El secreto de la comunicación que cautiva radica en despertar emociones positivas en los demás. Si los demás se sienten a gusto mientras están contigo, invariablemente desearán pasar más tiempo a tu lado.
Algunas de las técnicas que describiré a continuación pueden interpretarse como intentos de manipulación. Pero la realidad es que aquellos comunicadores más carismáticos suelen usarlas de forma natural y sin ninguna intención oculta detrás. Tan sólo se han acostumbrado inconscientemente a hacerlo porque siempre les ha dado buenos resultados.
Para el resto de personas, empezar a practicarlas de forma honesta y sin excederse puede suponer una gran ayuda para mejorar la capacidad de comunicación y la relación con nuestro entorno social.
1. Comunícate con asertividad
Aunque existe mucha bibliografía donde se explican en detalle técnicas para ser más asertivo, a grandes rasgos se podría resumir en comunicarte en primera persona, expresar lo que sientes, y hablar de conductas evitando usar adjetivos personales.
La asertividad no es más que la capacidad de expresar tus opiniones y emociones sin resultar agresivo. Y una de las principales maneras de resultar ofensivo es dar a entender que estamos juzgando a la otra persona o que poseemos la verdad absoluta. Para evitarlo haz lo siguiente:
Sustituye el Tú por el Yo. Desde el momento en que empiezas una frase con la palabra Tú ya estás comunicando que vas a juzgar a la otra persona: “Tú eres…”, “Tú hiciste…”, “Tú dijiste…”. Eso provocará que se sienta atacada y se ponga a la defensiva. Acostúmbrate a hablar de lo que a ti te genera lo que sucede a tu alrededor.
Expresa tus emociones, y si son positivas mejor. Una verdad que nadie podrá quitarte jamás es cómo te sientes. Si te gusta una canción y dices “esta es la mejor canción de la historia”, habrá quién no esté de acuerdo contigo. Si en cambio dices “esta canción me gusta como si fuera la mejor de la historia” nadie podrá discutírtelo. Tus emociones son tuyas y de nadie más.
Además las emociones se contagian. Se le llama contagio emocional. Si alguien ríe descontroladamente, es probable que a las personas que le estén viendo también les entre la risa. Por lo tanto, las personas que cautivan hablan de las emociones positivas que sienten, porque contagian ese bienestar a los demás.
Habla de conductas y no de personas. Si hay algo que te molestó de una persona y quieres ser capaz decírselo sin que tu se sienta agredida de entrada, háblale precisamente de su conducta, y no de ella. “Tu comportamiento me ha avergonzado” no tiene nada que ver con decir “Das vergüenza”. Puedes estar hablando de lo mismo, pero con el primero no se siente juzgado como persona y con el segundo sí, por lo que es más probable que se ponga a la defensiva y no atienda a razones
De esta forma lograrás expresar tus derechos y opiniones de forma que la gente te escuche y no se sienta atacada en ningún momento. Tu comunicación será suave pero firme a la vez.
2. Encuentra lo que te vincula y enfatízalo
Es un hecho demostrado científicamente que cuanto más nos parezcamos a alguien, mejor nos caerá. Por ese motivo es muy importante que no dejes pasar las oportunidades de hacer evidente que tú y tu interlocutor compartís algo en común. Incluso podéis compartir emociones.
Durante una conversación lo habitual es que surjan multitud de temas y que vayamos saltando de uno a otro. Pero los comunicadores más carismáticos saben detectar los puntos en común que tienen con la otra persona y centrar la conversación allí. Si por ejemplo estás hablando con alguien que tiene una serpiente como mascota y resulta que tú tienes un camaleón, debes en primer lugar decírselo y en segundo profundizar en el tema. Sin embargo, la mayoría de la gente sólo se queda en el primer paso:
– Pues hace dos semanas me compré una serpiente.
– ¿Ah sí? Pues yo tengo un camaleón y es divertidísimo.
– Sí… los reptiles son geniales.
Esta no es la mejor manera de enfatizar un punto en común. La clave para profundizar en una conversación es tan sencilla que hasta parece mentira que se utilice tan poco: tan sólo se trata de preguntar ¿por qué?
– Hace dos semanas compré una serpiente para mi piso.
– ¿De verdad? Yo tengo un camaleón, me encantan los reptiles. ¿Y por qué te compraste una serpiente?
Para centrar la conversación en un tema acostúmbrate a preguntar los motivos de la gente para hacer algo. Te resultará especialmente útil para si alguna vez te has preguntado cómo conocer gente nueva. Y si quieres profundizar a nivel experto y encontrar vías de vincularte emocionalmente, pregunta también qué les hace sentir lo que hacen o lo que han conseguido.
3. Consigue que hablen de ellos
Resulta que hablar de nosotros mismos activa las mismas áreas del cerebro que están relacionadas con el placer . Por eso hay tanta gente que aunque tú tengas la necesidad de contarles algo, terminan invariablemente derivando la conversación hacia lo que les ocurre a ellos: porque les resulta placentero. Cada segundo que pasan sin hablar se están privando de un momento de gozo.
Pero esto tiene una parte positiva y otra negativa:
La positiva. Si fomentas que alguien hable de sí mismo haciéndole preguntas e interesándote por él, conseguirás que experimente esa sensación tan positiva contigo junto al placer de sentirse escuchado. Y seguramente eso contribuya a que quiera pasar más rato contigo y valore más tu compañía.
La negativa. Es bueno lograr que la otra persona hable de ella, pero sin excederse. Lo más habitual es que la gente se dé cuenta de que lleva un rato monopolizando la conversación y entonces se interese por ti, pero hay personas que no lo hacen y parece que puedan estar hablando de su vida semanas enteras. Como están acostumbradas a hablar siempre de ella, no asociarán esa emoción positiva en concreto contigo, así que intenta ponerles un poco de freno.
Si te fijas bien las personas más carismáticas no suelen centrar la conversación en lo que les pasa a ellos. Si bien a menudo pueden hablar de un tema durante un rato de forma apasionada, la mayoría de las ocasiones preguntan, se interesan por ti, y te escuchan. Resiste la tentación de hablar y dedica fragmentos enteros de conversación a interesarte por tu interlocutor.
4. Pide consejo de vez en cuando
Las personas carismáticas tienen varios rasgos en común, y uno de ellos es que suelen pasar percibidas como líderes.
Sin embargo, la imagen tradicional del líder (valiente, atrevido, agresivo) no es exactamente el tipo de líder que más respeto genera. Los líderes de verdad se preocupan por su gente, y así saben que puede acudir a ellos en momentos de necesidad.
Por lo tanto, para que alguien realmente te respete debes demostrar que te preocupas por él, que también le respetas. Y eso se consigue masajeándole un poco el ego. A todos nos gusta sentirnos valorados y tomados en cuenta, y una forma muy fácil de que esto ocurra es cuando alguien nos pide opinión, consejo o una recomendación.
Observa bien a la gente que cautiva. Además de interesarse por ti, van un paso más allá y te piden consejo. Qué películas les recomiendas, qué libros de ficción les aconsejas, qué series merece la pena empezar a ver… De esta forma haces evidentes que su opinión te importa, y eso fomentará el agrado hacia ti.
En un estudio relacionado con la psicología de la persuasión, se demostró que pedir consejo es una excelente manera de ejercer influencia incluso cuando no somos percibidos como líderes. En la investigación, un grupo de compradores quería vender una propiedad. Cuando se centraron en conseguir el mejor precio posible tan sólo consiguieron un acuerdo satisfactorio en el 8% de los casos. En cambio, cuando pidieron consejo al propio comprador, alcanzaron un acuerdo positivo en el 42% de las ocasiones.
5. Reconoce sus méritos aunque lo hagas mal
Finalmente, una de las formas más eficaces de generar agrado y cautivar a los demás es sencillamente hacerles un cumplido real y creíble de vez en cuando.
Una de las leyes de la persuasión dice que nos gustan más aquellas personas a las que gustamos, con lo cual conviene evidenciar que nuestro interlocutor tiene ciertos atributos que nos agradan (siempre y cuando sea cierto, de lo contrario lo mejor es no decir nada).
A menudo estamos hablando con una persona y nos estamos dando cuenta de ciertas características positivas de ella, como por ejemplo que tiene buen gusto para escoger la ropa que mejor le queda o que es capaz de comunicarse de forma muy clara. Sin embargo, la mayoría de las ocasiones nos lo guardamos para nosotros y no decimos nada. Mal.
Si realmente hay alguna cualidad que te llama la atención de tu interlocutor, conviene hacérsela saber una vez ya avanzada la conversación. Si lo haces correctamente y sin exagerar o mostrarte demasiado entusiasmado, tan sólo reconociéndoselo como mérito, probablemente consigas generar un efecto muy interesante: la otra persona se sentirá halagada y te devolverá el halago. Y ya habrás generado de nuevo más cercanía.
Si no sueles hacerlo por vergüenza o porque crees que resultará muy evidente que estás intentando caer mejor, permíteme confesarte algo, y es que por muy mal que lo hagas seguirá siendo efectivo.
En un estudio los investigadores demostraron que incluso cuando el halago era evidentemente una estratagema (cuando lo hacía un comercial que quería vender algo) seguía siendo efectivo incluso a pesar de ello. Así pues, acostúmbrate a observar, reconocer y expresar en voz alta algunos méritos de aquellas personas a las que quieras causar una buena impresión.
Desde luego no es necesario que utilices todas estas herramientas en tus conversaciones ya que sería manipulador si lo hicieras de forma deshonesta y estarías agasajando en exceso a tu interlocutor. Tan solo intenta sazonar tu forma de comunicarte con alguna de estas estrategias y probablemente veas cómo, poco a poco, la gente empieza a valorar más tu compañía.
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