No hay diferencia en la naturaleza entre el embrión, los bebés (el niño que no habla), el niño y el adulto. Estos son estados sucesivos que reúnen el sujeto, el cuerpo y sus representaciones psíquicas – el tiempo de vida – en la función de lenguaje (función simbólico) que reúne a todos los humanos.
Durante su vida, el tema no cambia. Estos son sus relaciones consigo mismo y con otros que evolucionan y esto a través de las principales etapas de su desarrollo.
Por supuesto, esa es la forma de organizar estos informes, por el momento cruzando estas etapas, que será decisivo para su devenir ¿Este tema se desarrollará, enriquecerá a sí mismo, florecer o, por el contrario, colgar, encoger, congelar?
Desde el principio, Dolto establece los cimientos que provienen de lo que ella aprende psicoanálisis con niños, fundamentos éticos y teórico, pero también los fundamentos del ser humano y la humanidad. El embrión no es un organismo, no es ni un montón de células, tampoco un animal, sino un ser “prometido a la palabra”, en conexión constante con la palabra de aquellos que lo diseñaron.
Con Dolto, la primera revolución es anunciar que el niño es un sujeto en sí mismo. Hasta entonces, el niño solo se piensa que es inferior, incompetente, débil, un ser sin interés; el objetivo que le concierne es especialmente de entrenarlo, conformarlo.
Dolto le da un estado al niño: él está sujeto y completamente sujetos. Esto, de hecho, transforma el informe que cualquier persona puede tener al niño, porque naturalmente se sigue eso él tiene derechos, al igual que el adulto.
Pero el niño está en proceso, en construcción, por lo que más frágil. Así que merece aún más respeto y atención que el adulto, frente a esta inmadurez de nacimiento común todos tienen un deber vital hacia él.
Para Dolto, son sus padres, primero y principal, quienes tienen estos la tarea y primero, el deber de acompañarlo para que él puede convertirse en un adulto, la novedad en las letras de Dolto es que este futuro adulto debe ser consistente con el sujeto singular en el que estaba viniendo al mundo, no es que él esté evolucionando de acuerdo con un estándar, según los deseos de sus padres, o peor nuevamente, según criterios sociales o históricos aleatorios. El niño debe poder permanecer en armonía consigo mismo, con lo que ha sido profundamente desde entonces, en su riqueza personal e inventiva.
El sujeto está allí, completamente, en cada uno, absolutamente único.
Autor: Laurence Darcourt en 100% Dolto.
http://memoriaemocional.com
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