Por curioso que nos resulte, dentro de la práctica psicológica es común que se le plantee a menudo a los pacientes una pregunta muy concreta: ¿qué es lo que te define, cuáles son tus valores? ¿Qué significado tiene la vida para ti? De algún modo, hemos heredado esos fundamentos existencialistas que nos dejó Viktor Frankl con la logoterapia, donde sacar a la luz la motivación primaria de cada ser humano.
A día de hoy muchos especialistas señalan que este fin, el de la búsqueda de significado, es una de las necesidades más básicas de una buena parte de la población. Las personas estamos experimentando en la actualidad una incómoda sensación de vacío. Si hace unas décadas la religión y la espiritualidad intentaban llenar de algún modo esos espacios de dudas, de abismos personales y derivas, en la actualidad se necesita de algo más.
Podríamos decir que ya hemos dejado a un lado esa necesidad por comprender nuestro origen o nuestra posición en el cosmos. La ciencia nos da valiosas respuestas y tenemos a nuestro alcance un gran número de información. No obstante, en este presente definido por los grandes avances tecnológicos, asoman otros vacíos más profundos, otras ansiedades.
¿Para qué estoy aquí? ¿Qué espero de mí mismo? Es decir, en lugar de preguntarnos por el propio significado de la vida, ahora cuestionamos nuestra relación con la vida y a nosotros mismos.
“La vida nunca se vuelve insoportable por las circunstancias, sino solo por falta de significado y propósito”
-Viktor Frankl-
La motivación intrínseca, un compromiso contigo mismo
A todos nos han enseñado aquello de que la motivación puede ser de dos tipos: extrínseca e intrínseca. La primera viene orquestada por la necesidad de llevar a cabo ciertos comportamientos con el objetivo de recibir una recompensa externa, un refuerzo objetivo. La segunda, la motivación intrínseca, es esa donde la persona realiza ciertas cosas por el mero placer de hacerlas, sin necesidad de incentivos externos.
En un estudio llevado a cabo en la Universidad de Strathfield se indica que esta última dimensión motivacional viene regulada por una serie de procesos muy concretos. Así, realidades tan importantes como la creatividad, la curiosidad, la reflexión, el sentido crítico, la iniciativa y las conductas proactivas son las que orquestan todo ese impulso que gesta la motivación intrínseca.
Ahora bien, el problema viene ahora. Durante una buena parte de nuestra vida hemos sido educados bajo los parámetros que rigen a la motivación extrínseca ⇒ “Si haces esto te pondré un sobresaliente. Pórtate bien y te compraré ese juguete. Si apruebas los exámenes te dejaré ir de viaje”.
Aún más, la propia sociedad también nos manipula al más puro estilo conductista a base de premios, castigos y refuerzos. En esencia, hemos vivido tan pendientes de esa mano externa que nos gratifica que podemos sentirnos muy perdidos en su ausencia. Estar supeditados a ese mundo externo origina vacíos internos, bloquea las iniciativas, el impulso creativo, el desafío, el atrevimiento por buscar recompensas propias.
La búsqueda de significado, una obligación personal
La búsqueda de significado da forma a nuestra motivación intrínseca. En el momento en que hallamos un motivo, una razón de ser, una pasión y ese hilo dorado que guía sueños, valores y determinaciones, todo cambia. Sin embargo, ¿cómo hacerlo? Estamos tan llenos de obligaciones, presiones, condicionantes y ruidos ambientales que resulta complicado encontrar esa razón de ser.
No obstante, hay algo que no podemos perder de vista: el ser humano es ingenioso, es valiente, es ocurrente. La búsqueda de significado puede llevarse a cabo en cualquier escenario y situación:
Hablando con alguien, permitiéndonos conocer nuevos puntos de vista.
Viajando.
Leyendo un libro, descubriendo.
Aprendiendo algo nuevo, abriendo la mente a nuevos saberes.
Asistiendo a una conferencia.
Practicando un deporte.
Conociendo personas nuevas.
No obstante, veamos algunas dimensiones clave.
Compromiso contigo mismo
La búsqueda de significado implica comprometernos con nosotros mismos. Algo así significa, por ejemplo, no dejar para mañana nuestras necesidades, significa regalarnos tiempo de calidad, atendernos, permitirnos, cuidarnos darnos nuevas oportunidades para experimentar, descubrir…
Sé curioso, desafía, innova
A veces, no tenemos más remedio que desaprender para aprender de nuevo. Llevamos tanto tiempo mediados por la motivación extrínseca y por esa necesidad de ser validados o recompensados que hemos olvidado lo apasionante que resulta salir de ese cerco y desafiar al mundo.
Atrevámonos a pensar de manera diferente, a ser creativos, a innovar en ideas, conductas, proyectos… El atrevimiento trae descubrimientos, y la búsqueda de significado pasa por ser capaces de hacer cosas nuevas, salir de la rutina.
Para concluir, encontrar un propósito vital es una obligación personal en la que todos deberíamos trabajar. Hagamos más pequeño nuestro vacío existencial llenándolo de experiencias, de vivencias, de oportunidades. La vida a menudo, puede revelarnos no uno, sino múltiples significados en los que situar nuestras motivaciones.
Valeria Sabater
Atrévete a ser feliz.
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