viernes, 31 de enero de 2020

Como salir del salvador, víctima y perseguidor para crear relaciones auténticas y amorosas


¿Por qué utilizamos roles en nuestras relaciones?


Los roles en las relaciones son los papeles que adoptas para relacionarte con los demás con el fin de controlarlos.

Las luchas de poder en las relaciones se producen cuando intentas controlar al otro, consciente o inconscientemente, es decir cuando tienes un interés, muchas veces inconsciente, de que la otra persona actúe de una forma determinada que supone «un beneficio o ganancia» para ti.

Por ejemplo, protegerte y calcular muchos los pasos a la hora de relacionarte son 2 síntomas indicativos de que todavía necesitas establecer juegos de poder a través del control en tus relaciones.

Para controlar al otro se utilizan todo tipo de estrategias, algunas más agresivas y otras más sutiles.

Algunas de las estrategias que empleamos para controlar a los demás son:

gritos, reproches, chantajes, desvalorización, sarcasmos, culpa, intimidación, indiferencia …

Es importante reflexionar acerca de como entablas relaciones y tomar consciencia de que cuando utilizas un determinado rol o papel, estableces sin darte cuenta, relaciones de desigualdad y dependencia emocional, donde a veces tú eres el que domina y otras veces el dominado.

Debajo de este control se encuentra un sentimiento de inseguridad, y si escarbas un poquito más encontrarás una emoción de miedo, así que utilizas estos roles para tapar tu vulnerabilidad y sentirte más seguro y protegido.

Así que no hay que echarse las manos a la cabeza y sentirse fatal por esto, ya que muchas personas lo hacen de forma inconsciente, y salir de ahí, para situarse en el adulto amoroso y consciente, no es un aprendizaje para unos pocos si no un aprendizaje para todos.

Ahora te voy a contar acerca de los tres roles principales que utilizamos para relacionarnos desde los juegos de poder.
Salvador, víctima y perseguidor
1. El salvador

El Salvador se ve y siente muy grande con respecto a los demás.

Su lema es: los problemas de los demás son mis problemas.

Inconscientemente piensa que él sabe más y tiene más recursos.

Desde estas actitudes se siente en la necesidad de ayudar a otros, aunque no le hayan pedido ayuda, porque los ve como necesitados, carentes y víctimas.

En muchas ocasiones, el salvador interfiere más que ayuda.

El salvador tiene una tendencia a dar de más en las relaciones y le cuesta ponerse en la posición de recibir.

Su actitud de ayuda indiscriminada le lleva a sentirse abusado en muchas ocasiones porque no es capaz de poner límites a las demandas externas.

Si rascas un poco en su superficie, te darás cuenta de que el salvador viene de una familia en que le ha tocado hacer de grande desde muy pequeño, bien porque sus padres hayan sido infantiles, o bien porque haya tenido que responsabilizarse de situaciones o aspectos que no le tocaban por edad.

El salvador es alguien que ha sobrevivido a sus circunstancias familiares y de vida desde un aspecto de lucha y superación.

Es importante que ahora de adulto tome consciencia de que ya no tiene que sobrevivir y esforzarse, tiene que salir del modo sobrevivir y simplemente vivir.

Si te sientes identificado con este rol házmelo saber en los comentarios; por aquí te dejo un post donde hablo más detenidamente sobre este rol.
2. La víctima

Las persona que se coloca en el papel de víctima se siente inferior, con pocos recursos y conocimientos.

Se ve pequeño e inseguro frente a los demás.

Su lema es: que otro resuelva mis problemas.

Por este motivo busca inconscientemente a personas que resuelvan sus problemas atrayendo normalmente a salvadores.

Cuando salvador y víctima se encuentran, es como si se juntaran el hambre con las ganas de comer, forman un tandem perfectamente complementario, sin embargo, esta relación es perjudicial para ambos.

Cuando el salvador hace algo por la víctima, que esta podría hacer por sí misma, la desempodera todavía más y carga con problemas que no le corresponden, con el consiguiente gasto energético que conlleva esta actitud.

Las personas que se colocan en el rol de victima vienen de familias donde han experimentado abusos y faltas de respeto; en este ambiente no han podido aprender un correcto uso de su poder personal en cuanto a auto afirmarse, expresarse y poner límites asertivos.

Si te sientes identificado con este papel a la hora de relacionarte con los demás, y moverte por la vida, es importante que comprendas que ahora de adulto la situación puede ser muy diferente.

Ahora de adulto tienes un margen muy amplio, infinito, para potenciar tu autoestima, aprender a confiar en ti y empoderarte en las áreas donde lo necesites.
3. El perseguidor

Al perseguidor yo también le llamo castigador o crítico.

El castigador se siente moralmente superior a los demás o en otros términos más coloquiales es un “perdonavidas”.

Desde esta actitud busca “fallos” en los demás para enjuiciarlos y condenarlos y así reforzar su aparente superioridad.

Su lema es: yo dicto sentencia.

El castigador suele ser muy rígido en sus opiniones y forma de hacer las cosas y desea además que los demás piensen como el y hagan las cosas a su manera.

Son bastante severos y por norma general van diciendo a los demás como deberían de ser y actuar.

Las personas castigadoras vienen de familias donde se les ha exigido mucho y no se les ha reconocido.

Si te sientes identificado con este papel tienes que aprender a ser más condescendiente con tus fallos y reubicar tu valía en quien eres y no tanto en logros o reconocimiento externo.
¿Cómo salir de estos roles?

Para salir de estos juegos de poder, primero hay que reconocerse en los papeles de salvador, victima o perseguidor.

Y para ello tienes que averiguar cual es tu rol predominante, ya que estos roles son plásticos y podemos oscilar de uno a otro según lo que mueva en nosotros la persona con la que nos estemos relacionando.

Tu rol predominante lo aprendiste dentro de tu familia y es el papel que preferiste para relacionarte con ella y por extensión con el resto de tus relaciones.

La importancia de revisar estos roles con el fin de desecharlos, reside en que de adulto ya no los necesitas para sobrevivir, ahora más bien, estos roles son un parapeto que llevas contigo y te impiden relacionarte de forma más genuina y libre en tus relaciones.

La estupenda noticia es que desde el adulto que ahora eres, puedes, sí así lo deseas, emprender un viaje de comprensión hacia ti mismo que te permita liberarte poco a poco de estos roles y recuperar tu verdadero poder.

El poder de ser auténtico y fuerte pero también vulnerable en tus relaciones.

Un saludo,

Virginia

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