Cuando nos dicen un número de teléfono y lo olvidamos, solemos decir que tenemos mala memoria. ¿Pero esto es así? Seguro que nos acordamos del país en el que vivimos. También nos acordamos de nuestro nombre y del de nuestros conocidos. ¿A que también nos acordamos de nuestra dirección?
Existen innumerables aspectos de la vida que no se nos olvidan. Esto nos lleva a pensar que nuestra memoria funciona perfectamente. Además, si os acordáis de toda esta información sobre vuestra vida, podéis estar seguros que tenéis una buena memoria semántica. ¿Queréis saber más de este tipo de memoria? ¡Seguid leyendo!
Contenido
1 Memoria Semántica
2 ¿Cómo se forma nuestra relación con los objetos?
3 ¿Cómo se estudia la memoria semántica y dónde se ubica?
Memoria Semántica
La memoria semántica es como un gran baúl que contiene toda nuestra información de los conceptos relacionados con el mundo y con nosotros mismos. Dentro de este baúl encontramos todo aquello que sabemos: nuestro nombre, el de nuestros padres, los continentes y toda aquella información que hemos ido aprendiendo a lo largo de nuestra vida. Esta memoria registra conceptos, significados y hechos que representan el mundo.
La memoria semántica es un tipo de memoria declarativa y ésta es un tipo de memoria a largo plazo. La memoria declarativa recoge hechos y conocimientos y permite la recuperación de esta información de forma consciente.
Dentro de la memoria declarativa también encontramos la memoria episódica. Mientras que la memoria episódica hace referencia a nuestras vivencias, la memoria semántica se relaciona con los conceptos. Por ejemplo, el hecho de recordar un viaje está relacionado con la memoria episódica. Pero el hecho de recordar a qué país hemos viajado, dónde está el país, corresponde a la memoria semántica.
Estas dos memorias, a pesar de ser diferentes, guardan bastante relación. Es más, muchos estudios todavía trabajan en definirlas lo mejor posible. La relación que guardan entre ellas es que la información que se guarda en la memoria semántica deriva de la memoria episódica. Cuando aprendemos conceptos fruto de nuestra interacción y acción sobre ellos, el conocimiento tiene lugar en un contexto concreto con carga emocional.
Se produce una transición gradual de la memoria episódica a la semántica a través de un proceso por el que la memoria episódica disminuye su sensibilidad y asociación a circunstancias particulares y emocionales.
¿Cómo se forma nuestra relación con los objetos?
¿Os habéis planteado alguna vez cómo se forma nuestra relación con un objeto, concepto o símbolo? Este aspecto es más complejo y profundo de lo que puede parecer. ¿Qué responderíamos si nos preguntasen “qué es una tablet“? ¿Qué respondería nuestro mejor amigo? ¿O qué respondería alguien nacido en 1800 a la misma pregunta? Cuando nos piden describir un objeto le atribuimos ciertas características. Por ejemplo, si a dos personas le preguntan qué caracteriza un vaso, podrían responder:
Sujeto 1: recipiente, cristal, agua, pastillas, cocina, comida…
Sujeto 2: recipiente, cristal, cubitos, ron, cola, discoteca…
Cada sujeto nos da diferentes explicaciones y todas ellas son válidas. Como afirma Murphy (2003), “el significado de un concepto no parece emerger directamente sólo de las propiedades intrínsecas del mismo”. Esto es, no se trata de una realidad única y estática, sino que la formación del concepto está relacionada con cada sujeto. El significado de un objeto surge de los hechos relacionados con el objeto, de las relaciones intelectuales y/o emocionales que establecemos a partir de nuestra experiencia con él.
La información que da significado a un objeto, así pues, es una construcción social, histórica, lingüística y vivencial. Cuando comprendemos el significado de un símbolo no es una propiedad intrínseca, sino que surge como de un acto de interpretación. De esta forma, el significado no es estático ni permanente, ya que tanto las personas como las comunidades lo modifican según las circunstancias, necesidades, intereses, ideologías o conveniencias.
Ya que cada persona interpreta un concepto, objeto o símbolo de una forma y aún así sabemos de qué estamos hablando, se puede afirmar que una relación de comunicación entre dos personas implica un acto de interpretación y una negociación de los significados.
Muchos os habréis preguntado, ¿qué tiene que ver alguien de 1800 y la tablet en todo esto? La respuesta es fácil, como se acaba de ver, la formación del significado también depende del momento histórico en el que nos encontramos. Así que si le formulamos esa pregunta a alguien de esa época, posiblemente nos respondería: “no lo sé”:
¿Cómo se estudia la memoria semántica y dónde se ubica?
Suele estudiarse a través de tareas de categorización, por ejemplo, ¿pertenece gato a la categoría animal? También a través de la verificación de frases, ¿es una mesa un mueble, ¿verdadero? Decisión léxica, ¿es silla una palabra? O nombrado de dibujos, por ejemplo, decir el nombre del objeto que representa un dibujo. Al nombrar el objeto se requiere recuperar la información de la memoria declarativa sin que esté asociada al momento en que se aprendió.
Este tipo de memoria depende inicialmente del lóbulo temporal medial y más concretamente de la corteza prefontal izquierda (Cabeza y Nyberg, 2000).
Bibliografía
Bajo, T., Fuentes, L., Lupiáñez, J. y Rueda, R. (2016). Mente y cerebro. Alianza: Madrid.
Cabeza, T. y Nyberg, L. (2000). Neural bases of learning and memory: functional neuroimaging evidence. Current opinion in neurology, 13, (4), 415.
Nguyen, S. & Murphy, G. (2003). An Apple Is More than Just a Fruit: CrossClassification
in Children’s Concepts. Child Development, 74, 1783-1806.
https://www.psicoactiva.com
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