Mariano
Bueno, experto en geobiología, bioconstrucción y agricultura ecológica. Es un
hombre renancentista. Su sabiduría nace de su contacto con la Tierra. Su
investigación ha seguido una interesante trayectoria, inició su andadura con la
agricultura ecológica, después amplió su campo al estudio de cómo afectan las
radiaciones a nuestra salud, convirtiéndose en un profundo conocedor de la
geobiología y la bioconstrucción. En ambos campos ha sido pionero y gran divulgador,
sus libros sobre estas materias son ya clásicos. Hay otra faceta en la que
Mariano Bueno es también un gran conocedor y es el estudio de la conciencia. Si
interés por las regresiones y las experiencias cercanas a la muerte dan a su
trabajo una profundidad poco usual.
En su vida
ha conseguido aunar teoría y práctica de una manera muy coherente ya que él
sabe muy bien que lo que le está sucediendo al planeta tiene mucho que ver con
nuestros actos cotidianos. Todo ello convierte a Mariano Bueno en una persona a
quien merece la pena escuchar.
Cada vez más gente reconoce que los árboles son un elemento muy
necesario ¿Por qué son tan importantes los árboles para los humanos y el resto
de la vida?
La vida es
ante todo biodiversidad, es el conjunto de sinergias y de interdependencias
entre todos los seres vivos que poblamos el planeta. Nadie es más importante
que nadie; el árbol no es más importante que la hierba y el ser humano no es
más importante que cualquier otro animal, sino que todos formamos parte de un
conjunto del que dependemos todos y la colaboración mutua es la que permite que
la vida perviva. Es cierto que el árbol juega un papel importantísimo en tanto
que es una pieza que permite que la vida se genere. Debajo de los bosques,
debajo de cualquier árbol, la materia orgánica que va cayendo en forma de
hojas, o esa hierba que puede crecer porque no da tanto el sol, permite que se
haga una capa de humus que a su vez crea mucha diversidad de insectos, de
animales que van a vivir de esa materia en descomposición. El humus es suelo
fértil.
Además, el
árbol tiene la capacidad de absorber la energía del sol, almacenarla en
moléculas de carbono. Sabemos que el árbol es un buen elemento para absorber el
carbono atmosférico. El árbol utiliza este carbono para hacer la celulosa de su
estructura, de sus ramas, de sus hojas, de sus frutos. En realidad lo que hace
es coger las partículas de carbono y las utiliza como materia donde almacena la
energía. O sea una rama de árbol, un trozo de leña que utilizamos para el
fuego, es carbono atmosférico almacenado en forma de celulosa que cuando
nosotros le prendemos fuego liberará esa energía en forma de radiación
infrarroja, en forma de fotones de luz. Esa energía que ha absorbido del sol,
la devuelve. Esa energía también se convierte en un fruto. Cuando comes una
fruta, comes energía solar almacenada por el árbol. Vemos que el árbol es un
eslabón importante en la transformación de energía que permite la propia vida,
tanto en la forma directa de energía solar convertida en alimento o en fuente
de calor, de luz, hasta este mismo carbono desintegrándose y aportando
nutrientes a las plantas que crecen en el suelo, a los animales que viven allí.
En todo el ciclo de la vida, el árbol juega un papel importante, además de sus facetas
estéticas, limpiadoras.
¿Qué quieres decir con faceta limpiadora?
Hay un
estudio de longevidad en Japón, muy curioso, hecho con 4000 médicos residentes
en Tokio. Se ha visto que personas que viven cerca de parques o de sitios dónde
hay árboles tenían una media de vida de 5 años más que las que viven en zonas
degradadas y sin purificación. El árbol purifica el aire y también crea un
ambiente mucho más sano para nuestra propia vida.
Cada vez más gente despierta a una conciencia más holística y respetuosa
con la naturaleza. De momento este “despertar” sucede a nivel de individuos
aislados ¿crees que a nivel de comunidades de millones de habitantes, seremos
capaces de dar este salto?
Creo que no
nos queda más remedio. En el fondo los seres humanos nos movemos por paradigmas
o por estructuras de conciencia y lo que estamos viviendo hoy como realidad era
la utopía de nuestros abuelos o de nuestros padres porque nuestros abuelos ni
siquiera se podían imaginar que se podía vivir con el nivel de confort y de
lujo que vivimos hoy. Paradójicamente nos quejamos continuamente pero no nos
damos cuenta de que cualquier trabajador normal, de la construcción o de
cualquier fábrica, vive mucho mejor que un rico de hace 100 años, hoy día.
Incluso tiene coches mucho más potentes e instalaciones mucho más lujosas que
un rico de hace 100 años. Estamos viviendo una realidad que hace 100 años era
una utopía, pero lo que estamos viviendo es lo que estuvo en la mente de muchas
personas. Ahora nos damos cuenta de que esta cantidad de hormigón por todas
partes, y carreteras y edificios en la costa están degradando y destruyendo el
entorno, pero eso es lo que en los años 60 era el objetivo, salir de la pobreza
y la miseria, tener precisamente más carreteras, más hormigón, más “progreso”.
Ahora de repente, ya hemos conseguido este objetivo, pero nos damos cuenta de
que hemos ganado en cosas materiales y hemos perdido en calidad de vida y en
salud a muchos niveles. Tenemos el problema de la alimentación de mala calidad,
de contaminación del aire y de la degradación del medio ambiente en general.
Eso nos lleva a preguntarnos qué es lo que de verdad queremos. Es cuando
empezamos a crear otra utopía, a darnos cuenta de que nuestra vida sería mucho
más saludable a nivel físico, emocional, de relaciones, a todos los niveles, si
el entorno no estuviera tan degradado. Entonces decimos: ¿Qué podemos hacer? Y
es allí cuando empiezan a surgir voces de todas partes diciendo que podemos
hacer cosas: podemos plantar árboles, podemos hacer agricultura ecológica,
podemos decir: “yo gasto mi dinero en comprar alimentos que han sido producidos
de forma ecológica y no financio la destrucción del planeta comprando alimentos
baratos pero de producción química”, etc… Al principio son 4 ó 5 personas pero
al final se creará un campo morfogenético, como dice Rupert Sheldrake, que creará
dentro de unos años una dinámica en espiral que abarcará a millones de
personas. Entonces el cambio se dará. Ahora nos puede parecer casi utópico,
pero las utopías de hoy están destinadas a ser la realidad de mañana.
El paradigma emergente, más holistico e integral, ¿va a ser el paradigma
alternativo al actual?
La sociedad
y el sistema tienden a adaptarse continuamente a las necesidades y al patrón de
lo que la propia sociedad pide o demanda. Yo últimamente estoy recordando mucho
que a los 10 años un maestro que yo apreciaba mucho me regaló un librito, era
el año 68, se titulaba “España progresa”. Mostraba todas las autopistas que se
hacían, todas las fábricas que se montaban, las líneas de alta tensión, los
hoteles en la costa, y eso era el símbolo donde todos nos sentíamos orgullosos
de que España progresara. Hoy, mi hijo que tiene 10 años, en sus libros lee la
importancia del respeto medioambiental, la ecología, el reciclaje; todo aquello
que posiblemente cuando ellos lleguen al poder las cosas cambien.
Así como los
políticos y los economistas que hoy dirigen la economía fueron educados en esta
visión de “progreso hormigón”, las generaciones actuales se están educando con
el objetivo del equilibrio medioambiental. Cuando ellos tengan el poder, está
claro que irán en una dirección distinta a la de ahora. Primarán el respeto
medioambiental y la calidad de vida entendida como integración correcta con el
entorno sobre el simple progreso material. También habremos visto que el
progreso material no nos lo ha dado todo, que hay un límite en el cual dices
“ya tengo suficiente”, una vez tienes dos sofás y tienes dos coches y ya basta.
Porque también quieres sentirte a gusto contigo mismo y tener gente con la que
puedes compartir todo eso y tiempo para disfrutarlo. Nadie tiene tiempo. Para
conseguir toda esta comodidad material hemos sacrificado el tiempo para
nosotros, para la familia, para el entorno, para todo. De repente empezaremos a
dar más valor al tiempo e iremos sacrificando tiempo que dedicábamos a producir,
a ganar y a tener, para vivir de una forma más plena.
¿Crees que cuando se manifieste esta utopía el ser humano podrá entrar
en un estado de armonía?
La armonía
es en el fondo el equilibrio de los polos positivo y negativo; en mi opinión el
equilibrio es imposible. La vida es un positivo y negativo, un yin yang
cambiándose continuamente; hay altos y bajos. Por lo tanto, ahora estamos en el
fondo del péndulo, va a girar en el otro sentido, mantendrá un tiempo en el que
parecerá que está equilibrado pero va a polarizarse para luego volver al
opuesto. La vida es mutación y cambio, día y noche, luz y sombra, bien y mal,
ésa es la gran escuela de la vida. Habrá cambios continuos porque es el cambio
lo que permite la vida, la transformación.
Ésto lo
vemos en la agricultura. Es lo que nos enseña el humus, que es la clave entre
lo mineral y lo vivo. Ese carbono que han utilizado los árboles, las hojas, las
plantas junto con la energía solar que se integra con los minerales y hace este
complejo arcilloso único. Esta arcilla es un estado único porque ni es un ser
vivo ni es mineral. Es un intermedio, y es el que nutre y permite que la vida
se desarrolle. Pero de alguna forma, es muerte porque el humus viene de una
planta o de un animal que ha muerto, de una lombriz o unas bacterias que han
muerto. En la vida hay crisis constantes, hay reajustes constantes, ciertas
ideas, ciertos conceptos y realidades mueren para nacer otras realidades, otros
conceptos y otras posibilidades que van dando posibilidad a una nueva forma de
expresión y de vida, de evolución.
¿Cuál es el papel del ser humano dentro de la vida?
Podemos
verlo desde muchas áreas. Podemos verlo como un ser más dentro de un gran
ecosistema, que si sabe adaptarse pervivirá en el ecosistema o desaparecerá del
ecosistema. Hay mucha gente que se siente superior, otros que se sienten
inferiores. Cuando miras un ecosistema, ves que no hay seres más o menos
importantes. Ves que es tan importante una lombriz que permite que la tierra
sea fértil y que un árbol sea majestuoso, como el león que se come a la gacela,
como la gacela que se come la hierba, como la hierba que permite que la gacela
viva. O sea, no hay nadie más importante que nadie, sino que somos como células
de un gran organismo. Por lo tanto, para mí el ser humano no es ni mejor ni
peor, ni está más evolucionado ni menos que cualquier otro ser vivo.
Pero el ser humano tiene un rasgo que le diferencia del resto: el nivel
de conciencia. Y la conciencia suele implicar responsabilidad ¿Qué opinas?
La
investigación de la conciencia es un área que siempre me ha apasionado, saber
si la conciencia es una expresión simplemente del cerebro humano como elemento
evolutivo o si es algo más. En mi trabajo personal, con las regresiones y con
el estudio de la muerte, he llegado una conclusión muy similar a la que ha
llegado el cardiólogo holandés Tim van Lommel, quien ha investigado el tema de
las experiencias cercanas a la muerte, de gente que tiene muertes clínicas
temporales. Su conclusión es: la conciencia pervive a la muerte del cuerpo
físico. Y mi experiencia personal y el trabajo que yo hago con la gente me
lleva a la misma conclusión. La conciencia es algo ajeno, separado del cuerpo
físico. Utiliza al cuerpo como base de experimentación. La conciencia se une a
un cuerpo físico y a través de éste aprende, evoluciona, progresa. Y cuando
este cuerpo físico se desintegra, sea por edad o por accidente, esa conciencia
va a procesar las experiencias vividas. Lo único que nos llevamos cuando nos
morimos son esas experiencias vividas. Ni lo material, ni los logros
personales, ni que te hayan aclamado, ni que hayas fracasado; cada experiencia
vivida es un cúmulo de información y eso es lo único que nos llevaremos. Y con
toda esta información tendremos la posibilidad de experimentar en otras formas
de vida, en otros cuerpos, en otras dimensiones de la realidad donde seguiremos
evolucionando con todas estas experiencias que vamos adquiriendo día a día.
¿Tiene algún sentido preguntarse “para qué todo este montaje
existencial”, “para qué estamos aquí”?
Es muy
lógico preguntárselo. Somos seres humanos y buscamos respuestas, pero hay miles
de respuestas. Cada filosofía, cada religión, cada cultura, cada experiencia
personal da una respuesta diferente a este por qué. Yo si me preguntas a mí, te
diría: yo observo un proceso. El porqué de este proceso todavía se me escapa.
La frase que sintetiza más pero que es muy abstracta, y que cada uno puede
interpretar como quiera es: Somos luz y vamos hacia la luz, una luz que en un
momento determinado empieza a experimentar en dimensiones más densas.
Los físicos
cuánticos nos dicen que todo es energía y solo un 0,005% de la energía se
expresa como forma material, materia densa, átomos, planetas y galaxias. El
resto es energía, o sea, luz. La luz blanca es una frecuencia. Cuando vemos un
color estamos viendo una alteración de la luz blanca. Lo que eso me sugiere es
que somos luz blanca que un día empezó a vibrar de un tono muy concreto,
pasamos por todo el arco iris, por todo un cúmulo de experiencias o frecuencias
diferentes de la energía, y un día conseguiremos fundirnos con todas las
energías del universo y volver a ser luz blanca. Es una metáfora que cada uno
puede interpretar como quiera.
Tú trabajas con las manos. Eres un agricultor y un constructor, pero al
mismo tiempo has estudiado intelectualmente varios temas. Unes teoría y
práctica ¿Qué beneficios experimentas al juntar esas dos dimensiones?
Si hablamos
de equilibrio y hablamos de plenitud, la realidad en la que vivimos es
múltiple; tenemos un cuerpo físico, unas emociones, una mente y la conciencia.
No me gusta hablar de alma o de espíritu, prefiero decir conciencia lúcida. Hay
una conciencia racional, una conciencia emocional, una conciencia intelectual
pero hay una conciencia lúcida que es la que experimenta a través de todas las
demás, la que utiliza esa conciencia racional y este cuerpo físico para
experimentar. Está experimentando en un cuerpo físico, por lo tanto tiene que
haber una aceptación y una integración de la realidad física. Y esa realidad
física necesita los alimentos para sobrevivir. Para mí, trabajar en las áreas
del trabajo físico, del cuerpo, de producir tus alimentos y estar en contacto
con la tierra, me hace ser consciente de mi realidad material. Pero al mismo
tiempo, trabajo con la energía. Mi trabajo con las casas sanas, con la
geobiología, me hace ser consciente de que en el fondo somos energía vibrante
que se manifiesta en cuerpos físicos y elementos físicos. En el fondo, somos
energía. El aglutinador de todo eso es una conciencia lúcida que permite que el
cuerpo se mantenga coherente y como estructura física. De hecho, cuando uno
tiene un disgusto o una emoción, el cuerpo se derrumba. Por muy físico y por
muy bien alimentado que esté, si emocionalmente no integras bien la
experiencia, ese cuerpo sufre. Y al mismo tiempo, somos energía, somos luz, por
lo tanto tenemos que abrirnos a esa conciencia lúcida. Lo más importante es
buscar el equilibrio entre todos esos elementos. Si uno desarrolla mucho su
intelecto y su cuerpo se deteriora, ¿a dónde llega? A la enfermedad. Si uno
desarrolla mucho sus emociones, tienes vivencias emocionales muy fuertes, pero
no se alimenta bien o no es capaz de ganarse el sueldo cada mes que le permita
vivir en la materia, también se deshace su estructura y sufre muchísimo. Si
desarrollamos demasiado una de las áreas y las demás las dejamos de lado, hay
sufrimiento y dolor.
¿En el fondo sólo hay luz?
Lo que hay
es una conciencia de luz manifestada en un cuerpo físico, con la que tenemos
que hacer un trabajo de reconexión, descubrir el ser de luz que cada uno somos,
y que se puede experimentar. Una de las fases que me ha llegado más es de José
Luis Cabouli, uno de mis maestros con las regresiones. En uno de sus libros
hace una regresión a una mujer y le dice: “ahora que has repasado tus vidas,
¿qué crees que has aprendido? ¿qué le pides a la vida?” Y ella contesta: “Lo
único que quiero es que mi cuerpo y mi personalidad puedan reflejar el cuerpo
de luz que soy”.
En este momento que hemos cedido mucha responsabilidad de lo que nos
pasa a otros, el reto de la autosuficiencia queda muy lejano. ¿Qué consejos
puees dar a alguien que quiera recuperar un poco de la energía que le entrega
al sistema?
El nivel de
libertad personal depende de las cosas que eres capaz de hacer por ti mismo. Si
no soy capaz de coger la cuchara y ponerme la comida en la boca, necesito que
alguien coja la cuchara y me dé la comida. Eso lo entendemos y nos parece
lógico. Pero no soy capaz de hacer la ropa con la que visto, ni el coche con el
que circulo. Dependo de otros. En parte está bien, cuando una sociedad está
integrada por muchos elementos, cada uno se especializa en algo. Pero también
es cierto que en la medida en que yo voy relegando cosas que yo podría hacer o
saber, y digo desde respirar hasta hacer ejercicio… Me sorprende que hoy en día
hay hasta máquinas de hacer ejercicios, te tumbas y te mueven los brazos y las
piernas… Somos incapaces de caminar o de ir en bicicleta, hemos perdido esa
libertad. Eso llevado a otras escalas ocurre también en cuestiones políticas y
sociales, relegamos mucho a los supuestos especialistas que tienen que saber
más que nosotros. Admiro mucho a Leonardo da Vinci y su concepto de “Homus
universalis”, el ser humano tiene que ser capaz de cocinar, fregar platos,
hacer una obra de arte, fabricar una máquina, reparar un enchufe, cambiar las
bujías de tu coche, etc. Aunque aparentemente no tienes necesidad, porque
trabajas para ganar dinero para que un mecánico te arregle el coche, que otro
te arregle el enchufe… pero tener la capacidad de manejar todos esos elementos
que en cualquier circunstancia de la vida puedes necesitar, y no tener que
buscar este especialista, te da mucha seguridad y una gran capacidad para
enfrentarte a la vida. Aquellas personas que dependen de los demás porque ganan
bastante dinero para pagar a los demás, en realidad están limitando sus
capacidades de cara a relacionarse de una forma más completa con la realidad
que nos rodea.
Entrevista a Mariano Bueno, publicada en la revista Namaste
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