La negación es un mecanismo de defensa que hace que evitemos la ansiedad y las situaciones frustrantes. Cuando negamos un sentimiento o un hecho, es porque percibimos un problema en las raíces de estas emociones y tendemos a evitarlas. Sin embargo, al hacerlo conseguimos todo lo contrario: los problemas no solo no se han ido, sino que se van acumulando e interponiendo en nuestro camino de manera cada vez más complicada.
Las consecuencias de negar nuestras emociones
Reprimir nuestras emociones y sentimientos puede convertirnos en personas ansiosas, nerviosas e irritables. Cuando negamos aquellos sentimientos que nos producen un desgaste de energía terminamos, sin darnos cuenta, gastando mayor energía aún en el intento. Esto incide en nuestro estado de animo e incluso en nuestra salud mental provocando un ciclo de negativo de pensamientos recurrentes sobre nosotros mismos y nuestra realidad.
Nos han educado para esconder nuestras emociones y por ello nos cuesta mucho expresarlas. Esto tiene un sentido adaptativo, ya que no podríamos mantener nuestras relaciones sociales, nuestro trabajo o nuestras parejas si expresáramos constantemente todas las emociones fuertes que sintiéramos. Sin embargo, esto nos ha dado la sensación errónea de necesitar controlarnos constantemente. Sentimos que debemos controlarlo todo, pero esto es algo imposible. Algunas cosas escapan de nuestro control y darnos cuenta de esto puede generar mucha ansiedad. Contra más tratamos de controlar y cambiar nuestra situación, más nos autoboicoteamos y más ansiedad terminamos padeciendo, sintiéndonos cada vez más atrapados.
Como consecuencia de esta necesidad de control, podemos terminar desconectando de nuestras propias emociones y enterrándolas como si se trataran de trastos sucios que no queremos tener. Pero las emociones nos comunican información. Una información a la que debemos prestar atención, ya que no hacerlo puede provocar problemas mayores.
Aunque a corto plazo, evitar estos sentimientos puede parecer una buena idea, a largo plazo puede generarnos incluso problemas físicos causados por el estrés y la ansiedad que esta situación nos impone. La negación emocional es de hecho, una de las principales causas de muchos problemas psicológicos.
Negar nuestras propias dificultades y culpar a los demás
Una forma muy corriente de negación es la de no asumir nuestras propias dificultadesculpando a personas o circunstancias externas. Por ejemplo, imaginamos que nos presentamos a un examen que no hemos podido preparar bien. Tras suspender, algunas personas asumirán su responsabilidad tratando de corregir el error, mientras que otras tenderán a negar las emociones negativas que les genera la idea de no haber hecho las cosas bien culpando a circunstancias externas, como la dificultad del examen o a la mala suerte.
Esto ocurre porque afirmar que no hemos estudiado lo suficiente, genera una tensión y una culpabilidad en la persona que no es capaz de afrontar. La misma circunstancia puede ocurrir en cualquier faceta de la vida, como en una pelea de parejas en la que uno nunca asume su responsabilidad y culpa al otro.
La negación también es común en personas alcohólicas y adictas, cuando se autoconvencen de que volver a consumir en pequeñas cantidades aquel producto que les ha generado el problema, no les supondrá ninguna consecuencia negativa.
Liberándonos de la negación
Para manejar las emociones negativas, tenemos que comprender la función de las emociones en general. La palabra emoción procede del término latino “emotio”, que significa “movimiento” o “impulso”. Las emociones son estados afectivos, reacciones psicofisiológicas que tienen una función adaptativa para el organismo y su medio ambiente. Podemos concebirlas como una fuente de información, un impulso que nos avisa de que algo sucede, pero que no nos incapacita para poder evaluar qué accióntomar al respecto.
Por ejemplo, sentir que estamos enamorados puede llenarnos de miedo por culpa de experiencias pasadas. Este miedo puede bloquearnos, pero también puede servirnos para ser más precavidos a la hora de buscar ciertas características en una nueva relación. Si conseguimos que nuestro razonamiento supere la sensación de bloqueo, tal vez podamos hacer frente a la situación y usar esta emoción para decidir qué es lo mejor para nosotros sin dejarnos llevar por la parálisis a la que nos condiciona.
No se trata de evitar la emoción que percibimos como negativa o la situación que nos la provoca, sino de vivirla y hacerle frente para poder sentirnos liberados y vivir en plena estabilidad y salud mental. Si te sientes identificado/a con esta situación, quizás sea hora de preguntarte a ti mismo/a qué es aquello a lo que temes enfrentarte o qué beneficios podrías obtener si consigues aceptar tus sentimientos como algo que nos hace simplemente humanos y vulnerables.
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