Al final de toda situación hay pérdida o hay ganancia, sólo que a veces son tan minúsculas que no las apreciamos. Pero existen.
En todo lo que sucede, incluso en lo menos agradable, hay un beneficio si se sabe mirar bien, pero sólo con la condición de prestarle la atención que requiere, de verlo como es realmente, de hacer una reflexión objetiva del hecho.
Eso de que “se pierde”, se puede cambiar por “se aprende”. El hecho es el mismo pero pasa de ser nada más que un perjuicio a ser un beneficio.
Ante los hechos ya consumados, y más aún si son dolorosos o desagradables, no sirve para nada la queja ni la pataleta, no tienen utilidad el reproche ni la frustración; nada va a cambiar ya lo que es histórico, así que la mejor y más beneficiosa decisión es disponerse a averiguar qué hay de bueno en lo malo.
Hay que ser valiente, porque no es solamente una tarea mental sino que requiere involucrarse con los sentimientos también. Lo adecuado es hacerlo mientras se está en el dolor –pero cuando el dolor aún es puro y no se han entrometido los sentimientos-; es entonces el momento apropiado de ir hacia atrás y llegar al origen real que hay detrás del motivo aparente.
Duele, sí, pero… ¿por qué duele?, ¿qué es lo que no se quiere aceptar?, ¿dónde duele?, ¿para qué duele?, ¿a quién le duele?, ¿qué hay de verdad detrás de lo que aparenta?, ¿le duele al Ser Humano que es uno o le duele al ego?, ¿va a cambiar algo el hecho de sufrir por ello?, ¿qué tengo que aprender de esto?
Cuando sucede es el momento de hacer que ese dolor-rabia-sufrimiento no sea inútil aprovechándolo para que no se nos tenga que repetir la lección. En muchas ocasiones, llegar a esa situación no es un hecho fortuito sino que se han tenido que encadenar varias cosas o sucesos para que se produzca. Y puede llegar a ser imposible que se reúna todo de nuevo y en las mismas circunstancias. Por eso opino que hay que aprovechar el momento.
Las emociones y los sentimientos no se pueden reproducir a nuestra voluntad cuando deseamos. El momento en que todo sucede es el momento en que está todo predispuesto para buscar con sinceridad, y hay que hacerlo y sin miedo a lo que pueda aparecer. Porque una de las tareas del Ser Humano es conocerse, y más aún en las cosas que no nos gustan de nosotros, para corregirlas en vez de ocultarlas.
Es cierto que a otras personas –aparentemente- les va mejor hacerlo cuando han transcurrido varios días y los sentimientos se han calmado, pero… se corre el riesgo de que la racionalidad acabe encontrando una justificación con aires de ser la verdad pero que en realidad es simplemente la mejor excusa que se ha encontrado.
Cuando algo duele no hay que rehuir ese dolor. Hay que experimentarlo hasta su disolución. Sin pretender alargarlo innecesariamente ni tampoco evitarlo. Es muy difícil –es imposible, dirán algunos-, pero justo cuando se siente ese dolor es el mejor momento para llegar hasta su origen real.
Y es el momento en que se puede convertir la pérdida en ganancia y el perder en aprender. Y así siempre se ganará.
LA FÓRMULA PARA GANAR SIEMPRE ES CONVERTIR LAS PÉRDIDAS EN APRENDIZAJE.
Te dejo con tus reflexiones…
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