EL SECRETO DE LA INFELICIDAD: NO AMARSE A UNO MISMO
Amarse a uno mismo, tenerse en estima, es una de las cosas más básicas y que menos cuida el ser humano. Se valora el sacrificio por los demás en nombre del amor, el aguantar y el sostener situaciones intolerables desde un punto de vista objetivo porque “le/s amo mucho”.
Qué fracaso de amor, porque en este darse sin medida uno se pierde a sí mismo, se olvida de sus necesidades, de sus emociones porque no se puede decir que “no”. Y los “noes” son tan necesarios… Tan necesarios para uno mismo y para el otro, que se han quedado asociados a algo negativo puesto que “si le digo que “no” ¿pensará que ya no le quiero o dejará de quererme?” Cuando, la realidad, es que a veces es el mejor regalo que podemos hacerle al otro y a uno mismo.
Es tan increíblemente frecuente encontrarse con personas que afirman no quererse, tener una autoestima baja que uno se lleva las manos a la cabeza. No porque sean conscientes de esa realidad de sí mismos, si no porque lo aceptan como una parte más y no se plantean la posibilidad de trabajarse, de cuestionarse por qué hay esa falta de amor, cuando ésta les lleva a relacionarse con los demás desde lugares en los que se sienten agradecidos por ser queridos (en el contexto de que ser querido resulta algo extraordinario) en lugar de ser conscientes de que son merecedores de amor.
Casi, con mucho cuidado y recelo, aquel que se quiere lo dice con voz bajita y rápidamente señala que se quiere, se respeta pero que no desde un lugar egocentrista. ¿Por qué quererse y cuidarse está tan asociado al egoísmo, en lugar de considerarse algo básico y necesario?
AMARSE A UNO MISMO PARA PODER AMAR A ALGUIEN MÁS
Escribió el psicoanalista y filósofo Erich Fromm, en su libro El arte de amar, “Si un individuo es capaz de amar productivamente, también se ama a sí mismo; si sólo sabe amar a los demás, no sabe amar en absoluto”.
Multitud de psicólogos, psicoanalistas, filósofos o escritores nos han dejado un legado lleno de preguntas y reflexiones acerca de cómo se puede amar de una forma sana a los demás. Por supuesto, también nos encontraremos con diferentes tipos de amor, con diferentes grados de compromiso y una gran variedad de descripciones del amor, que parten de la propia visión de cada uno.
En anteriores artículos hemos tratado este tema desde diferentes perspectivas y con diversos autores. ¿Se puede amar sanamente a alguien si uno no se quiere así mismo?
Una descripción general, que como sabéis luego habría que ver el caso por caso, de una persona que no se quiere así misma podría ser: una persona insegura, con falta de confianza, celos, tiende a compararse con el resto y suele perder en todas las comparaciones, se siente de menos, o intenta llamar constantemente la atención o pasar desapercibida lo máximo posible, tiende a la dependencia emocional, puede sentirse incomprendida, busca la aceptación del otro, a veces consiente actitudes que le duelen por no perder a esa/s personas que dicen quererla, dificultad para decir que “no” y exigir sus derechos, etc.
Cuando uno ama con todo esto dentro, el amor puede ser muy doloroso e implicar mucho sufrimiento. A veces, es necesario que se produzca una ruptura de esa relación y que pase un determinado tiempo para pensar y ser consciente de las cosas que han sucedido a lo largo de la relación. Ejemplos, sentir que uno ha cambiado para ser lo que el otro esperaba, sentir que uno mendigaba amor, estar siempre a la espera de una llamada, necesitar una mirada del otro para sentirse bien o sentirse reconocido/a, entre otros. El amor sano no duele.
CLAVES PARA AMARSE A SÍ MISMO
Uno de los aspectos más sanos y que recomiendo a cualquier persona es aprender a reírse de uno mismo. La risa es la mejor defensa y la mejor manera de enfrentar la vida, en el momento en el que uno para de autoexigirse tanto y se permite la libertad de errar, comienza una nueva etapa de amor.
Aprender a aceptar las virtudes y las debilidades es un paso más en el camino hacia la aceptación de uno mismo, algo absolutamente necesario para poder amarnos. Vernos como somos, de forma objetiva, aprender a valorarnos es tan necesario como respirar.
La conciencia sobre uno mismo, sobre las palabras y adjetivos que utilizamos para describirnos o hablar de nosotros mismos es algo que tampoco debemos de dejar pasar. Intenta escucharte cuando hablas de ti mismo, a veces la negatividad se escapa y es bueno que comiences a eliminar esa manera de mirarte. En un principio puede que te cueste, porque las creencias que hemos desarrollado a lo largo de la vida pueden limitarte más de lo que imaginas pero, como todo, puede cambiarse.
Hay que diferenciar entre el egoísmo y el amarse a sí mismo. El egoísmo es cuando deseas que todo lo bueno sea para ti, mientras que el amarte a ti mismo es saber qué es lo que necesitas desde el respeto a los demás como a ti mismo, sin poner a nadie por encima de ti pero sin sentirte superior a nadie. Es encontrar el equilibrio, la salud emocional.
Si aún te cuesta creer en ti mismo éste es el momento. Observa hasta dónde has llegado y no cuánto tiempo has tardado, los sueños que has tenido y las metas que has logrado. Las adversidades pueden hacer que las cosas parezcan inalcanzables pero seguro que en tu día a día has sobrevivido a situaciones que parecía que nunca iban a pasar de largo. Tu fortaleza es tu mejor arma. Valóratelo.
Observa tu cuerpo, cada detalle de tu piel, cada curva o cada arruga porque cada aspecto es lo que te hace único, ni mejor ni peor, especial. Nadie ni nada es como tú porque eres un ser único e inigualable, aprende a ver tu propia individualidad y, cuando estés preparado, comparte con los demás todo ese mundo de posibilidades que tienes para ofrecer.
Igual que eres comprensivo y paciente con los demás, ¿Por qué no tener esas mismas cualidades contigo mismo?
Para terminar este artículo, quería compartir con vosotros esta cita de Irene Orce “No hay amor suficiente capaz de llenar el vacío de una persona que no se ama a sí misma”, así que ¡Quiérete!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario