Aunque yo personalmente la hubiese bautizado con un nombre mucho menos genérico, aplaudo y apoyo la intención detrás de esta importante acción hacia la comunicación no violenta:
“Trato bien” pretende “desnaturalizar la utilización de la violencia como método para disciplinar y educar a los niños, niñas y adolescentes en el hogar”.
Cualquier campaña que ponga el enfoque sobre la violencia actual que tan a menudo se convierte en protagonista de la comunicación entre padres e hijos, y sobre todo padres con adolescentes, y genere conciencia acerca de las posible consecuencias en la vida de sus hijos, es una campaña que merece ser aplaudida y compartida.
Todos sabemos que la comunicación, del tipo que sea, es un reto.
Las dificultades se multiplican enésimamente cuando se entra en una dinámica de malas formas entre padres/madres e hijos.
Como docente, Coach, Psicólogo o padre/madre de familia, sabrás que este es uno de los mayores desafíos de las familias de hoy. Gritos, amenazas, ultimátums, monosílabos, silencios prolongados, gruñidos, palabras que no deberían pronunciarse…
Con el paso del tiempo, se entra en un círculo vicioso de “incomunicación” y “desencuentro” del que resulta imposible escapar y que lleva a las familias a hacerse dos de las preguntas que me plantean en mis talleres con más frecuencia:
¿Cómo puedo hacer que mi hijo/a me escuche?
¿Cómo puedo entenderlo yo a él/ella?
Las estrategias y actitudes que comparto a continuación nos ayudan a expresar nuestros sentimientos, frustraciones y emociones fuertes con empatía y respeto mutuo.
Este tipo de “comunicación no violenta” o CNV nos ofrece algunas de las respuestas más efectivas con las que yo he trabajado durante muchos años como facilitadora de la comunicación entre adultos y niños y adolescentes, y Máster Trainer en España de la Certificación “Cómo hablar para que los niños y adolescentes escuchen” de Adele Faber y Elaine Mazlish”.
Contenido [esconder]
1 ¿Por qué a veces nos comunicamos de forma violenta con nuestros hijos?
2 ¿Qué es la comunicación no violenta?
3 Cómo conseguir una comunicación no violenta: Empatía y expresión de los sentimientos
4 Ejercicios para practicar la comunicación no violenta
¿Por qué a veces nos comunicamos de forma violenta con nuestros hijos?
Uno de los impulsores de la campaña “Trato Bien” de la que te hablaba anteriormente fueron los resultados obtenidos por esta institución durante una investigación cualitativa realizada en el 2017.
El estudio concluía que la mayoría de los adultos encuestados “no percibían los cachetes, las collejas, los sarcasmos o los gritos como conductas violentas y les costaba reconocer el maltrato psicológico en el hogar. Desconocían las consecuencias negativas que este tipo de conductas tiene sobre el desarrollo de los niños y las niñas.”
El lenguaje y los comportamientos violentos, según este estudio, se toleran y aplican en muchos formatos: desde cachetes, collejas, sarcasmos y gritos hasta la subestimación de sus capacidades, y la prohibición del llanto o de la expresión de ciertos sentimientos.
Es decir, se sigue recurriendo a la comunicación violenta para educar a los hijos porque este formato es un patrón social que sigue grabado en la mente de muchos padres y educadores.
El propio estudio confirmaba que los padres entrevistados estaban convencidos de querer lo mejor para sus hijos e hijas. Y tenían la certeza de que este tipo de comunicación era la mejor manera de educarlos posible con los métodos y estrategias que ellos y ellas conocían.
Ahí es donde entramos nosotras, las Facilitadoras.
Una de nuestras misiones es proponer otras alternativas que reemplacen esos patrones sociales a los que estos padres se atienen…
Demostrar que se pueden cambiar los paradigmas y se puede cambiar la dinámica.
Y darles a conocer en detalle los muchos beneficios para sus familias de la Comunicación No Violenta.
¿Qué es la comunicación no violenta?
La Comunicación No Violenta nace de la experiencia del mediador, psicólogo y educador estadounidense Marshall Rosenberg. Uno de los principales componentes de este método comunicativo consiste en separar observación y evaluación.
Es decir, Rosenberg nos insta a observar detenidamente todo lo que vemos, oímos o tocamos sin mezclarlo con una evaluación. “Si mezclamos la evaluación con la observación” explica Rosenberg, “reduciremos la probabilidad de que la otra persona entienda lo que pretendemos transmitirle. En lugar de ello, recogerá la crítica y opondrá resistencia a lo que estamos diciendo.”
Si le hablamos a alguien, niño o adulto, desde la crítica o el enfado porque no somos capaces de separar evaluación y observación, estamos comunicándonos de manera violenta.
Si le hablamos a alguien, niño o adulto, desde la alegría y la felicidad, habiendo separado nuestros juicios morales de nuestras observaciones, estamos comunicándonos de manera no violenta.
La CNV nos permite resolver conflictos y nos enseña a decir “no” y a aceptar el “no” de la otra persona, ayudándonos, por lo tanto, a gestionar emociones como el enfado y la frustración.
Cómo conseguir una comunicación no violenta: Empatía y expresión de los sentimientos
Abría este artículo comentándote que yo hubiese bautizado la reciente campaña de la UNICEF con otro título menos genérico.
Posiblemente, la hubiese llamado “Tratar con empatía y respeto”.
Porque, mi experiencia me dice que la empatía y el respeto son una de las claves primordiales de la comunicación no violenta.
¿Qué es la empatía?
La empatía es una cualidad de la cual se habla mucho últimamente en todos los contextos. Sin embargo, creo que pocos comprenden su significado real y cómo aplicarla a la comunicación interpersonal.
La empatía no es lo mismo que la simpatía.
Jesse Prinz, Profesor de Filosofía en la Universidad de la Ciudad de Nueva York, Graduate Center, escribe que “… la simpatía es una respuesta emocional en tercera persona, mientras que la empatía implica ponerse en la piel de otra persona“.
La simpatía, según la RAE, es “inclinación afectiva entre personas, generalmente espontánea y mutua“.
Le empatía consta de dos partes:
La identificación intelectual con los sentimientos, pensamientos o actitudes de otro.
La experiencia real de esos sentimientos, pensamientos o actitudes.
“La empatía requiere una especie de mímica emocional”, afirma Prinz. “La empatía es sentir lo que hace que esa persona sienta lo que siente“.
Si queremos que los niños y adolescentes se sientan entendidos, hemos de sentir la experiencia real de sus sentimientos, pensamientos o actitudes.
Si queremos comunicarnos sin violencia con nuestros niños y adolescentes debemos tomar muy en serio sus sentimientos, identificarlos, ponerles nombre, validarlos e ¡incluso reflejárselos como si de un espejo se tratara!
Veamos el ejemplo de Mónica, una adolescente que se sentía profundamente triste porque su mejor amiga se mudaba con su familia a otro país.
La madre de Mónica tenía dos opciones:
“Ponerse en su piel y demostrarle que sentía perfectamente la partida de su mejor amiga”,
O “Desestimar los sentimientos de Mónica como una “lección de la vida”, una emoción pasajera que superará con el tiempo”…
¿Por cuál optarías tú?
Tu primer paso al seguir los principios de la Comunicación respetuosa, es ponerte en la piel de Mónica.
¿Qué se siente cuando se pierde a un ser querido?
¿Cómo me he sentido yo cuando he tenido que despedirme de alguien que ha sido muy importante para mí?
Este tipo de preguntas te adentran en su mente y crean un estado empático que te permite comprender la angustia por la que pasa la adolescente.
“Sé que la echarás mucho de menos”…
“Entiendo lo difícil que será para ti estar separada de tu mejor amiga después de pasar tan buenos momentos juntas”…
Estas palabras pueden parecer muy sencillas, pero son extremadamente poderosas puesto que marcan la diferencia entre una adolescente que tiene que pasar por un mal trago sola y una adolescente que se siente acompañada y entendida por su madre.
El psicólogo infantil israelita Haim Ginott afirmaba que:
“Este tipo de respuestas crean intimidad entre madre e hija. Cuando los niños se sienten comprendidos, su soledad y dolor disminuyen. Cuando se comprende a los niños, su amor por el padre o la madre se profundiza. La empatía de las madres y los padres sirve de primeros auxilios emocionales para los sentimientos heridos”.
Ejercicios para practicar la comunicación no violenta
¿Te imaginas comunicarte con adolescentes sin juicios ni evaluaciones?
¿Te imaginas poder comunicarte honesta y respetuosamente?
¿Romper ese círculos viciosa de comunicación violenta en el que se cae con tanta facilidad?
Existen muchos ejercicios y prácticas que te ayudarán a romper los antiguos paradigmas y crear nuevas dinámicas de comunicación. Sin embargo, creo que una de las mejores maneras de empezar a familiarizarte con este proceso, es seguir las cuatro pautas o pasos propuestos por Marshall Rosenberg.
Aplica estas pautas cuando las emociones puedan entrometerse en vuestra comunicación y oscurecer el mensaje que quieres transmitir a tu interlocutor.
Observa los hechos y describe objetivamente lo sucedido. Analizar vuestra realidad os ayudará a compartir la misma percepción del problema y entender de dónde viene nuestra reacción.
Los interlocutores explican cómo se sienten. Con palabras simples describid qué sentís en estos momentos en una conversación respetuosa y bidireccional.
Los interlocutores explican qué necesitan para no sentirse así. Este análisis se efectúa desde una visión global y con miras a posibles situaciones similares.
Propuesta de plan de acción. Para evitar que el problema vuelva a surgir y para mantener el mismo proceso comunicativo, se propone un plan de acción al que se adhieren ambos participantes.
Sí, incluso con los más pequeños podemos seguir estas útiles pautas y comprometernos a implementar una nueva forma de comunicarnos de manera no violenta entre niños/adolescentes y mayores.
Si es cuestión de cambiar constructos sociales, ¡entre todos podemos hacerlo!
https://www.psicoactiva.com
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