En todo nuestro cuerpo humano, en cada segundo, ocurren varios trillones de reacciones bioquímicas complejas, todas sincronizadas entre sí.
A través de billones de sinapsis en nuestro cerebro, el procesamiento neuronal coherente y orquestado genera la impresión de un mundo tridimensional a nuestro alrededor, utilizando información de nuestros sentidos de la vista, el oído y el tacto.
Para muchas personas, sin embargo, es desconocida esta extraordinaria realidad.
Se piensa que los seres humanos han surgido de mutaciones aleatorias de la materia y se considera que el Universo está mayormente vacío y sin vida.
La corriente popular actual de la cosmología occidental ve un universo muerto y mecanicista en el que la vida surge como consecuencia de procesos aleatorios, el cerebro humano genera consciencia y cada uno de nosotros está completamente separado el uno del otro.
En esta cosmovisión, cuando morimos, nuestro yo personal separado, generado de alguna manera por nuestro cerebro, termina abruptamente.
Sin embargo, si regularmente enfocamos la atención hacia adentro, en el núcleo interno de nosotros mismos, podemos comenzar a sentir la presencia de un campo de consciencia que parece existir en todo el espacio dentro de cada uno, de todo y en todo el Universo.
Podemos comenzar intuitivamente a sentir que un organismo vivo o campo de consciencia en todo el espacio es la materia prima del Universo y que todo lo que observamos a nuestro alrededor es una expresión continuamente generada de este organismo-campo y emerge de él en un proceso de flujo continuo, en el que la inteligencia y la energía cósmica se transforman en patrones dinámicos de fluctuaciones de energía cósmica que conforman el mundo visible.
La consciencia es un elemento cósmico fundamental y primario, intrínseco en el Universo.
Al igual que una resonancia armónica de tonos musicales conectados, la ordenación dinámica generativa de la inteligencia cósmica en todo el espacio se expresa a través del surgimiento continuo de grupos de procesos-campo de energía cósmica, cuidadosamente orquestados, que observamos como la bioquímica de las células vivas.
Podemos sentir que la naturaleza inherente de este organismo-campo viviente de consciencia cósmica es ser consciente de sí mismo, estar conscientemente presente a sí mismo, en todas partes dentro de sí mismo.
Un campo de conciencia cósmico que todo lo experimenta conoce todas las experiencias que ocurren en todas partes, en todos nosotros simultáneamente, como una experiencia dentro de sí mismo.
La conciencia consciente dentro de cada uno de nosotros es un conocimiento localizado dentro de un campo de consciencia no local que es intrínseco en el Universo y en todos nosotros.
El cerebro procesa la corriente de información procedente de los sentidos del cuerpo y (esta información) es interpretada por la consciencia cósmica auto-consciente dentro de nosotros y en todo el espacio, dándose así cuenta de que está presente en el cuerpo de un ser humano viviente.
El ver y experimentar que somos conscientes dentro de nosotros mismos ocurre dentro de un organismo viviente de consciencia cósmica auto-consciente, y este yo-campo es la fuente del "yo soy" que conoce dentro de nosotros.
Como la fuente continuamente generadora de toda la vida en el Universo, existe a través del nacimiento y la muerte de todos los seres vivos.
Enfocando la atención hacia adentro nos ayuda a darnos cuenta intuitivamente de que estamos entretejidos en toda la estructura del Universo visible continuamente emergente, estamos intrínsecamente conectados a todo lo que ocurre en todas partes.
Un Universo visible generado continuamente de seres vivientes, planetas y estrellas que evoluciona inteligentemente en todas partes a medida que emerge continuamente de un campo de inteligencia cósmica en todo el espacio puede ser percibido y realizado como un organismo vivo en lugar de un espacio muerto lleno de procesos aleatorios.
A medida que sintonizamos con esta inteligencia cósmica dentro de nosotros mismos, podemos sentir que somos seres que fluyen. Nuestros cuerpos son una expresión del flujo continuo de la inteligencia cósmica, una transformación emergente, momento a momento, de la inteligencia cósmica hacia la materialización y la apariencia en el mundo.
Esta inteligencia organizadora existe en todo el espacios del Universo. Es una inteligencia de campo generativa que se transforma continuamente en las "cosas" visibles y materiales de nuestro mundo y de los seres vivos que lo componen.
Nada en nuestros cuerpos aparentemente sólidos es estático, todo está en proceso de devenir. La inteligencia cósmica se hace visible continuamente a medida que se transforma en nosotros y en todo lo que nos rodea.
Dentro de cada célula de nuestro cuerpo podemos ver este surgimiento continuo ocurriendo en la apariencia fluida de la bioquímica compleja orquestada exquisita y coherentemente.
A medida que conscientemente nos damos cuenta de que somos expresiones de la inteligencia cósmica, podemos encontrar un sentido más amplio de lo que significa ser humano.
Los seres humanos permiten que la inteligencia cósmica se dé cuenta y se conozca a sí misma dentro del contexto de un ser viviente sensible. Cada uno de nosotros es esta inteligencia cósmica tomando forma humana durante la vida humana.
Esta consciencia espacial sin límites existe en todas partes y dentro de todo y de todos, y se vuelve más disponible para nuestro conocimiento cuando le prestamos atención.
Paul Mulliner es escritor y artista digital
Fuente: Medium
https://www.nodualidad.info/
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