La autocompasión implica tratarnos con empatía, ser amables con nosotros mismos, sin criticarnos ni juzgarnos por lo errores, permitiéndonos mantener la motivación, sin preocuparnos en exceso por el éxito o fracaso en cada cosa que hacemos o dejamos de hacer.
Representa una habilidad de la inteligencia emocional reflexiva y nutritiva. Permite que nos abramos un espacio para conocernos, cuidarnos y darle importancia a todo lo que nos sucede. A través de ella, ponemos la mirada sobre nosotros mismos.
No siempre es posible obtener lo que queremos y cumplir con las expectativas que nos hayamos propuesto. Por ello, cuando no aceptamos esa realidad aparece el sufrimiento en forma de estrés, frustración y autocrítica.
Por el contrario, si aceptamos esa realidad como parte de la dinámica de la vida de todo ser humano, experimentamos emociones positivas, como la compasión, que nos ayudan a vivir cada situación de un modo más efectivo.
La falta de compasión con nosotros mismos
Si no tenemos compasión con nosotros mismos es posible que experimentemos lo siguiente:
Rabia y dificultad para conectar con nosotros mismos que derivan en aislamiento.
Irresponsabilidad: se trata de culpar a otros por el sufrimiento propio. Tenemos una visión de la vida en blanco y negro, sin matices, y gran dificultad para aceptar que tenemos la capacidad para generar cambios en el presente que, en realidad, solo dependen de nosotros mismos.
Menosprecio: es el sentimiento de incapacidad y vulnerabilidad que viene acompañado del lenguaje y la expresión no verbal que lo denotan.
Desesperanza: se nos dificulta disfrutar del momento y pensar que vendrán cosas mejores.
Sin rumbo: nos sentimos perdidos. No encontramos el sentido de la vida.
A partir de la ausencia de autocompasión nos resulta difícil recordar que de cada experiencia vivida es posible sacar lo mejor para salir adelante y que esto nos será de ayuda cuando pasemos por situaciones similares en el futuro.
La compasión y la autocompasión
La compasión proviene de la percepción del sufrimiento del otro, por medio de una actitud abierta, sin juzgar la experiencia. Además de percibir el sufrimiento, implica dejarse tocar por el mismo y tener la iniciativa de aliviarlo.
La compasión es la capacidad de ofrecer amabilidad a quien sufre, prestando la mano a quien lo necesite, por lo que conlleva a involucrase con los errores y las debilidades.
La autocompasión es esa misma actitud de ayuda y condescendencia, pero dirigida hacia nosotros mismos. Podemos entender esto a partir de los siguientes elementos.
Amabilidad, que aparece como la habilidad para ser comprensivo y empáticos con nosotros mismos cuando nos sentimos inadecuados, incompetentes, poco asertivos, etc.
Humanidad. Tiene que ver con evitar el aislamiento cuando sufrimos, pensar que muchas personas pasan por la misma situación, y entender que los errores, la imperfección y el dolor forman parte de la experiencia y del ser humano.
Atención plena. La capacidad de observar abiertamente nuestras experiencias de forma objetiva, sin juicios de valor. Vivir desde una perspectiva balanceada hacia las emociones, sin negar o reprimir el dolor y tampoco identificándonos únicamente con él.
La autocompasión está estrechamente relacionada con la resiliencia, que es la capacidad para superar traumas y salir fortalecidos de ellos. Por tanto, se trata de la capacidad de calmarnos, reconocer los errores y aprender de ellos.
A su vez, se relaciona con el bienestar emocional, el optimismo, la satisfacción con la vida, la autonomía y la sabiduría, y contribuye a la disminución de la ansiedad, el estrés y la vergüenza.
Beneficios de la autocompasión
Al tener una postura de alta exigencia y crítica hacia nosotros mismos, cuando las cosas no ocurren como esperamos, el malestar es mayor. Esto se debe a los estándares de perfección que nos imponemos, que aumentan los sentimientos de frustración e incapacidad.
A través de la autocompasión, podemos hacer un balance acerca del trato que nos otorgamos cuando las cosas no nos salen bien, mediante un acto de autoescucha, en el que dejamos de lado los pensamientos de culpa y los juicios.
La autocompasión nos ayuda a promover el respeto y la empatía hacia nosotros mismos, en función del autocuidado, en vez de criticarnos cuando sufrimos o cuando sentimos que hemos fallado.
Las personas con niveles altos de autocompasión evidencian una mejor perspectiva de sus problemas, se sienten menos aisladas y pueden experimentar una disminución en sus niveles de ansiedad y un aumento de la autoconciencia de sus problemas.
La autocompasión permite tener un mejor manejo de los pensamientos negativos con el desarrollo de la regulación emocional. También aumenta las emociones positivas y ayuda a establecer sentimientos de conexión social y satisfacción con la vida.
Es posible mantener una adecuada perspectiva y mayor flexibilidad cognitiva que tiene que ver con una mejor capacidad de adaptación a los cambios.
Miguel Ángel Rizaldos
Atrévete a ser feliz.
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