Lao Tzu
Dejar ir es todo un arte, requiere paciencia y práctica. Lo primero que tenemos que hacer es tomar la decisión de dejar ir cuando ha llegado el momento y decirle a la vida que estamos listos, aunque no siempre sea fácil. Podemos comenzar por dejar ir cosas pequeñas para ir aprendiendo a soltar. En este mismo momento pregúntate: ¿Qué puedo dejar ir ahora? ¿Qué estoy dispuesto a soltar?
Las trampas de no soltar el pasado
Soltar no es decir adiós, es aprender a decir gracias.
El dejar ir el pasado y los recuerdos agradables o dolorosos puede ser muy difícil. Aunque los viejos recuerdos pueden atormentarnos, aún así nos aferramos al pasado, tal vez por lealtad con un ser querido, rehusándonos a seguir adelante.
Si en el presente alguien no se siente pleno y feliz, puede añorar otras etapas de la vida donde se sintió mejor o donde tenía o creía tener lo que ahora le falta. Sin embargo, este camino puede ser una ilusión que le está impidiendo vivir una vida real la cual, por dura o desagradable que sea, siempre será mejor y más nutritiva que aquella del pasado que ya no es y que nos mantiene prisioneros ofreciéndonos una falsa felicidad.
Renunciar a las herramientas que fueron útiles en una época anterior para enfrentarse a situaciones traumáticas o dolorosas también suele ser un recurso de autoprotección, con la falsa creencia de que lo que fue efectivo en el pasado, seguirá siendo útil en el presente para evitar el dolor ante situaciones similares. Por ejemplo, si una persona en la infancia fue reprimida cuando se atrevía a llevar la contraria a su padre, aprenderá a no expresar lo que piensa para evitar el castigo. Aunque crezca y adquiera nuevos recursos, seguirá pensando que lo mejor ante una autoridad, es no contradecirlo y tragarse sus palabras como medio de auto-protección. La realidad es que seguir utilizando la vieja solución del pasado no es una buena idea, pues ya no es un niño y lo más probable es que haya adquirido o sea capaz de adquirir nuevas posibilidades para enfrentar la situación que no sean la de reprimir su expresión y que no lo dejen lastimado o frustrado como antes, que sean más equitativas, sanas y maduras.
A la conducta original del niño que se reprime para evitar ser lastimado se conoce en gestalt con el nombre “ajuste creativo” y que consiste en hacer lo mejor que puede con sus recursos de ese momento para solucionar un problema al enfrentar una situación. Cuando el niño crece y no genera un nuevo ajuste creativo y sigue utilizando las mismas soluciones que en el pasado se le conoce en gestalt como: “experiencia obsoleta”; en el caso que hemos puesto como ejemplo, la experiencia obsoleta consiste en seguir quedándose callada ante las agresiones o amenazas, aunque ya no se trate del padre quien las realiza, sino una autoridad o cualquier otra persona; la persona se vuelve a sentir como se sentía en su infancia, pero no se da cuenta de que ahora es un adulto y que puede optar por otras alternativas menos dolorosas. Si pudiera darse cuenta de eso, aceptaría que el dolor es parecido, pero que las salidas son infinitas y con nuevas y mejores perspectivas. De ahí la importancia de aprender a soltar las experiencias obsoletas y arriesgarse por nuevas respuestas ante los estímulos, por más parecidos que sean a los de las experiencias traumatizantes.
Dejar ir al viejo yo; permitir emerger al nuevo yo
El dejar ir al viejo yo y permitir al nuevo yo emerger puede ser algo que asuste mucho pues, el tener la fantasía de que nos conocemos perfectamente, a pesar de que puede generar una sensación de seguridad no es algo real. Como sabiamente dijo Heráclito hace mucho tiempo: “Ningún hombre puede bañarse el mismo río dos veces, porque ni el hombre ni el agua serán los mismos.” Todo el tiempo estamos cambiando y convirtiéndonos en otro o en otra, aunque no lo notemos de primera mano o nos de miedo aceptarlo. Sin embargo, al dejar atrás nuestro viejo yo y dar un salto hacia lo desconocido, puede ayudarnos a reconocer nuestro verdadero y actual potencial, lo cual nos ayudará a lograr lo que deseamos y realmente necesitamos aquí y ahora.
“El pasado ya pasó” es una frase que muchos de se repite con mucha frecuencia, pero que en realidad es que pocos aplican. La mayoría de las personas viven en el pasado, reviviéndolo día tras día, gastando toda su energía en tratar de recuperarlo. Y luego se preguntan por qué su vida no funciona, por qué no pueden lograr lo que se proponen cuando viven atrapados en la falsa creencia de que todo tiempo pasado fue mejor.
Imagina que estás escalando una montaña (tu vida), y a lo largo del ascenso vas recogiendo objetos pesados, cosas que no te sirven, y guardándolas en una mochila que llevas cargando sobre tu espalda. Después de un tiempo, el peso de estos objetos comienza a hacer que camines más lento, que no avances como tú quisieras y, a menos que tes deshagas de ellos, el ascenso te será increíblemente difícil.
¿Qué es lo que no puedes dejar ir? Piensa de qué está llena la bolsa de la que hablamos arriba: resentimientos, culpas, rencores, lamentos, miedos, falsas creencias… ¿No te resulta agotador soportar esa mochila tan pesada todo el tiempo y a todos lados a donde vas? ¿Por qué no considerar dejar ir el pasado de una vez por todas? ¿Te has acostumbrado tanto a vivir así que ya no recuerdas que hay otras maneras de vivir libre de toda esa carga? ¿Qué estás esperando para dejar ir todo eso que no te sirve por más sensación de seguridad que te produzca? ¿Cuándo vas a comenzar a usar esa energía que estás desperdiciando en aquello que realmente deseas?
Vivir el momento presente
La mayor ganancia de elegir dejar ir el pasadoes que te permite vivir en el momento presente. El vivir en el aquí y el ahora significa disfrutar o padecer todo lo real que sucede en este momento y eso nos ayuda a crecer, a fortalecernos, a sentirnos reales. Mirar a nuestro alrededor, apreciar todo lo bueno y usar lo malo para ser mejores. Cuando te plantas en el aquí y el ahora, no puedes estar en ningún otro lugar ni momento. No te estas aferrando a nada, estás aquí, estás ahora, el único lugar y el único momento donde realmente puedes estar, donde realmente existes. Y si lo que experimentas en el aquí y ahora no te gusta es porque estás enfocado en las cosas negativas. Cambia tu enfoque incluyendo también las cosas positivas y esto permitirá a tu mente a ver la realidad de una manera diferente y más completa enviándole el mensaje de que estás listo para dejar ir aquello que no te sirve ni te hace feliz y que estás abierta a las nuevas posibilidades de sentirte más plena y feliz.
Dejar ir es importante para atraer la abundancia a TU vida. El aferrarte a algo bloquea tus habilidades para recibir en el presente y te impide recibir la abundancia del universo. Todo lo bueno que deseas se encuentra en el momento presente, y si vives en el pasado no estás presente para recibir los regalos que el universo tiene para ofrecerte.
También puedes aferrarte a actitudes negativas, hábitos, creencias, sentimientos, pensamientos o personas. O tal vez te aferres a ideas sobre la manera en la que las personas y las cosas deben ser, lo cual bloquea el flujo de tu vida. ¿Te has escuchado decir alguna vez: “así soy y no puedo cambiar”? Pues entonces debes ser consciente de que nada cambia hasta que tú no cambias. Si tú no corres el riesgo de transformarte, estarás condenado de por vida a las mismas circunstancias.
Dejar ir crea el espacio para algo nuevo más allá de
tu imaginación y tus
expectativas.
Una manera de dejar ir tu necesidad de que las cosas sean como tú crees que deben ser, es confiar en el amor y en la vida y el universo, así como en el poder de tu mente y de tu corazón. Confiar en que hay ayuda disponible siempre para ti en cualquier momento. Confía en que el universo quiere que tengas lo que tanto deseas. confía en que eres amada. El aferrarte a algo o a alguien es lo que irónicamente te aleja de lo que más quieres. Por eso relájate, confía, deja ir la necesidad de controlar todo y entrega tus sueños al universo.
En conclusión algunas cosas que puedes considerar dejar ir son:
La necesidad de tener siempre la razón.
Los sentimientos de culpa.
El resentimiento.
Las viejas heridas.
Las soluciones para problemas o circunstancias del pasado.
La idea de cómo deben ser las personas, las situaciones o las cosas.
Los lamentos y las quejas.
El “viejo yo”.
Los miedos irracionales.
Tu tradicional manera de ser.
Las actitudes negativas.
Las creencias limitantes.
La necesidad de controlar todo.
Los hábitos negativos.
Aquello que te hicieron y que no has podido perdonar.
Las adicciones.
Las relaciones destructivas.
Los seres humanos somos criaturas tradicionales en cuanto a los hábitos, la comodidad y la familiaridad, y cuando sentimos que nuestra seguridad se ve amenazada, nuestro viejo yo (o yo egóico) lucha para mantener las cosas como estaban. Cuando estamos en el proceso de dejar ir, sentimos que estamos perdiendo el control, y eso no lo podemos soportar. Pero el esfuerzo vale la pena y vale la pena intentémoslo para poder alcanzar la libertad.
“Hay personas y cosas que nunca quisiéramos dejar ir. Pero debemos recordar que dejar ir no es el fin del mundo, sino más bien el comienzo de una nueva vida.”
Tomado y adaptado de la publicación original en: El mejor Karma (2013)
https://gestaltsinfronteras.com/
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