miércoles, 21 de septiembre de 2016

Para aquellos que no quieren sufrir más: “El Prozac de Séneca”


El prozac de Séneca es un “libro-fármaco”, que utiliza una perspectiva filosófica-psicológica para alertarnos de que nunca antes habíamos sido tan ricos materialmente y tan pobres espiritualmente. Una prueba de ello es el creciente consumo de fármacos como el Prozac o el Tranquimazin, que se han transformado en inseparables compañeros de viaje para millones de personas.
Aún hay a quien le inquieta no tenerlos a mano, sin percatarse de que, en vez de eliminar el sufrimiento se conforman con calmar los síntomas. Pero también hay quien piensa que medicarse no es la solución.

A ellos se dirige este libro de  Clay Newmaninspirado en frases reveladores de Séneca, senador del Imperio romano durante los gobiernos de Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón,  cuyas paginas  fomentan la filosofía estoica y dan la dosis de sabiduría precisa para aprender a ser felices.

La fuente del sufrimiento suele provenir de la creencia de que nuestra forma de ver la vida es la forma de ver la vida, y que quienes ven las cosas diferentes a nosotros están equivocados. De hecho, tenemos tendencia a rodearnos de personas que piensan exactamente como nosotros, considerando que estas son las únicas cuerdas y sensatas.

Cuando nuestras creencias se confrontan con otras personas o con circunstancias que se alejan de nuestra forma de ver las cosas, entramos en un malestar psicológico que nos provoca sufrimiento.

“El propósito de tu vida consiste en aprender a ser feliz y a estar en paz contigo mismo, para ello tienes que amar la vida tal como es”
-Clay Newman-

¿Por qué no cuestionamos nuestra forma de pensar?
Ya lo decía Séneca, la ignorancia es el germen de la infelicidad y ésta, la raíz desde la que florecen el resto de nuestros conflictos y perturbaciones. No existe ni un solo ser humano en el mundo que quiera sufrir de forma voluntaria. Las personas queremos ser felices, pero en general no tenemos ni idea de cómo lograrlo.

Dado que la mentira más común es la que nos contamos a nosotros mismos, en vez de cuestionar nuestro sistema de creencias e iniciar un proceso de cambio personal, la mayoría nos quedamos anclados en el victimismo, la indignación, la impotencia o la resignación.
Dejemos de mirar hacia otro lado. 

El autoengaño es un déficit de honestidad. La honestidad puede resultar muy dolorosa al principio pero a medio plazo es muy liberadora. Nos permite afrontar la verdad acerca de quiénes somos y de cómo nos relacionamos con nuestro mundo interior.

“A la vida no le importa lo que tú quieres. Tu tragedia es que siempre quieres más de lo que tienes”
-Clay Newman-

Lo único que te impide ser feliz eres tú mismo
Séneca y su filosofía estoica postulaba que se puede alcanzar la libertad y la tranquilidad tan solo siendo ajeno a las comodidades materiales, la fortuna externa y dedicándose a una vida guiada por los principios de la razón y la virtud, tal es una idea de imperturbabilidad. Esta forma de ver la vida también ha sido interpretada por corrientes filosóficas orientales y actualmente por las nuevas generaciones de tratamiento en Psicología.

Nuestras interpretaciones ligadas a nuestras reacciones emocionales son las que nos llevan a sufrir y a entrar en conflicto con nosotros mismos. 

En última instancia nosotros somos los causantes de nuestro propio daño. El dolor reprimido puede convertirnos en personas susceptibles y beligerantes. Elegir tomar una actitud victimista nos hará seguir sin comprender que la causa del sufrimiento no tiene que ver con el estímulo en cuestión, sino con la reacción frente al estímulo.

En realidad, nosotros somos los únicos capaces de perturbarnos a nosotros mismos, somos y seremos la causa de nuestro sufrimiento. Los demás pueden matarnos físicamente, pero en un plano espiritual, solo nosotros tenemos el poder de hacernos daño. A pesar de librarse en nuestra propia mente, esta guerra ilusoria nos provoca una serie de lastres emocionales como la culpabilidad, el rencor, el resentimiento, el odio, el castigo y el deseo de venganza.

Estas emociones son el resultado de haber interpretado de forma excesiva, subjetiva y distorsionada algunos hechos y emociones acontecidos en el pasado. 

Sin embargo, los hechos pasados condicionan tu red de relaciones en el presente, impidiéndote avanzar hacia el futuro, poniendo de manifiesto un déficit de perdón.

Esa cualidad se desarrolla al ir liberándonos del dolor que nos generamos a nosotros mismos por no saber relacionarnos de forma más pro-activa, constructiva y armoniosa.
“Lo mejor que puedes hacer por la humanidad es ser feliz y aprender a estar en paz contigo mismo”
-Séneca-


Fuente: lamentemaravillosa.com


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