El respeto es un valor importante en la mayoría de las sociedades. No solo facilita la convivencia, sino que también demuestra consideración hacia los otros. Por eso, desde pequeños nos enseñan a respetar a los demás. Nuestros padres nos enseñan a respetar a los adultos y a los otros niños, nos señalan cuándo nuestras palabras o acciones pueden hacerles daño y, si les faltamos el respeto, nos animan –y a veces incluso obligan – a pedirles perdón. Sin embargo, hay un gran olvidado en esa ecuación: el respeto hacia uno mismo.
En muchos casos esa constante proyección hacia afuera puede hacer que nos olvidemos de la persona más importante en nuestra vida: nosotros mismos. Cuando nos educan para no importunar a los demás, poco a poco se va gestando la creencia de que nuestras ideas, sentimientos y necesidades no son tan importantes, valiosas o dignas de ser tenidas en cuenta. Como resultado, es bastante común que terminemos faltándonos el respeto a nosotros mismos, dirigiéndonos palabras duras e incluso humillantes.
Sin embargo, un estudio realizado en la Universidad de Chicago reveló que existe un vínculo entre las actitudes de aceptación y respeto por uno mismo y las actitudes de aceptación y respeto por los demás. Por tanto, esta investigación sugiere que, si educamos a los niños para que se respeten a sí mismos, el respeto por los demás llegará de manera casi automática.
Sacrificar el respeto a uno mismo en el altar de la autoestima
Hace siglos, el respeto hacia uno mismo era un concepto central en las ideas de filósofos como Aristóteles. Para ellos, el autorespeto estaba basado en la capacidad para pensar y comportarse de manera tal que promovamos nuestra autonomía, independencia, autocontrol y tenacidad.
Por desgracia, la Psicología ha descuidado enormemente este concepto, promoviendo en su lugar la importancia de la autoestima. Los libros de autoayuda y los gurús del Crecimiento Personal están obsesionados con la autoestima, pero en realidad el respeto a uno mismo podría ser la auténtica clave para lograr la serenidad mental que buscamos. Ambos conceptos parecen muy similares y a veces hasta se usan indistintamente, pero tienen diferencias de base cruciales que debemos comprender.
Ante todo, debemos partir del hecho de que la autoestima siempre implica una forma de evaluación, lo cual significa que en algunas ocasiones ganaremos y otras perderemos. La autoestima es una medida introyectada de la valía que los demás nos reconocen. De hecho, la palabra proviene del latín aestumare, que significa valorar, juzgar y apreciar. Respetar algo, al contrario, implica aceptar, sin realizar juicios de valor.
Por supuesto, tener una buena autoestima es importante, pero ello solo significa que nos estimamos a nosotros mismos, lo cual también implica que, si cometemos grandes errores o no cumplimos con nuestras expectativas y las de los demás, podríamos dejar de gustarnos y desarrollar una baja autoestima.
El autorespeto, en cambio, no depende tanto de los errores o del éxito que alcancemos porque no es el resultado directo de la comparación con los demás. El respeto propio implica un proceso de autoaceptación más allá de nuestras limitaciones y errores.
De hecho, las personas con una autoestima alta a menudo se encuentran atrapadas en un marco evaluador, mientras que quienes desarrollan el autorespeto son menos propensas a dejarse influenciar por las opiniones ajenas, ser víctimas de la manipulación y experimentar sentimientos de culpa.
Puedes hacer una pequeña prueba para conocer tu nivel de autoestima y autorespeto. Imagina por un momento que alguien te felicita por los resultados que has alcanzado en un proyecto. ¿Cuál es tu primera reacción? Si te sientes eufórico, es probable que eso signifique que tenías dudas sobre tus habilidades y que dependas bastante de la opinión de los demás.
Por supuesto, es normal que nos sintamos halagados o incluso contentos cuando alguien nos felicita y reconoce nuestro trabajo, pero si notamos que nuestro estado de ánimo oscila dependiendo de las opiniones de los demás, tendremos un serio problema de autorespeto.
El concepto de autorespeto y las señales de falta de respeto por uno mismo
Proveniente del latín respectō y respectāre, que implica “mirar atrás o “dar consideración”, el respeto tiene un doble significado, por una parte implica no quedarse con la primera impresión y, por otra, tratar con cierta deferencia, amabilidad y cortesía. La definición de autorespeto indicaría, por tanto, la capacidad para tratarnos con deferencia, mesura y tolerancia yendo más allá de nuestros posibles errores o debilidades.
El autorespeto es la convicción de que tenemos los mismos derechos básicos que los demás, es reconocer que somos dignos de ser amados y tenidos en cuenta, tratándonos con compasión. Sin embargo, no siempre lo logramos, y a menudo ni siquiera somos conscientes de que nos faltamos al respeto.
Existen señales sutiles que pueden indicarnos que no nos respetamos lo suficiente. No nos tenemos autorespeto cuando:
– Nos aplicamos etiquetas denigrantes, sobre todo cuando cometemos errores o no estamos a la altura de nuestras expectativas. Esas etiquetas no nos ayudan a crecer sino todo lo contrario, se convierten en creencias que nos limitan y nos hacen sentir mal.
– Nos tratamos con extrema dureza, sin espacio para la indulgencia, hasta el punto que terminamos machacándonos, literalmente. En vez de tratarnos con más compasión, tolerancia y comprensión, como haríamos con un amigo, simplemente nos tratamos mal.
– Priorizamos continuamente las necesidades de los demás sobre las nuestras porque creemos que somos menos importantes, hasta el punto que prácticamente nos olvidamos de nosotros mismos relegándonos a un segundo o último plano.
– Creemos que somos menos valiosos que los demás y que merecemos menos que ellos, por lo que a menudo no reclamamos nuestros derechos y dejamos que los demás los pisoteen.
– Nos quedamos callados por miedo a importunar a los demás, prefiriendo “masticar” el mal rato que ponerle coto a una situación que nos causa malestar y desasosiego.
El autorespeto es la base de la asertividad
Psicólogos de la Universidad de Kiel, en Alemania, afirman que uno de los pilares esenciales de la asertividad es el respeto por uno mismo. Estos investigadores reclutaron a 643 personas, quienes completaron una serie de tests en los que se evaluaba su nivel de autorespeto, autoconfianza, autoestima, autoaceptación, competencia percibida y asertividad. Las personas también debían responder cómo actuarían en situaciones hipotéticas en las que se violaban sus derechos o atacaban su dignidad.
Los psicólogos descubrieron que el respeto por uno mismo era el mejor indicador para predecir la asertividad. También descubrieron que las personas que se respetaban a sí mismas optaban por soluciones más asertivas para resolver los conflictos mientras que aquellas que solo creían que tenían “derecho a no ser pisoteadas”, pero en verdad no se respetaban, solían adoptar estrategias de afrontamiento más agresivas.
En realidad, el autorespeto no implica simplemente reclamar nuestros derechos, sino que es la convicción de que somos personas tan valiosas como los demás y, por tanto, no es necesario perder los estribos. El autorespeto siempre genera un círculo virtuoso que nos permite responder mucho mejor ante las circunstancias.
3 pasos clave para desarrollar el respeto por uno mismo
“La peor soledad es no sentirse cómodo con uno mismo”, dijo Mark Twain. En vez de repetirte frases vacías que tendrán muy poco impacto en la idea que ya tienes formada sobre ti, es necesario hacer un trabajo psicológico más profundo que siente las bases para un autorespeto sólido. En ese caso, es imprescindible que comiences por estas 3 creencias:
Asumir que tenemos los mismos derechos que los demás y, por ende, debemos tratarnos con la misma compasión, tolerancia, deferencia, cariño y respeto.
Comprender que somos tan valiosos como las otras personas que comparten nuestra vida y, por consiguiente, que también merecemos que nuestras necesidades sean tenidas en cuenta.
Ser conscientes de nuestros puntos débiles y errores, de manera que estos no condicionen nuestra relación con nosotros mismos.
¿Qué ganas al respetarte?
Eres fiel a tus necesidades, deseos y valores, de manera que no permites que los demás los pisoteen.
Te sientes con el derecho de decir “no” cuando algo va contra tus intereses o necesidades, trazando límites razonables que te protejan.
Te sientes empoderado y tienes más confianza en ti, de manera que es más probable que sigas tus sueños y consigas tus metas.
Te sentirás más satisfecho con tu vida, lo cual se reflejará en tus relaciones interpersonales.
Serás más capaz de cuidar de ti mismo, evitando caer en comportamientos autolesivos y dañinos.
Por último, pero no menos importante, recuerda que el respeto a uno mismo no solo implica respetar nuestros sueños, necesidades, valores e ilusiones sino también nuestros propios límites, miedos y fracasos. Tratarnos con amabilidad y tolerancia pasa por ser conscientes de nuestras limitaciones y respetarnos a pesar de todo.
Fuentes:
Renger, D. (2017) Believing in one’s equal rights: Self-respect as a predictor of assertiveness. Self and Identity; 17: 1-21.
Roland, C. E. & Foxx, R. M. (2003) Self-respect: A neglected concept. Philosophical Psychology; 16(2): 247-288.
Sheerer, E. T. (1957) The relationship of self-acceptance and self-respect to acceptance of and respect for others. Pastoral Psychology; 8(2): 35-42.
La entrada Entre la autoestima y el autorespeto, elige siempre el respeto hacia uno mismo se publicó primero en Rincón de la Psicología.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario