Cada uno de nosotros decide qué hacer con nuestro pasado. Pero admirables son las personas que a través de la decepción, se hicieron personas más empáticas, más nobles y decidieron contribuir con algo mejor, en lugar de sumarse a las personas que andan por la vida lastimando a los demás, en especial a quienes las quieren.
El resultar lastimados por una persona en la cual confiamos y a quien queremos, nos marca de múltiples maneras. Nos hace decepcionarnos, cuestionar lo que hemos dado, nos invita a colocarnos una coraza que nos proteja de lo que puede venir a posterior y muchas veces permitimos que la fe en el amor y la creencia de poder estar junto a alguien que nos cuide, nos quiera y nos respete, se desvanezcan.
Sin embargo, lo más sano para nosotros luego de haber experimentado en primera persona el dolor, es tomar la experiencia de manera práctica, sin generalizar, sin culparnos y sin perjudicarnos más de lo que ya hayan generado en nosotros.
Por eso será conveniente tener claro que:
No todas las personas son iguales y no podemos generalizar.
La venganza solo nos dejará un mal sabor.
Si vamos acumulando rencores, no le daremos espacio a lo que sí vale la pena albergar.
Mientras más nos enfoquemos en lo doloroso, más de eso atraeremos a nuestras vidas.
Una nueva persona en nuestras vidas no tiene la culpa de lo que hayamos vivid anteriormente.
Culparnos por lo que pasó es una manera de perder la perspectiva que nos permitiría disfrutar nuestro presente.
Una coraza puede que nos proteja de algún dolor potencial, pero también limitará el acceso a cosas maravillosas.
En una relación, ambas personas son responsables por lo que ocurre.
El querer cambiar a alguien, siempre termina por generarnos frustración.
Las señales están para prestarles atención.
Cada uno decide hasta cuándo llevar un duelo.
El alejarnos del amor no nos hace más fuertes, pero sí más cobardes.
Alimentemos nuestra mente con las cosas más convenientes para nosotros, seamos las personas con las que nos gustaría relacionarnos y no de la que nos gustaría huir. Tratemos de tener para ofrecer, siempre algo mejor de lo que hemos recibido.
Por: Sara Espejo – Rincón del Tibet
https://www.diapordiamesupero.com
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