A veces, ella viene de muy lejos, casi de la infancia y adolescencia: la ilusión de que esos logros nos darían la felicidad, el reconocimiento y la prosperidad tan deseados. Otras veces, es la negación de la realidad: no terminamos de aceptar lo que es y seguimos esperando que cambie o mejore.
Estamos en tiempos en que ninguna de esas conductas son viables, así que la Vida (y nuestra Alma) nos quita aquello que no condice con lo que verdaderamente somos, con lo que es real en este momento, con lo que es nuestro camino de aprendizaje. Obviamente, la resistencia con la que nos oponemos hace que estos hechos se hagan más duros, sufridos y largos.
¿Cómo darnos cuenta si nos está sucediendo esto? Muchas de estas situaciones nos mueven el piso, nos sacan de nuestra zona cómoda, nos hacen sentir solos y desvalidos, nos arrojan a lugares desconocidos, los cuales paradójicamente nos fuerzan a crecer, a confiar, a reencontrar nuestra esencia, a ir tras nuestros sueños más luminosos.
Hemos vivido controlando, aferrándonos, negando, creyendo en las limitaciones y carencias del ego y en sus soluciones, tan inútiles y tramposas como él. Por eso, estamos “perdiendo” aquello que nos da una falsa seguridad, que no contribuye a nuestra evolución. Duele y lloramos; nos empuja y peleamos; se va y lo corremos; pero no hay nada que podamos hacer: es necesario aceptar y continuar, luego del duelo ineludible.
Una característica de este movimiento es que todo eso es viejo, pesado, ilusorio, cargado, sin sustento en la Energía actual. Pregúntate:
- ¿Está en el aquí y ahora;
- tiene raíces en lo que eres (no en los condicionamientos familiares o sociales);
- es fresco y te entusiasma (y te da miedo);
- libera un potencial que traes y que no has usado;
- te empodera a ti y a los demás?
Lo que te han arrancado era necesario para que te pares sobre tus propios pies; para que aprendas a confiar en ti y en la vida; para que se renueven tus relaciones, tus objetivos, tus cualidades, tus circunstancias. Un árbol se poda a fin de que sus raíces y sus ramas crezcan con más fuerza y reciban más luz. No estás solo ni debilitado; estás creciendo hacia tu Luz y reencontrando a tus almas afines.
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