Algunos de mis amigos y compañeros, sobre todo
aquellos que me perciben energéticamente, a veces me ven entrar por la puerta y
ya me están diciendo que tengo “la cabeza como un bombo”, de cargada.
No hace mucho, después de una de las
meditaciones que hacemos regularmente para trabajar con el cuarto chakra, me
dijeron que me tumbara en la camilla porque, entre otras cosas, me iban a
descargar un poco el cuerpo mental, que lo veían un “pelín saturado”.
Un conjunto de información energética
El cuerpo mental es un componente del alma, junto
con el cuerpo etérico y el cuerpo emocional. Es la parte del ser humano que
lleva a cuestas las ideas, pensamientos, conocimientos, patrones de conducta,
sistemas de creencias, memorias y todo lo que tenga que ver con la información,
el saber y la mente. El cuerpo mental incluye los pensamientos normales y
diarios de la vida rutinaria que llevamos, hasta 65000 cada día (según algunos
estudios), incluye las memorias, incluye los niveles de información que
guardamos, el subconsciente y el inconsciente, e incluye la conexión con el
campo morfogenético o inconsciente colectivo de toda la raza humana.
Cuando una persona está constantemente pensando,
analizando, estudiando y usando mucho su mente, su cuerpo mental brilla, se
hace más intenso, pues la energía que se mueve se nota especialmente alrededor
de los hombros y por todo el contorno de la cabeza, se percibe de color
amarillento, y su tonalidad varía según la intensidad y uso que se le esté
dando. Es un cuerpo estructurado, es decir, que tiene una forma definida
siguiendo el contorno del cuerpo físico, al contrario que, por ejemplo, el
cuerpo emocional, que es completamente nebuloso y no estructurado.
Todo ocupa sitio
Los pensamientos y conocimientos que tenemos,
realmente, ocupan “espacio” energético, y se mantienen activos si uno no sabe
desconectar un poco de “su cabeza”. Por
ejemplo, esas noches que no podemos dormir porque tenemos algo que no hay forma
de parar de darle vueltas y vueltas, es debido a que nuestro cuerpo mental
sigue activo y trabajando sin haber sido capaz de “desconectarse” para
descansar. A mí me pasa de vez en cuando, cuando estoy con algún tema, concepto
o idea que no logro entender, mi actividad mental es muy intensa, tanto que,
como algún amigo me ha dicho alguna vez, da miedo percibir “el movimiento” que
tengo alrededor de la cabeza.
Así que, lo primero que hice al darme cuenta de
eso, fue aprender a “descargar” mi cuerpo mental. El día que mis compañeros
del centro Othala me
tumbaron en camilla y me empezaron a retirar a cuatro manos “energía inútil”,
pensamientos superficiales (“tengo que comprar el pan”, ocupa tanto
espacio como cualquier pensamiento filosófico) y otros restos acumulados ahí
que estorbaban más que otra cosa, realmente me sentía como quien coge una pala
y empieza a sacar arena, hasta que se ha vaciado una parte de ese exceso de
energía acumulado y uno se siente más “ligero” y más relajado mentalmente.
En mi caso, bueno, no tarda mucho en volver a
llenarse, por mi naturaleza, no puedo evitar pasarme todo el día dándole
vueltas a cómo funciona esto, o como funciona lo otro, hace tiempo que acepté
que soy así, de forma que más que intentar bloquear mi forma natural de
entender y analizar “esto del universo”, lo más sencillo es aprender a
descargarme regularmente, y, os lo explico, para que, quien quiera, lo use
también.
Sacando energía sobrante
La idea es muy sencilla, yo aprovecho el momento de
la ducha para ello, para combinar la limpieza del aura con el agua, pero se
puede hacer en cualquier instante. La idea es poner las manos en vuestro cuerpo
mental, a unos 20-25 cm de vuestra cabeza, y tratar de sentir la energía,
tratar de percibir ese cuerpo sutil. Una vez sois capaces de notarlo, es el
poder de la intención y la acción de coger con las manos esa energía y
quitarla, como el que se quita cosas de encima, durante unos minutos, lo que
hará que podáis descargar todo lo acumulado e inservible, por superficial, ahí.
No hace falta que veáis literalmente esa energía,
es cuestión de sentir y tener la intención de retirar toda aquella que no
sirva, y mandarla por cualquier pequeño vórtice que os creéis en algún lado (y
que luego cerréis), para que sea usada y transmutada de vuelta al plano mental
de donde proviene, pero “virgen”. Esto no os va a eliminar vuestro
conocimiento, pensamientos, ideas o sistema de creencias, esto simplemente va a
vaciar de energía superflua aquello que se acumula en este cuerpo sutil y que
ya no tiene razón de estar ahí, ocupando espacio “vibratorio”. Cuando
lo has hecho, si además lo combinas con la limpieza del aura mediante el agua,
uno sale mucho más relajado y calmado mentalmente, más sereno y más “acallado”
interiormente. Si se hace de forma regular, pues consigues mantener un
equilibrio interno y un silencio, que también es muy necesario para
vivir en armonía y con tranquilidad. Y luego, no hay problema en seguir
pensando porque el universo funciona así o funciona asa, ya que tienes espacio
de sobra para dedicarte a ello y conseguir que no se convierta en una carga y
“ruido” que de miedo a aquellos que te vean energéticamente.
David Topí.
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