Encuadre de la negación en el Psicoanálisis
Los mecanismos de defensa son estrategias psicológicas inconscientes en un intento del Yo por mantener el equilibrio. La negación consiste en la posibilidad de afirmar algo en el juicio y/o el discurso, a condición de que dicha afirmación se pueda impugnar, anteponiendo una negativa a la expresión. La capacidad de afirmar o negar algo viene del pensamiento como un juicio, se desarrolla en el contexto de la asociación libre.
Melanie Klein dice que en éste mecanismo, el yo se identifica con los objetos internos idealizados, contrarrestando de esta manera, la amenaza persecutoria, describiendo así una defensiva por parte del yo, que resulta primitiva e incluso violenta, pues se niegan los impulsos y fantasías de la realidad psíquica, así como los objetos que perturban la realidad externa, a los que se les considera inexistentes.
Thánatos y negación
Cuando una persona carece de aceptación acerca de algún problema, inhabilita parcialmente su propio poder para hacer los ajustes necesarios y que se genere un cambio favorable. Sin embargo, la aceptación de un problema, el “reconocer que se están haciendo mal las cosas”, requeriría un inmenso esfuerzo, tal vez implicaría incluso dolor y sufrimiento, el “dejar ir” ciertos placeres, personas, objetos o hasta situaciones que están siendo destructivas.
La negación pertenece al Thánatos o las pulsiones de muerte que tienden hacia la autodestrucción. La afirmación, en cambio, corresponde al Eros, esa tendencia humana a la unión y a la conservación de la vida.
Función intelectual del juicio
Sigmund Freud afirmaba que “negar algo en el juicio, quiere decir en el fondo: esto es algo que yo preferiría reprimir. La función del juicio intelectualmente hablando, es afirmar o negar los contenidos ideológicos. El enjuiciamiento es sustitutivo intelectual de la represión, y su negativa representa el juicio distintivo de la misma.
Al negar algo se evita y luego se afirma, en el juicio o el discurso, significa que la persona lo que preferiría es reprimir, por lo que es una operación de carácter simbólico.
Jean Hyppolite: “Dénégation”
En el seminario de Jacques Lacan (1954), Jean Hyppolite incluye el término “dénégation” o denegación. Freud lo describe posteriormente como: un mecanismo verbal por medio del cual lo reprimido se reconoce de forma negativa. Se reconoce sin aceptarlo en un intento por suprimir lo que se reprime. Implica negar algo afirmando otro argumento que sigue sosteniendo lo que fue negado al mismo tiempo.
“No, para nada. Yo no fui el que se comió las galletas, no sé cómo llegaron a mi cuarto esas migas papi”, la negación representa el rechazo de una afirmación formulada o que se le atribuye a la persona, cognitivamente puede ser un rechazo de la percepción ante un evento que se impone en el mundo exterior.
Dependencias tóxicas y negación
También se puede observar en los trastornos graves de la personalidad y las dependencias, el empleo de la negación, es una defensa del Yo muy socorrida, pues en conjunto con otras, como la racionalización, el sujeto a pesar de que en ocasiones puede identificar lo reprimido, sigue defendiéndose negando que le pertenezca aquello que se le atribuye:
“Estás volviendo a salir con Paty, te vieron en el café la otra tarde mis amigas de la mano con ella. Prometiste la semana pasada de ya no lo harías más”.
¡No! cómo crees, que voy a romper la promesa que te hice otra vez, seguramente me confundieron.
La negación es una especie de cancelación, para evitar el conflicto interno y con los demás, como en el caso citado anteriormente. En las dependencias a sustancias, ocurre algo similar, pues la persona que tiene una adicción puede estar rechazando la realidad por los mismos motivos, evitando así un “problema más” con las personas que se preocupan por él; puede justificarse diciéndose que “lo niega por ellos; para que no se preocupen, pues en realidad: no es para tanto”, minimizando así las consecuencias de sus actos, en él mismo y en los demás.
Principalmente, se da esto en etapas tempranas de las dependencias, el mismo paciente “cree” que no es dependiente de dicha sustancia o persona y que la puede dejar cuando lo desee, un típico argumento de los dependientes. Este mecanismo de defensa lleva implícito un círculo vicioso que va de la culpa a la negación y viceversa.
Los padres que tienen la enfermedad del alcoholismo o con dependencias a sustancias, conductas o a personas, y que se encuentran en la negación, pueden hacer mucho daño a los que conviven con ellos, por la misma naturaleza de su enfermedad. Sin embargo, los dependientes tienden a minusvalorar los efectos de su proceder, haciendo así más crónico su padecimiento, pues no hay rendición ante él, porque ni siquiera lo perciben como una amenaza para su salud, esta es un ejemplo de frases que podemos escuchar en estas personas:
“Yo no soy alcohólico, tomo en exceso a veces, pero yo puedo dejarlo cuando quiera, sólo que no quiero pues no afecto a nadie con lo que hago y es mi cuerpo”.
Abuso sexual contra menores y la negación del conflicto
En la clínica, se puede observar que en casos de abuso sexual infantil, es muy común que el agresor emplee este arcaico recurso, pues el reconocerlo sería admitir su crimen incluso y tendría que asumir las consecuencias de ello, así que lo niegan, cuando se les trata de confrontar lo pueden justificar: “No sé qué me sucedió, el niño estaba intentando provocarme sexualmente, claro está”, “Yo no hice eso, está mintiendo, lo voy a castigar y le voy a pegar para que se le quite lo mentiroso, a ver si así vuelve con esas historias. Sólo trata de llamar la atención”.
El sustituto intelectual de la represión es el juicio adverso, funge como una válvula de escape de lo que se está reprimiendo. La negación surge en dos ámbitos: discordancia y forclusión. De acuerdo a Jacques Lacan, la forclusión “es un mecanismo específico que opera en la psicosis, por medio del cual se produce el rechazo de un significante fundamental, expulsado del universo simbólico del sujeto”.
La negación va más allá del agresor directo, en estos casos de abuso, pues es muy frecuente que cuando el menor se arma de valor para decirle a su madre, por ejemplo, que el padre lo está agrediendo sexualmente de manera constante; la madre, al no poder lidiar con ese conflicto tan grande, puede rechazar cognitivamente lo que está pasando: “No puede ser lo que me estás diciendo, tu padre sería incapaz de algo así”, convirtiéndose de esta forma en otra agresora para el niño.
En los casos de abuso sexual en niños, las estadísticas son inquietantes. Sin embargo, es más alarmante aún, que por la naturaleza de esto, y precisamente por la negación confabulada, en tantos sucesos de este tipo, no sea reportado el crimen por las víctimas, las cuales también pueden caer en negación para hacer más tolerable su realidad y no colapsar, agravando así la situación.
“El contenido de una imagen o un pensamiento reprimidos, pueden pues, abrirse paso a la conciencia, bajo la condición de ser negados. La negación es una forma de percatarse de lo reprimido”. Sigmund Freud
Se produce entonces una disociación entre el afecto y el intelecto. El individuo o el niño, en el ejemplo que expongo: sabe que tiene un problema, por medio de la represión y la negación, amortigua los sentimientos, pensamientos y emociones que están ligadas al contenido del conflicto.
La negación puede llegar muy lejos, en los casos de abuso sexual entre parientes, es común que los agresores minimicen las consecuencias de lo que hacen. Así como entre otros miembros de la sociedad que aprovechan su estatus de autoridad o su popularidad para los mismos fines.
Personalidad ayudadora y negación
“Junto con otros mecanismos de defensa, dentro de la negación, se pueden construir fantasías, como castillos en el aire, para poder hacer soportable la existencia”.
La personalidad excesivamente ayudadora, suele emplear esta defensa; por eso, encontramos en el trabajo clínico, que muchas veces las personas que suelen tratar de arreglar la vida de los demás, muchos de ellos lo hacen porque no pueden resolver sus propios conflictos, y por medio de ayudar a otros sienten cierto alivio en su angustia.
Los extremos pueden ser nocivos, especialmente cuando “el ayudador” trata de controlar y manejar la vida de los demás con el pretexto de auxiliar a alguien, cuando se pone a sí mismo en riesgo o sacrifica su bienestar y su salud demasiado y constantemente, la persona suele ser inconsciente de esto. Es positivo ayudar a los demás y ser bondadoso; sin embargo, para poder ayudar a otros, es importante primero ayudarse a sí mismo, el justo medio es el equilibrio.
Es común de las personas que están en la negación de un conflicto propio, que se decidan a iniciar un tratamiento psicológico “para ayudar a alguien que les importa”, pues viven bajo la negación de sus propios problemas, que actúa en defensa del yo.
La negación como inhabilitante del cambio
Los conflictos y carencias pueden ser muy desafiantes, así como difíciles de enfrentar. Sin embargo, cuando hay aceptación, puedes extraer lo mejor de las experiencias. Se requiere de voluntad sostenida, un esfuerzo constante, que a veces implica caer y levantarse muchas veces.
Al emplear este mecanismo de defensa, se inhabilita parcialmente el poder de la persona para hacer cambios, es necesario el reconocimiento de los defectos de carácter, para poder modificarlos, por ejemplo. ¿Cómo se podría cambiar algo para mejorar si no se tiene la conciencia de que hay “algo que anda mal”?
A los padres con hijos que tienen capacidades diferentes o algún padecimiento físico, psicológico o psiquiátrico grave, también tienen que traspasar la barrera de la negación, aceptar el padecimiento para así poder empezar a tratarlo de manera adecuada y oportuna, de acuerdo al tratamiento que planteen los profesionales de la salud, brindando así mejor calidad de vida y contención a los críos.
También ocurre, cuando se les reporta a los tutores, algún comportamiento inadecuado o manifestación de síntomas de otros padecimientos que pudieran tener sus hijos: “No creo lo que me dice, mi hijo está muy bien”. De esta manera, la persona enfrenta un conflicto emocional, realidad amenazante, dolorosa o el estrés, rehusando o “negándose” a reconocer un aspecto conflictuante de la situación, lo cual podría ser muy evidente para los demás. Este tipo de defensa yoica puede atribuir o desatribuir propiedades a una persona, situación u objeto.
Esto sólo es posible mediante la aceptación de lo evidente, ¿cómo podría tratarse un padecimiento la persona que carece del discernimiento de que lo tiene? Lo mismo sucede con las dependencias a personas, conductas y sustancias.
Conclusión
El sustituto intelectual de la represión es el juicio adverso, pertenece al instinto de destrucción, con sus implicaciones. En procesos complejos, en donde se tiene que dejar marchar a una persona, ya sea porque resulta perjudicial la interacción con ella, para superar el arduo curso del duelo, cuando existe un padecimiento grave, ya sea de un ser querido o del individuo mismo; una de las primeras fronteras que hay que derribar es precisamente la negación, para dar paso a la aceptación, y así comenzar a trabajar en los cambios requeridos para tener salud biopsicosocial.
Referencias bibliográficas
Roudinesco, E. (1999). La Batalla de cien años. Historia del Psicoanálisis en Francia (1885-1939). Volumen I. España: Editorial Fundamentos.
Freud, Sigmund (1981). Obras completas de Sigmund Freud. Tomo III. 4a. Edición. España: Editorial Biblioteca Nueva.
Bleichmar, N. M.; Lieberman, C. y Cols. (1989). El Psicoanálisis después de Freud. México: Eleia Editores.
Hall, Calvin, S. (1990). Compendio de psicología freudiana. México: Paidós.
https://www.psicoactiva.com
No hay comentarios.:
Publicar un comentario