El amor tiene una contrapartida que cabe en el propio sentimiento. En todo amor siempre hay sensaciones de desamor, por momentos, e incluso de odio. Nadie ama a la perfección a los demás. Lo que sí sucede es que puede ser el afecto primordial que nos une a otro u otros seres humanos.
En ocasiones, estamos convencidos del amor que sentimos por otras personas, aunque en realidad no sea este el sentimiento que predomine. Esto ocurre porque hay muchos sentimientos que parecen amor y no lo son. Están muy próximos a este, sin llegar a serlo. Estos son cinco de ellos.
“El amor verdadero no espera a ser invitado, antes él se invita y se ofrece primero”.
-Fray Luis de León-
1. Gratitud
En la gratitud hay un componente de amor, pero no es amor como tal. En ocasiones, hay personas que hacen algo muy significativo por ti. A veces están ahí durante los malos tiempos y permanecen firmes cuando otros no dan un céntimo por tu futuro. Otras veces simplemente te dedican tiempo y te dan afecto, sin pedir algo a cambio. Esto a veces llega a tener un gran impacto en tu mundo interno.
Lo que alguien te da puede llevarte a sentir una gratitud especial por esa persona. Un deseo de corresponder o un deseo de que esté bien. Fácilmente este sentimiento se puede confundir con el amor. Sin embargo, en el fondo no amamos por lo que otra persona nos da, sino por lo que esa persona es.
2. Compasión, uno de los sentimientos que parecen amor
La compasión es otro de esos sentimientos que parecen amor sin serlo. Se define como la capacidad para identificarse con el dolor de otro, comprenderlo e incluso sentirlo también. Por lo tanto, este sentimiento implica la existencia de alguien que sufre y de otro que acoge plenamente ese sufrimiento.
Es, de por sí, una forma de amor, pero no amor como tal. A veces el deseo de ayudarle a esa persona, de librarla de su dolor, hace que se experimente como si fuera un sentimiento amoroso propiamente dicho. No es así porque, ¿qué queda de ello si la persona supera ese dolor que le aqueja? ¿Hay igual capacidad para compartir su alegría?
3. Costumbre
La costumbre tiene un enorme poder en la vida de los seres humanos. Llegamos a acostumbrarnos tanto a algo o a alguien, que podemos desarrollar un apego supremamente fuerte hacia ello. Experimentamos un gran dolor ante la posibilidad de perder a ese algo o alguien.
Nos acostumbramos tanto a una persona, que llegamos a creer que la amamos, simplemente porque nos resulta muy difícil tolerar la idea de que no esté en nuestra vida. Puede haber una resistencia al cambio tan fuerte, que impida dilucidar cuál es sentimiento real que hay detrás de ese apego.
4. Admiración
La admiración es un sentimiento muy cercano al amor, pero no es amor como tal. En la admiración hay un fuerte componente racional y mental. Se aprecia a alguien porque cuenta con una determinada virtud o talento que resultan muy reconfortantes para el otro. Hay algún aspecto destacado o llamativo en esa persona, que lleva a un deseo de estar cerca de ella o de estar presente en el despliegue de esa característica admirable.
Cuando se ama a alguien, más que amar por una determinada razón, se ama a pesar de determinados motivos para no hacerlo. En otras palabras, cuando amamos de verdad, lo hacemos de forma integral. De hecho, solemos conmovernos particularmente por las debilidades o carencias de esa persona, más que por el despliegue de grandes virtudes.
5. Dependencia
Este es uno de esos sentimientos que parecen amor sin serlo. Hay dependencia cuando se tiene la conciencia del otro como imprescindible, bien sea de forma específica o general. La persona siente que no es capaz de vivir sin la presencia del otro y esa sensación tan intensa le lleva a pensar que quiere mucho al otro.
Si bien es cierto que en el amor se siente una necesidad de la compañía del otro, esa necesidad no es causa del vínculo, sino consecuencia del mismo. Esto quiere decir que nos sentimos bien estando sin esa persona, pero nos sentimos mucho mejor si está esa persona que amamos. Hay una gran diferencia entre esto y no poder vivir sin el otro.
Como se ve, hay muchos sentimientos que están próximos al amor sin llegar a serlo. A veces resulta muy sutil la línea que separa una realidad de otra. Por eso es relativamente fácil que nos confundamos bautizando con el nombre de amor a otro sentimiento. Así que, en ocasiones, es saludable repensar lo que sentimos y darle el nombre más preciso.
Edith Sánchez
Atrévete a ser feliz
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