Siempre que
nuestro cuerpo se une en un beso, en un abrazo o incluso en una simple caricia,
se produce un intercambio de energías.
Si la
unión es sensual, en un beso o acto sexual, la liberación
energético-informativa hormonal que verificamos, es que se estimula todas las
células del cuerpo y hace que la transferencia energética sea mucho más
intensa.
La
relación sexual es un intercambio íntimo de fluidos vitales, hormonas y energía
sutil.
El
clímax, en el orgasmo, es la cima en la formación de un vínculo energético
entre los miembros de la pareja.
Se
crea, una memoria energética celular común, un evento que vincula
permanentemente a los dos compañeros.
Desde
este punto de vista no hay sexo seguro, pues siempre habrá intercambio y
vínculo energéticos que harán al compañero(a) permanecer en nosotros.
Dentro
de la experiencia sexual hay un intercambio químico, hormonal y energético
profundo.
Si el
acto sexual se practica con personas fuera de sintonía con nuestra frecuencia
personal, toda la basura de aquella persona vendrá a desarmonizar nuestra
vibración.
Cada
vez que invitamos al acto sexual o lo aceptamos, es en base a afinidad y
confianza.
Establecemos
entre ambos un circuito de fuerzas, así la pareja se alimenta psíquicamente de
energías espirituales en régimen de reciprocidad.
Si
amamos no somos posesivos y no buscamos incesantemente el sexo, pues por si
solo ya es desapegado y fuente inagotable de placer.
Actualmente,
cuando se habla de amor, se habla de satisfacción, de carencias del ego. Se ama
con el cerebro y no con el corazón.
Ser
atrayente sexualmente y libre es la moda actual, y se vive en busca de valores
sensoriales.
A
falta de una manera más profunda de vivir, nos sumergimos en el placer de los
sentidos como una fuga, y el sexo es el mayor de esos placeres.
La
sexualidad, que debería ser un puente en niveles más elevados de conciencia, se
pierde en el instinto y en el apego sensorial, y equivoca el objetivo correcto
que debería ser la espiritualidad y el vínculo espiritual/amoroso entre dos
seres.
El
sexo es espíritu y vida al servicio de la felicidad y de la armonía del
universo.
Por
consiguiente, reclama responsabilidad y discernimiento, dónde y cuándo se
exprese.
Por
eso necesitamos y debemos saber qué hacer con nuestra energía sexual.
Observando
cómo, con quién y para quién se sirve de tales recursos, entendiéndose que
todos los compromisos en la vida sexual están igualmente subordinados a la Ley
de Causa y Efecto; y, según ese exacto principio, de todo lo que demos a otro
en el mundo afectivo, ese otro también nos dará.
Una
visión basada en el intercambio de fluidos, energías y niveles químicos y
hormonales que se producen durante el acto sexual, viene a decir que hay que
ser muy cuidadoso con quien se mantienen relaciones íntimas, sobre todo las
mujeres.
Parece
ser que una mujer que mantiene relaciones sexuales con un hombre queda
impregnada con la energía de éste durante 7 años.
Esto
ha podido visualizarse por medio del estudio previo del aura en varias mujeres
y después de haber tenido relaciones con un hombre con el que nunca antes
habían realizado el acto.
Otro
punto válido para ambos sexos es que al fusionarse, la basura energética de uno
se transmite al otro y viceversa, produciendo un desequilibrio orgánico. Porque
está claro que si hay aportación positiva, también la habrá negativa.
En la
modernidad en la que vivimos, el sexo es tomado como un instinto que provoca
placer, su objetivo es ese y el saciar un deseo corporal-mental.
Las
filosofías orientales milenarias como el Tantra o el Tao, reivindican su
práctica, volviéndolo un ritual sagrado en el cual entran en juego una serie de
actitudes en las que el amor verdadero, el gozo, el dejar de lado los complejos
y prejuicios, el sentir y estar en el momento presente, son todos factores que
tienen como objetivo el despertar de la conciencia.
Lo
ideal es elegir a nuestra pareja teniendo en cuenta algunos aspectos (sexo y
karma).
Por
ejemplo, si la persona es violenta, melancólica o desganada y convivimos con
ella, su energía tarde o temprano se convertirá en parte de la nuestra, los
lazos kármicos que tiene esa persona se unen a nuestro flujo energético en el
intercambio sexual.
Por
otra parte también debemos considerar el dar y recibir, por lo que si entras en
un circulo poco saludable para ti, lo más probable es que te lleve un tiempo
considerable salir de él, inevitablemente cuando recibas actitudes insanas, a
cambio de forma inconsciente devolverás… lo mismo.
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