Como dice Dieterlen (1988), por Estado de Bienestar entendemos un estado que redistribuye la producción, destinando buena parte de su inversión a ciertos servicios de educación y de salud, de aquí que sea filantrópico. El peligro es que con frecuencia la distribución la hace independientemente de las necesidades, deseos y preferencias de los ciudadanos.
Origen del Estado de Bienestar
El Estado de Bienestar tiene su origen en a finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Surge en relación a las condiciones laborales y la lucha reivindicativa de los obreros, así como de las demandas de estos.
El término de Estado de Bienestar se comenzó a usar en varios países, aunque con distintas expresiones:
New Dealen en los EEUU.
Welfare State en Suecia y Reino Unido.
Posteriormente, tras la II Guerra Mundial y la crisis económica del 29, este término se generaliza en casi todos los países occidentales.
Además, otro de los fenómenos que da lugar al Estado de Bienestar es la llegada del capitalismo. Frente a su ferocidad, el Estado quiso hacer de contrapeso para amortiguar las desigualdades crecientes.
Así, se puso en marcha en los países occidentales un sistema de solidaridad social que aspiró a corregir las injusticias. De ese sistema, que buscaba el progreso social de la población, se haría cargo, poco a poco, el Estado (Farge, 2007).
Esto no quiere decir que exista justicia distributiva, igualdad real o equidad en todos los aspectos. Es importante aclarar que, a pesar de los «intentos» de garantizar la igualdad y el acceso a los distintos recursos en los países llamados desarrollados, existen muchas otras partes del mundo que aún sufren explotación y pobreza.
«El estado del bienestar entraña la protección de la mayoría débil frente a la minoría fuerte y privilegiada».
-Tony Judt-
Definición del Estado de Bienestar
Como hemos apuntado anteriormente, el término Estado de bienestar se acuñó a finales del Sigo XIX y principio del XX. Y, aunque hay diferentes maneras de definir este concepto, todas estas formas giran en torno a la idea de que es un sistema de políticas sociales que tienen como objetivo proteger al trabajador de las incertidumbres que le acechan.
Algunas de las ideas sobre este término, son, como recoge Ríos (2011):
Estado de Bienestar (Cabrero, 2oo2) como aquel conjunto de instituciones estatales que garantizan una serie de derechos sociales ejercitables por la inmensa mayoría de los ciudadanos. Derechos que se desarrollan a través de políticas y programas de carácter redistributivo en base a la solidaridad intergeneracional y apoyados en la idea básica de “ciudadano trabajador” que es sujeto de derechos sociales.
Pierre Rosanvallón identifica los cimientos del Estado del Bienestar con el surgimiento del Estado Moderno del siglo XVIII. Ahora bien, en Rosanvallón, la construcción del «Estado Providencia» no es sólo una cuestión de la naturaleza del Estado, sino que implica un cambio en la percepción que la sociedad tiene de sí misma. La sociedad deja de verse como un cuerpo para concebirse como mercado.
Por otro lado, Holloway y Hobsbawm, tienden a identificar el Estado de Bienestar con las políticas económicas keynesianas instauradas desde la posguerra. Ambos coinciden en percibir en el keynesianismo un replanteamiento en la relación Estado y mercado, a partir del cual la mayor intervención del aparato estatal en el estímulo de la demanda y la inversión actuara como mitigadora de las crisis depresivas del ciclo capitalista.
Pilares del Estado de Bienestar
Por todos es sabido que el Estado de Bienestar se sustenta en cuatro grandes pilares:
Sanidad.
Educación.
Pensiones.
La protección a las familias.
Este último pilar, como dice Navarro (2009), es fundamental para que el nivel de protección y el funcionamiento de este modelo de estado fuera óptimo. Durante años se ha hablado de tres grandes pilares, obviando la protección a la familias como derecho, pero muy poco a poco y a través de leyes en materia de servicios sociales, este cuarto pilar ha ido ganando espacio.
Navarro señala que, aunque el cuarto pilar ha ganado peso, por contra se ha reducido su significado, pasando a incluir solo los servicios de dependencia y habiéndose eliminado de tal derecho el acceso a las escuelas de infancia.
Este cambio ha tenido un impacto fuerte ya que la educación infantil es una de las primeras piedras que se ponen en el desarrollo intelectual y emocional de los niños.
En definitiva, mantener y conservar el Estado de Bienestar es una responsabilidad cargada de privilegios y obligaciones. Una «complicación» que adquiere sentido en su propósito: acortar las desigualdades que el mercado libre produce y asegurar una mínima cantidad de oportunidades a las personas de los estratos sociales más vulnerables.
Elena García
Atrévete a ser feliz.
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