que habrá alguien que casi siempre sale perdiendo, y ese alguien somos nosotros.
Las personas adecuadas nos hacen sentir bien
Si cuando volvemos a casa después de quedar con nuestra pareja o nuestras amistades nos sentimos cansados y decaídos, o si hemos comenzado a sufrir, sin razón aparente, síntomas de ansiedad, puede ser que no nos estemos rodeando de personas adecuadas.
Una técnica para sobrellevar estas situaciones que recomienda la Dra. Marisa Navarro es la de repetirnos el mantra «esta relación no me sienta bien«. De esta manera, nos podremos forzar a ser un poco más conscientes de lo que está sucediendo, dejando de autoinculparnos por lo que ocurre y siendo así capaces de tomar una decisión que nos sea favorable.
Una manera de lidiar con esta situación para poder alejarnos de ella y su negativismo es la asertividad. María Luisa Navarro Pereira, en su artículo Relaciones interpersonales adecuadas mediante una comunicación y conducta asertivas, recoge las perspectivas de diversos autores sobre determinadas conductas que no son asertivas.
En esta línea, existen dos muy importantes que mencionamos a continuación:
Conducta pasiva: hace que nos podamos sentir víctimas de las circunstancias y tiende a favorece a la baja autoestima. Esta conducta está llena de miedo al rechazo o a perder a las personas que nos importan porque se enfaden con nosotros. Lo que podemos hacer para cambiar esto es respetar lo que sentimos y expresarlo. Lo que ellos sientan, probablemente, sea responsabilidad suya, pero no debería atemorizarnos decirle a alguien frases como «esto me está haciendo daño» o «esto no me gusta».
Dudar de uno mismo: los pensamientos del tipo «he exagerado» o «seguro que veo problemas donde no los hay» generan culpabilidad. Si algo nos resta energía o no nos hace sentir bien, haríamos bien en analizar la situación desde una perspectiva menos sesgada; acudir a un profesional puede permitirnos ver aquello que no está del todo claro para nosotros o que no alcanzamos a identificar.
La misión de los psicólogos es, en buena medida, la de ayudarnos a a reducir nuestro sufrimiento. Las relaciones cambian, las personas también, y poner todo de nuestra parte para cubrir la parte de cuidados que en una relación le toca a otra persona nos producirá un desgaste que difícilmente podremos asumir.
Revisar la escala de valores
Otro dato que podemos valorar para saber si estamos con las personas adecuadas lo obtendríamos revisando cada cierto tiempo nuestra escala de valores.
Para ello, es importante escoger entre seis y ocho de esos valores que sean importantes para nosotros y definirlos: ¿Cómo vemos nosotros la amistad? ¿Qué significa y qué debe incluir? Este tipo de preguntas nos podrá ayudar mucho en el momento de evaluar las relaciones que mantenemos.
Una vez hemos revisado nuestra escala de valores, podremos pasar a aplicarla a nuestras amistades o a nuestra pareja. Puede que en algunos valores no coincidamos, es normal. Pero, si no se coincide en ninguno de los valores elegidos, entonces podríamos llegar a la conclusión de que no estamos con las personas adecuadas. Esto puede ser duro y difícil de aceptar, por eso acudir a un profesional puede ser de gran ayuda.
Este nos ofrecerá las herramientas necesarias para trabajar sobre nuestras habilidades personales, aumentar nuestra autoestima y nos podrá ayudar a ver que, a veces, hay que dejar ir a quien ya no quiere o no se merece tener un hueco en nuestra vida.
Finamente, destacar que el final de una relación no borra las experiencias vividas. De alguna manera, nos han enseñado que la amistad o el amor verdadero es para siempre, cuando esto no tiene por qué ser así.
Hay relaciones estupendas que se terminan, dejándonos una serie de momentos maravillosos, para dejar paso a otras nuevas, que también lo harán. Así, si descubres que puedes no estar con las personas adecuadas, podría haber llegado el momento de decirles adiós.
Raquel Lemos Rodríguez
Atrévete a ser feliz.
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