De hecho, una de las estrategias de manipulación más peligrosas consiste en cambiar nuestra manera de percibirnos, un fenómeno que la psicóloga de la Universidad de Massachusetts, Lisa Aronson Fontes, llama “perspecticido” y que hace referencia a un cambio de perspectiva tan radical que somos incapaces de ser conscientes de lo que sabemos y somos.
¿Qué es exactamente el perspecticidio?
El término “perspecticidio” es un neologismo, aunque en realidad no es completamente nuevo ya que se utilizó por primera vez para hacer referencia al lavado de cerebro al que se sometían a lo prisioneros de guerra. También se ha utilizado para explicar los mecanismos psicológicos que hacen que las personas terminen atrapadas en las redes de las sectas.
En práctica, el perspecticidio implica perder la perspectiva propia e incluso pensar que no tenemos derecho a tener nuestras ideas, creencias y sentimientos. Es un fenómeno aterrador ya que con el paso del tiempo llegamos a olvidar nuestras opiniones, metas y pensamientos para adoptar los de la persona dominante. Como resultado, no solo renunciamos a nuestros sueños y metas en la vida sino que incluso perdemos nuestra propia identidad.
¿Cómo se produce el perspecticidio?
El perspecticidio siempre implica una relación abusiva, de control y/o manipulación, de manera que con el paso del tiempo la persona dominante cambia la forma de pensar y verse de su víctima. El manipulador termina definiendo el mundo de la persona sometida. Define qué es el amor, cómo debe ser la relación e incluso determina qué debe pensar la otra persona.
Por supuesto, no se trata de la influencia mutua que se produce de manera natural en todas las relaciones cercanas, es un fenómeno mucho más nefasto y de carácter unilateral donde una persona domina completamente y la otra pierde su identidad y capacidad para decidir sobre su vida.
Poco a poco, el manipulador va restringiendo el mundo de su víctima. No solo la aísla de los demás, de manera que estos no puedan alertarla del peligro que está corriendo, sino que también comienza a juzgar sus ideas y sentimientos. De esta forma, el manipulador impone su visión del mundo y de la persona.
Las técnicas más comunes son:
- Decidir cómo la víctima debe invertir su tiempo. Poco a poco, el manipulador convence a su víctima de que solo vale la pena emplear el tiempo en las actividades que él/ella acepta. De esta forma la víctima abandona muchas de las cosas que le apetecían, para plegarse a los deseos del otro, los cuales termina asumiendo como propios.
- Control obsesivo sobre cada detalle cotidiano. El manipulador suele ejercer un control obsesivo sobre cada detalle de la vida de su víctima, hasta el punto que esta pierde todo poder de decisión incluso sobre los aspectos más insignificantes del día a día, los cuales son dictados por quien tiene el control.
- Fijar los términos de la relación. El manipulador no concilia ni negocia, impone los términos de la relación son impuestos. Somete a su víctima imponiendo sus reglas y su visión de cómo debe ser la relación. La otra persona solo tiene dos opciones: se somete o rompe el vínculo.
- Cambio del autoconcepto. El manipulador se asegura de “robarle” el autoconcepto a su víctima, colocando el suyo en su lugar. De esta manera, la percepción de la víctima cambia, quien comienza a verse con los ojos de la otra persona, lo cual puede llevarla a creer, por ejemplo, que realmente no es capaz de lograr nada o que necesita desesperadamente al otro para ser feliz.
Personas prisioneras en sus propias vidas
El perspecticidio es una situación de control y manipulación difícil de detectar porque normalmente proviene de las personas más cercanas, con las cuales tenemos profundos lazos afectivos. Además, en muchos casos esta relación controladora no se basa en la violencia sino que los mensajes están llenos de “buenas intenciones”.
El manipulador le hace creer a su víctima que tiene la razón y que hace todo “por su bien”. A menudo también se presenta como el “salvador” o “guardián” de la persona “desprotegida” que supuestamente necesita ayuda.
Su estrategia consiste en hacernos sentir débiles, impotentes, indefensos e inseguros para tomar el mando. Así nos convertimos en prisioneros de nuestra propia vida sin apenas darnos cuenta pues terminamos usando las etiquetas que el manipulador nos ha colocado, asumimos la identidad que ha fabricado cuidadosamente para nosotros.
El manipulador repetirá hasta el cansancio diferentes mensajes, con el objetivo de que estos se conviertan en nuestra verdad. A menudo terminará exagerando los hechos, para usarlos a su favor. Frases como: “no eres nada sin mí” o “si no te defiendo, los demás se aprovecharán de ti” son comunes y hacen que la persona se sienta desvalida. Este tipo de frases cambian el autoconcepto de la víctima, haciendo que dude de sus capacidades y tenga miedo de todo. El manipulador no empodera ni permite que la persona que está a su lado crezca, al contrario, la humilla y aplasta.
Vale aclarar que no siempre se llega hasta esos extremos. En algunos casos la víctima conserva cierto poder de decisión pero se siente permanentemente culpable por las decisiones que toma pues sabe que no satisfarán a la otra persona.
Existen algunas señales de alarma que pueden indicarte que estás siendo víctima de una situación de sometimiento emocional y mental:
- Cada vez te sientes más insegura de tus decisiones o estas generan un gran sentimiento de culpa.
- Sientes que estás perdiendo los puntos de referencia, es como si caminaras en arenas movedizas pues comienzas a dudar de tus creencias más arraigadas, solo porque estas no se corresponden con las de la otra persona.
- Estas desarrollando una dependencia emocional de esa otra persona, permitiéndole que controle pequeños detalles de tu vida.
- Te sientes incapaz de lograr grandes cosas por tu cuenta, y cada vez necesitas más la opinión del otro.
- Sientes que ya no te reconoces o has comenzado a aplicarte etiquetas negativas que no te permiten crecer ni te empoderan.
- Comienzas a dudar de tus opiniones y capacidades, adoptando como verdades la visión del mundo de la otra persona.
¿Cómo salir de esta situación?
A menudo, cuando la persona descubre que ha sido víctima de una situación de perspecticidio, su mundo se viene abajo. No solo comprueba que ha sido manipulada y abusada por alguien en quien confiaba sino que además, se encuentra confundida y aislada, con la ardua tarea por delante de tener que reconstruir su identidad.
Cuando esta situación se ha prolongado durante años, la persona pierde sus puntos de referencia identitarios, por lo que es necesario que recurra a la terapia psicológica para procesar esos traumas emocionales y volver a encontrar la confianza y la seguridad en sí misma.
No obstante, el primer paso consiste en cortar todo tipo de relación con la persona manipuladora e intentar reconstruir una red de apoyo social con los amigos y familiares. Debemos recordar que cuando una relación limita y asfixia a una de las personas, en vez de empoderarla y ayudarla a crecer, ha llegado el momento de ponerla en tela de juicio y cambiar el rumbo, antes de que sea demasiado tarde.
Rincón de la Psicología
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