El cansancio, o su término más científico (astenia) suele ser algo generalizado. Algo que afecta a todo el cuerpo, y que la persona que lo padece no logra localizar en una zona concreta.
Es un problema que afecta más a las mujeres, exactamente el doble.
En cualquier caso, sin distinción de sexos, la astenia afecta entre un 21 y un 24% de la población. Y se trata de una entidad típica de la gente joven (el pico máximo de incidencia se sitúa entre los 15 y los 34 años de edad).
El agotamiento o cansancio en la mayoría de ocasiones es transitorio y es posible atribuirlo a causas diversas y concretas, como por ejemplo días intensos laborales, falta de sueño reparador, viajes, situaciones estresantes a nivel personal, conflictos familiares, etc.
Es importante ser cuidadosos, ya que existen ocasiones en que el agotamiento, la debilidad y el cansancio pueden ser la fachada de una enfermedad mayor y en ocasiones preocupante, sobre todo cuando las molestias perduran en el tiempo y van más allá de una sensación de flojera generalizada.
Un mismo síntoma, pero muchas causas posibles..
Si bien el abanico de posibles causas de una sensación mantenida de cansancio (o astenia) es amplio, como veremos a continuación, lo cierto es que la mitad de los casos son debidos, o bien a un cuadro depresivo, o bien a diferentes problemas o estresores psicosociales, ya sea en el ámbito de la pareja, en el laboral, en el personal…
Aunque esto es válido para todos los grupos de edad, en el caso de las personas mayores (a partir de los 65 años), la probabilidad que detrás del cansancio se halle una enfermedad orgánica no es desdeñable.
Existen diferentes enfermedades que incluyen dentro de sus síntomas el agotamiento y la fatiga. Las opciones son diversas, pudiendo referir causas dispares.
Y entre las causas orgánicas, están las infecciones, las enfermedades endocrinas (en especial, la diabetes y el hipotiroidismo); y, ya en gente mayor, la bronquitis crónica o la insuficiencia cardíaca.
Enfermedades de tipo infecciosas: estas pueden ser causadas por hongos, bacterias o virus y ser tan disímiles como un sarampión o síndrome de inmunodeficiencia adquirida.
Infecciones simples: pudiendo ser incluso una patología tan común como una incipiente gripe o resfriado.
Trastornos del sistema inmune: es común que cuando el sistema inmunológico falle, los enfermos sientan menor ánimo y mayor cansancio.
Agotamiento: este se puede presentar por situaciones especiales como por ejemplo el embarazo o la menopausia explicarían un cansancio reiterativo.
Síndrome de fatiga crónica (SFC o síndrome de cansancio crónico): es un trastorno devastador y complejo. Las personas con SFC tienen un cansancio abrumador y una gran cantidad de otros síntomas que no mejoran con el descanso y que pueden empeorar con la actividad física o el esfuerzo mental.
No olvidar los medicamentos que tomamos
Algunos medicamentos de uso común también pueden dar astenia.
Entre ellos, destacan los tranquilizantes, de uso tan extendido de cara a tratar la ansiedad o el insomnio; los anticonceptivos orales, los antihistamínicos (muy usados en cuadros de alergia o de congestión nasal), y algunos antihipertensivos (diuréticos, por ejemplo).
Señalar que el alcohol, o más bien su consumo excesivo, también es motivo frecuente de astenia.
Un motivo menos frecuente, pero de gran relevancia, de astenia, es la anemia.
No tanto por la falta de hierro en sí; sino porque suele ser reflejo de una pérdida de sangre en alguna zona del cuerpo.
En el caso de las mujeres menstruantes, la regla suele justificar esa pérdida.
Pero una anemia tras la menopausia, o bien en un hombre a cualquier edad, ha de llevarnos a buscar un foco de sangrado (en no pocas ocasiones, nos encontraremos cara a cara con un tumor).
Y si todo el estudio es normal…
En el caso de la anemia, tal y como indicábamos, y a buscar qué es lo que sangra es primordial. Por tanto, en muchas de las ocasiones en que nos encontremos con una anemia en una mujer menopáusica, o en un hombre de cualquier edad, deberemos realizar pruebas endoscópicas (el tubo digestivo es, en estos casos, el origen más frecuente de un sangrado). Y, evidentemente, no podemos olvidarnos del tratamiento de la propia anemia: Hierro oral (la mayoría de las veces), y una dieta adecuada para la anemia.
Pero en la mayoría de los casos, como veíamos antes (hasta en la mitad de ellos) el motivo es una depresión, o un problema psicosocial. En estos casos, la psicoterapia, alguna técnica de relajación suelen mejorar y hasta curar el cuadro.
RECOMENDACIONES:
Duerme 8 horas diariamente: descansar entre las 10 de la noche y 7 de la mañana es el período óptimo para contribuir al sano descanso corporal y mental.
Realiza pausas saludables: tomarse pequeños recreos durante la rutina diaria es una dinámica sana que aporta en el descanso. Recluirse en un lugar tranquilo, por ejemplo un jardín, inspirando y expirando pausadamente puede ayudar a distenderse y sobrellevar el resto de la jornada habiendo contado con la oxigenación necesaria.
Come de manera sana: sobre todo con un desayuno fuerte.
Descansa la vista: este es otro factor importante a considerar. Las prolongadas horas de exposición a los computadores, teléfonos móviles y televisores hacen que la vista sufra las consecuencias. Tener el hábito de abrir y cerrar los ojos rápidamente para rehidratarlos puede ser una positiva dinámica de relajación.
Salpica la cara con agua o toma una ducha cuando sientas que ya no cuentas con energía.
Escucha música: la música motiva.
Síndrome de Fatiga crónica
Entre sus síntomas principales se puede mencionar una fatiga abrumadora y persistente que no mejoran con el descanso en cama y que puede durar, por lo menos, seis meses e interfieren de manera significativa en la vida diaria
Alimentos para combatir el síndrome de fatiga crónica
Como el síndrome de fatiga crónica puede estar relacionado con un debilitamiento del sistema inmunológico, se recomienda el consumo de alimentos ricos en zinc como frijoles, semillas de calabaza y también aquellos con alto contenido en vitamina C como las naranjas, toronjas, limones, etc.
El magnesio que se encuentra en alimentos como aguacate, amaranto, etc, desempeña un papel significativo en la producción y transporte de energía, y también ayuda a la contracción y relajación de los músculos, lo cual es importante, ya que quien tiene síndrome de fatiga crónica que sufren de sensibilidad en los músculos.
Aunque uno de los principales síntomas del síndrome de fatiga crónica es la fatiga, muchas personas que lo padecen suelen tener crisis de insomnio. El triptófano contenido en las bananas se convierte en serotonina, que ayuda a sentirse relajado y somnoliento.
Recetas de jugos y licuados curativos
#1
Ingredientes (2 porciones)
2 tazas de leche de almendra
1 aguacate, sin piel ni hueso
1 taza de hielo picado
Jugo recién exprimido de 1 limón verde
1 nuez
2 cucharadas de leche vegetal
Paprika picante, para espolvorear
2 rebanadas de limón para decorar
Preparación
Coloque dos vasos altos en e! congelador para que se enfríen. Mezcle la leche de almendra, aguacate, hielo, jugo de limón, la parte interna de la nuez y leche vegetal en una licuadora hasta obtener una mezcla tersa.
Vierta en los vasos. Decore con las rebanadas de limón, espolvoree con la paprika y sirva. Tome un vaso de este licuado a diario.
#2
Ingredientes
3 zanahorias grandes, con los extremos cortados y troceadas
2 nectarinas, sin hueso y cortadas en cuatro trozos
2 naranjas, peladas y cortadas en gajos
Preparación
Licuar trozos de zanahoria, nectarina (pelones) y naranja, alternándolos. Remover bien y beber de inmediato.
#3
Ingrediente (1 porción)
1/2 taza de leche vegetal
1 cucharada de mantequilla de maní
1 cucharadita de miel
1 cucharadita de amaranto
1/3 de taza de avena
6 cubitos de hielo (opcional)
Preparación
Licuar los primeros cuatro ingredientes hasta lograr una mezcla suave. Añadir la avena, sin dejar de batir y luego verter el hielo, no apagar la licuadora. Servir de inmediato. Tomar un vaso diario.
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SAIKU
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