Nadie puede sanar a menos que comprenda cuál es el
propósito que aparentemente tiene la enfermedad. Pues entonces comprende
también que dicho propósito no tiene sentido. Al no tener la enfermedad causa
ni ningún propósito válido, es imposible que exista. Una vez que se reconoce
esto, la curación es automática. Pues dicho reconocimiento desvanece esta
ilusión sin sentido, valiéndose del mismo enfoque que lleva a todas las
ilusiones ante la verdad, y simplemente las deja allí para que desaparezcan.
La enfermedad no es un accidente. Al igual que toda
defensa, es un mecanismo demente de auto-engaño. Y al igual que todos los demás
mecanismos, su propósito es ocultar la realidad, atacarla, alterarla,
incapacitaría, distorsionarla, tergiversarla y reducirla a un insignificante
montón de partes desarmadas. La meta de todas las defensas es impedir que la
verdad sea integra. las partes se ven entonces como si cada una de ellas fuese
un todo en sí misma.
Las defensas no son involuntarias ni se forjan
inconscientemente. Son como varitas mágicas secretas que utilizas cuando la
verdad parece amenazar lo que prefieres creer. Parecen ser algo inconsciente
debido únicamente a la rapidez con que decides emplearlas. En ese segundo, o
fracción de segundo en que decides emplearlas, reconoces exactamente lo que te
propones hacer, y luego lo das por hecho.
¿Quién sino tú decide que existe una amenaza, que
es necesario escapar, y erige una serie de defensas para contrarrestar la
amenaza que ha juzgado real?
Todo esto no puede hacerse de manera inconsciente.
Mas una vez que lo has hecho, tu plan requiere que te olvides de que fuiste tú
quien lo hizo, de manera que parezca ser algo ajeno a tu propia intención; un
acontecimiento que no guarda relación alguna con tu estado mental; un desenlace
que produce un efecto real en ti, en vez de uno que tú mismo has causado.
La rapidez con la que te olvidas del papel que
desempeñas en la fabricación de tu "realidad" es lo que hace que las
defensas no parezcan estar bajo tu control. Mas puedes recordar lo que has
olvidado, si estás dispuesto a reconsiderar la decisión que se encuentra
doblemente sellada en el olvido. El hecho de que no te acuerdes no es más que
la señal de que esa decisión todavía está en vigor, en cuanto que eso es lo que
deseas. No confundas esto con un hecho. Las defensas hacen que los hechos sean
irreconocibles. Ese es su propósito, y eso es lo que hacen.
Las defensas toman fragmentos de la totalidad, los
ensamblan sin tener en cuenta la verdadera relación que existe entre ellos, y,
de esta manera, tejen ilusiones de una totalidad que no existe. Este proceso es
lo que produce la sensación de amenaza, y no cualquier resultado que pueda
derivarse de él. Cuando se arrancan partes de la totalidad y se consideran como
algo separado y como un todo en sí mismas, se convierten en símbolos que
representan un ataque contra la totalidad y al, en efecto lograrlo, ésta no se
puede volver a ver como la totalidad que es. Sin embargo, has olvidado que
dichas partes sólo representan tu decisión de lo que debe ser real, a fin de
que ocupe el lugar de lo que si es real.
La enfermedad es una decisión, No es algo que te
suceda sin tú mismo haberlo pedido, y que te debilita y te hace sufrir. Es una
decisión que tú mismo tomas, un plan que trazas, cuando por un instante la
verdad alborea en tu mente engañada y todo tu mundo parece dar tumbos y estar a
punto de derrumbarse. Ahora enfermas, para que la verdad se marche y deje de
ser una amenaza para tus falsos castillos.
¿Por qué crees que la enfermedad puede escudarte de
la verdad? Porque demuestra que el cuerpo no está separado de ti y que, por lo
tanto, tú no puedes por menos que estar separado de la verdad.
Experimentas
dolor cuando el cuerpo lo experimenta, y en ese dolor te vuelves uno con él. De
esta manera, tu "verdadera" identidad queda a salvo, y el extraño y
perturbador pensamiento de que tal vez seas algo más que un puñado de polvo
queda mitigado y silenciado. Pues fíjate, ese polvo puede hacerte sufrir,
torcerte las extremidades y pararte el corazón, ordenándote que mueras y dejes
de existir.
De esta manera, el cuerpo es más fuerte que la
verdad, la cual te pide que vivas, pero no puede imponerse a tu decisión de
querer morir. Y así, el cuerpo es más poderoso que la vida eterna, el Cielo más
frágil que el infierno y los designios de Dios para la salvación de Su Hijo se
ven contrarrestados por una decisión que es más fuerte que Su Voluntad. El Hijo
no es más que polvo, el Padre no está completo y el caos se sienta triunfante
en Su trono.
Tal es el plan que has elaborado para tu propia
defensa. y crees que el Cielo se estremece ante ataques tan irracionales como
éstos, en los que Dios queda cegado por tus ilusiones, la verdad transformada
en mentiras y todo el universo hecho esclavo de las leyes que tus defensas
quieren imponerle. Mas ¿quién podría creer en ilusiones salvo el que las
inventa? ¿Quién más podría verlas y reaccionar ante ellas como si fuesen la
verdad?
Dios no sabe nada de tus planes para cambiar Su
Voluntad. El universo permanece indiferente a las leyes con las que has creído
gobernarlo. Y el Cielo no se ha inclinado ante el infierno, ni la vida ante la
muerte. Lo único que puedes hacer es elegir pensar que mueres o que sufres
enfermedades, o que de alguna manera tergiversas la verdad. Lo que ha sido
creado no guarda relación alguna Con eso. Las defensas son planes para derrotar
lo que no puede ser atacado. Lo que es inalterable no puede cambiar. Y lo que
es absolutamente impecable no puede pecar.
Ésta es la simple verdad. No recurre a la fuerza ni
al dominio. No exige obediencia, ni intenta demostrar cuán fútiles y
lamentables son tus intentos de planear defensas que la pudiesen alterar. La
verdad sólo desea brindarte felicidad, pues ése es su propósito. Quizá exhala
un pequeño suspiro cuando rechazas sus dones. No obstante, sabe con absoluta
certeza que recibirás lo que Dios dispone para ti.
Este hecho es lo que demuestra que el tiempo es una
ilusión. pues el tiempo te permite pensar que lo que Dios te ha dado no es
verdad ahora mismo, como no puede por menos que serlo. Los Pensamientos de Dios
son totalmente ajenos al tiempo. Pues el tiempo no es sino otra absurda defensa
que has urdido contra la verdad. Lo que Él dispone, no obstante, esta aquí, y
tú sigues siendo tal como Él te creó.
El poder de la verdad es muy superior al de
cualquier defensa, pues ninguna ilusión puede permanecer allí donde se le ha
dado entrada a la verdad. y ésta alborea en cualquier mente que esté dispuesta
a deponer sus armas y a dejar de jugar con necedades.
La verdad se puede
encontrar en cualquier momento; incluso hoy mismo, si eliges practicar darle la
bienvenida.
Este es nuestro objetivo hoy Dedicaremos un cuarto
de hora en dos ocasiones a pedirle a la verdad que venga y nos libere. y la
verdad vendrá, pues jamás ha estado separada de nosotros. Tan sólo aguarda la
invitación que hoy le hacemos. Introducimos dicha invitación con una plegaria
de curación para que nos ayude a superar nuestra actitud defensiva y permita
que la verdad sea como siempre ha sido:
La enfermedad es una defensa contra la verdad.
Aceptaré la verdad de lo que soy, y dejaré que mi mente sane hoy completamente.
La curación destellará a través de tu mente abierta a medida que la paz y la
verdad se alcen para ocupar el lugar de la contienda y de las imaginaciones
vanas. No quedará ni un solo rincón tenebroso que la enfermedad pueda ocultar y
defender contra la luz de la verdad. No quedarán en tu mente figuras sombrías
procedentes de tus sueños ni sus absurdos y obscuros anhelos, cuyos propósitos
dobles se persiguen descabelladamente. La mente sanará de todo deseo enfermizo
que jamás haya tratado que el cuerpo obedeciera.
Ahora el cuerpo está sano porque la fuente de la
enfermedad está dispuesta a recibir alivio. Y reconocerás que practicaste bien
por lo siguiente: el cuerpo no sentirá nada en absoluto. Si has tenido éxito,
no habrá sensación alguna de enfermedad o de bienestar, de dolor o de placer. La
mente no responderá en absoluto a lo que el cuerpo haga, Lo único que se
conserva es su utilidad y nada más.
Tal vez no te des cuenta de que esto elimina los
limites que le habías impuesto al cuerpo como resultado de los propósitos que
le habías adjudicado.
A medida que éstos se dejan a un lado, el cuerpo tendrá
suficiente fuerza para se ir a cualquier propósito que sea verdaderamente útil.
La salud del cuerpo queda plenamente garantizada porque ya no se ve limitado
por el tiempo, por el clima o la fatiga, por lo que come o bebe, ni por ninguna
de las leyes a que antes lo sometías. No tienes que hacer nada para que esté
bien, pues la enfermedad es ahora imposible.
Mas para conservar esta protección es preciso que
te mantengas extremadamente alerta. Si permites que tu mente abrigue
pensamientos de ataque, juzgue o trace planes para contrarrestar cosas que tal
vez puedan pasar en el futuro, te habrás vuelto a extraviar, y habrás forjado
una identidad corporal que atacará al cuerpo, pues en ese caso la mente estará
enferma.
De ocurrir esto, remédialo de inmediato, no
permitiendo que tu actitud defensiva te siga haciendo daño. No te confundas con
respecto a lo que necesita sanar, sino que di para tus adentros:
He olvidado lo que realmente soy, pues me confundía
mi mismo con mi cuerpo.
La enfermedad es una defensa contra la verdad.
Más yo no soy un cuerpo.
y Mi mente es incapaz de atacar.
por lo tanto, no puedo estar enfermo.
http://sendailuminada.com
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