viernes, 31 de agosto de 2018

Entra en el presente. Por Sergio Noguerón.


El presente está absolutamente vivo; al levantarme cuando abro la ventana por las mañanas, escucho el canto de los pájaros que canturrean como si estuvieran de fiesta y celebración, en ese momento se esta revelando claramente la integridad de la vida, me doy cuenta que el canto, el sonido, y el que escucha simultáneamente, de forma atemporal somos una misma cosa.

Si miro a un árbol enorme y frondoso que da a mi ventana, veo el baile de sus hojas y cómo el sol se refleja en ellas creando un bonito destello, es un magnifico despliegue, el despliegue del presente indiviso que sin fronteras se muestra bello y desnudo !que pocas veces nos paramos a mirar! Que pocas veces nos paramos a maravillarnos de él. Mi corazón está latiendo y la vida me está atravesando de vitalidad desbordante, mis pies tocan el suelo y el silencio de este presente toca una bonita canción, la canción de la ausencia de los conflictos.

Todo un bonito despliegue que enriquece este presente enloqueciendo por su absoluta fragancia a libertad: veo en el cantar, en el árbol, en el sol, y en el fresco parque algo tan extraordinario que en lo profundo recojo una alegre sonrisa de estar absolutamente vivo. La unidad danza cuando la ves, el uno indiviso solo puede ver belleza por doquier ¡está por todas partes dios mio! Mi existencia ya es inmensa y vibrante. ¿Porque no es suficiente con esto, te lo has preguntado?

Sin hacer nada el presente me ha hecho un regalo, el universo está apareciendo enfrente de mí, soy tan importante que el universo me utiliza para aparecer, así es como me siento cada mañana al levantarme.

Y así es como te invito a ti que te sientas, te invito al baile de la atemporalidad presente donde los hechos hablan por sí solos, ya que la mente inventa e imagina, pero el hecho es absolutamente desbordante. Reconocer nuestra naturaleza una más allá de los opuestos dentro o fuera, encontrar la esencia vibrante del Ser es la naturaleza del despertar al presente.

En el presente siempre te encuentras pero no lo sabes, no tienes que buscar el presente, ya estás en él, no das por hecho que existe este presente en el cual puedes nadar en la más absoluta libertad, quizás es posible, si ya has emprendido el camino del autoconocimiento, que sepas que hay una posibilidad de librarte de la mente egotista que te infringe gratuitamente tanto dolor y aversiones.

Para que esto ocurra, para que descubras la presencia consciente que te pertenece por derecho propio, has de darte cuenta de los benéficos que tiene la capacidad de entrar en el presente, para que puedas enamorarte de este vacío ausente de problemas y preocupaciones y descubras quién eres realmente.

Haz del presente tú amigo y aliado, sin divisiones esto es evidente, el presente y tú sois una misma cosa, es así desde siempre, acéptalo plenamente como si lo hubieras elegido, maravíllate de lo más insignificante y descubrirás de lo que hablo. Entra en él y siéntelo, profundiza en ello, si antes estabas siempre pensando en el futuro o en el pasado, ahora tómate la determinación de entrar en el presente tantas veces como puedas durante el día, siente la unidad con la vida, eres vida, encontrarás en el presente algo muy hermoso, un acuerdo de cordialidad contigo mismo.

Entra en la dimensión del ahora para poder detener por un momento los asuntos de la vida, y observar la corriente de vida autentica, la única corriente verdadera en la que estás justo ahora en este momento, da la absoluta realidad a este momento y en él dale un pequeño lugar a los acontecimientos y decisiones que tengas que tomar. Toma el presente como inicio, como referencia del vivir, y cuando hayas de pensar en ciertas situaciones futuras hazlo consciente-mente y no te duermas, hay una gran diferencia entre el pensar consciente y el dejar llevarse por las preocupaciones y adicciones de la mente que vaga errante y a la deriva con preocupaciones que no sabemos si van a ocurrir.

El tiempo y la mente que son inseparables, son una herramienta y no hay por qué negarlos, no hay por qué decir que el tiempo no existe, pero si lo miras claramente, si adviertes con claridad lo que te estoy diciendo, esto puede trasformar ampliamente tu vida. El tiempo solo es un problema cuando basas tu sentido de identidad en él, pero cuando tú eres y lo sabes, el tiempo ya no será un problema....
El presente no tiene enseñanza

Es evidente que la espiritualidad es el refugio de miles de personas, que saben que a través de ella pueden tener la oportunidad de ser felices sin la necesidad del mundo y de sus circunstancias. También saben que si se conocen, si crecen pueden encontrar un lugar para abrigarse del frío de la separación, donde ellos se sienten indefensos y sufren por las heridas de la mente y de sus emociones.

La espiritualidad parece ser el trampolín hacia el fin del sufrimiento (como dijo el Buda), es evidente que debamos de crecer y encontrar valores más profundos y no tan superficiales como nos ofrece la mente. Encontrar un verdadero contacto con el presente y un verdadero compromiso con el vivir, sin ir a la deriva en el navío errante de la identificación individual con una mente egóica que va a la deriva abrigando tensión, estrés y ansiedad.

El amor es un destello atemporal que te abraza cuando la mente se detiene es sus pretensiones personales, por ello sabemos en lo más profundo, donde la mente no es capaz de mirar, y donde la mente no está, que nosotros podemos respirar el aire fresco de la unidad, que explosiona como una brisa fresca en un día agobiante de verano cuando entras en el reino presente.

El buscador agobiado por el conocimiento de saber que el presente es su salvación, se retuerce en sus expresiones mentales indagando como puede cazar el instante, para refugiarse del tiempo psicológico que le infringe un ruido mental impidiéndole ser él mismo con absoluta integridad. El miedo, el caos y la separación son justificadas por razones y parámetros de la mente pensante, y esto el buscador lo sabe con certeza.

Aun así y en el intento de evadirse de la mente, el esfuerzo es en vano pues debemos de entender que el presente es un lugar atemporal, y solo en la ausencia del yo individual se puede saborear lo eterno y libre.

El buscador perdido en el laberinto de conocimiento, se ha perdido en la filosofía e intenta plasmar las enseñanzas, intenta aplicarlas para saborear lo que dicen los sabios ya muchos miles de años, pero el presente no tiene enseñanza que te lleve a él, el presente es tal cual se presenta, y por ello por más que el esfuerzo parece que pueda acercarte a él, es la rendición, la quietud y la entrega lo que te pone en contacto con la suave brisa de amor que acaricia la atemporalidad, cuando decides tomarte un té con ella.

Por ello un amor presente solo necesita de una ausencia de acción, una ausencia de pretender ser lo que no eres, pues aun cuando el agobio pueda aparecer, y por más simple que esto parezca, el presente está al alcance de una sola y minúscula respiración.

La mente, que no está acostumbrada a pensar en la simpleza, no entiende que pueda ser tan sencillo. Buscando en el conocimiento y aturdida por la búsqueda, pasa por alto la inmediatez de este sencillo y ordinario instante, pero detrás del telón de la sencillez se encuentra el gozo de lo sublime.

16 de julio de 2015
https://www.nodualidad.info


Todo cambia, nada permanece igual


Son las siete y media de la mañana y suena el despertador. Nos levantamos para asearnos, desayunar, vestirnos e ir a trabajar. El coche no arranca. Cogemos el autobús y llegamos a la oficina. Un compañero ha pillado un resfriado y no puede venir. Nos sentamos en nuestra silla y encendemos el ordenador. Llega la hora de comer y comemos. Salimos a las 18:00 de trabajar y vamos al gimnasio. Nos ponemos un poco más fuertes, nos duchamos y llegamos a casa. Preparamos la cena, vemos la tele y nos acostamos. Fin del día. ¿Os habéis fijado que todo cambia?

 
 
Un día muy normal en la vida de cualquiera. Una rutina de lunes a viernes. Así que no es de extrañar que escuchemos frases como: “necesito un cambio en mi vida”. Sin embargo, el cambio está ahí, sólo que no lo vemos. Y no hablo de un cambio de vida, sino del cambio permanente de todo aquello que nos rodea. Porque en este concepto, aunque nos cueste creerlo en un primer momento, se esconde gran parte del sufrimiento humano.
 
Y todo cambia 

Para que en nuestro día a día todo se lleve a cabo es necesario el cambio. Las horas del día cambian, cambiamos de estar dormidos a estar despiertos, de llevar pijama a llevar ropa de calle, de estar en la oficina a estar en el gimnasio, etc. Aunque estos cambios parezcan de perogrullo, no somos conscientes del potencial que tiene ser conscientes de ellos. Y no solo conscientes, sino llegar a interiorizarlos.

Nadie se sorprende del hecho de que para encender una luz tengamos que apretar un interruptor. Tampoco nos sorprendemos demasiado cuando nos empiezan a salir canas, aunque este cambio algunos lo llevan peor. ¿Pero qué tendrá que ver la luz con las canas? Todo está en constante movimiento, todo cambia. El primer cambio es a nivel eléctrico y el segundo a nivel humano, pero son cambios al fin y al cabo.

Cuando tenemos un trabajo y nos comunican que vamos a ser despedidos, por lo general, solemos interpretarlo como algo negativo. Cuando muere un familiar nos ponemos tristes. Si nuestra pareja ya no es la misma que cuando la conocimos, sentimos que estamos con otra persona. Todos estos cambios representan un choque, en mayor o menor medida, en nuestras vidas.
 
Resistencia al cambio 

La raíz del sufrimiento reside en la resistencia al cambio. Nos negamos rotundamente a aceptar que ciertos aspectos de nuestras vida puedan cambiar. Queremos pensar que nuestros padres van a estar ahí siempre, que nuestros amigos nunca nos fallarán, que nuestra pareja será la misma que al inicio de la relación, etc. Cuando algo nos gusta, nos aferramos y no estamos dispuestos a dejarlo escapar.

“Cambia lo superficial, cambia también lo profundo, cambia el modo de pensar, cambia todo en este mundo…”.
-Todo cambia, Mercedes Sosa-

Así pues, el aspecto fundamental sobre el que radica gran parte de nuestro sufrimiento, no es el cambio en sí, sino nuestra oposición a él. Quizá sería ideal poder gozar de todo lo que tenemos durante el tiempo que queramos, pero la vida a veces nos ofrece otra clase de planes que hemos de ir aceptando e integrando.
 
Aceptar el cambio 

¿Qué podemos hacer cuando el cambio irrumpe en nuestras vidas? Aceptarlo. A priori, puede parecer cruel. Por ejemplo, aceptar que nuestros seres queridos van a morir, a muchos les puede suponer un conflicto emocional, ya que pueden interpretarlo como una invitación a quererles menos porque un día se irán. Pero ni mucho menos es algo así. Hay que disfrutar de aquello que nos haga felices mientras lo tengamos, pero sabiendo que un día podemos no tenerlo. El aferramiento sólo lleva al sufrimiento. 

“La vida es simple cuando aceptas que es complicada. La vida es complicada cuando crees que debería ser simple”. 
-James Low- 

Hemos de comenzar a pensar que la vida es sinónimo de cambio. Nada permanece, todo cambia. Algunas cosas duran más, otras menos. Así, querer evitar a toda costa que algo cambie nos llevará al sufrimiento, porque tarde o temprano, cambiará. Por lo tanto, mantener una actitud abierta al cambio nos llevará a ser más libres y felices. La actitud no es “dejaré de amar a mi ser querido porque un día morirá”, sino “sé que un día mi ser querido no estará, pero mientras esté disfrutaré de él”. 

Aquello que escapa a nuestro control 

A pesar de parecer que tenemos controlados muchos aspectos, algo puede fallar. Planeamos un evento al más mínimo detalle pero el gran día algo sale mal. Ensayamos delante del espejo la exposición de un trabajo de facultad y cuando estamos delante del profesor y nuestros compañeros nos atascamos en lo más simple. Todo, absolutamente todo, está sujeto al error, y esto es, en última instancia, al cambio. Teníamos la expectativa de un resultado concreto en nuestras mentes, sin embargo, sale diferente. 

Un error también supone un cambio porque implica que aquello que hacemos no sale como queremos. Debemos ser conscientes de que en nuestro día a día experimentaremos acontecimientos diferentes a los que teníamos pensado y esto ocurre porque el cambio es un hecho inherente en la vida, en la naturaleza. Así que es importante que recordemos que todo cambia. 

Xevi Molas

jueves, 30 de agosto de 2018

Ejercicios para mejorar la autoestima baja.



Cómo adquirir autoestima

¿Está usted deprimido? ¿No hay forma de que se pueda sentir bien acerca de usted mismo? ¿Encuentra difícil decir no a las personas? ¿Encuenra difícil dejar de criticarse y encontrar error en todo lo que hace?. Usted puede tratar de sentirse bien, usted inclusive puede tratar de sonreir todo el tiempo, pero usted no se sentirá bien acerca de sí mismo, hasta que usted entienda que la autoestima es un proceso interno.


Objetivos de los ejercicios para el autoestima baja
¿Cómo puedes adquirir autoestima?
Ejercicios para ganar estima y autoconfianza


Lee también: Características de la autoestima: ¿tienes autoestima alta o baja?

Objetivos de los ejercicios para el autoestima baja

Con los ejercicios para aumentar la autoestima, usted descubrirá:
Las causas de baja autoestima
La diferencia entre autoestima y autoimagen
Como creó la imagen de sí mismo
Como ser más conciente de usted mismo
El poder del perdón y del perdón hacia sí mismo

Lee también: ¿Cómo es una persona con autoestima alta?
¿Cómo puedes adquirir autoestima?

Nuestra autoestima es adquirida a través de nuestra familia, maestros, amigos y la sociedad en general. Es determinada por la manera en que interactuamos con otras personas, nuestras relaciones personales, el trabajo y la vida en general. La autoestima se basa en como usted ve sus habilidades y su dignidad como persona. LA AUTOESTIMA SE CONCENTRA EN COMO USTED SE SIENTE ACERCA DE USTED MISMO.

Las personas con baja autoestima se sienten negativos con respecto a ellos mismos, por lo tanto, frecuentemente viven ansiosos y deprimidos. Por otro lado, las personas con alta autoestima se sienten muy bien acerca de ellos mismos y son frecuentemente seguros de ellos mismos. Ellos saben claramente la importancia de cuidarse a ellos mismos. Sería muy interesante que cuando empezamos a transitar en este camino recordemos algunas cosas que no deberíamos hacer. A continuación explico 4 puntos importantes con respecto a esto:

La baja autoestima se alimenta de mensajes negativos y pensamientos negativos. Por lo tanto yo sugeriría que no se critique más a usted mismo. Cuando un pensamiento de crítica aparezca en su mente, cambie la atención y piense en otra cosas. Deje de lastimarse a si mismo con su crítico interior.

La baja autoestima se alimenta del miedo a ser rechazado, por lo tanto, no trate de complacer a todo el mundo todo el tiempo para poder sentirse aceptado o amado. Recuerde que lo que usted siente es tan importante como lo que los demás sienten . No se niegue a si mismo.

La baja autoestima se alimenta en la inseguridad, por lo tanto, no trate de parecerse a otra persona. Recuerde que usted es único, que tiene talentos únicos y maneras únicas de hacer las cosas. Si usted es único usted no puede ser otra persona. Trate de hacer lo mejor que usted puede sin compararse con los demás.

La baja autoestima se alimenta del miedo, por lo tanto, no se tome a usted mismo tan en serio. Recuerde que nunca fracasamos, el fracaso no existe. Lo que las personas llaman fracasos, es simplemente una manera que hemos encontrado de no volver a repetir las cosas. Tome los llamados fracasos como un aprendizaje que lo esta llevando hacia donde usted quiere llegar.

Lee también: Importancia de la autoestima

Ejercicios para ganar estima y autoconfianza

1. Escriba acerca de cómo se ha criticado hoy a usted mismo.
2. Escriba a quien trató de complacer y con quien trató de quedar bien hoy y porqué lo hizo.
3. Escriba con quién se comparó hoy y de que manera lo hizo.
4. Escriba algo que usted considere que haya fracasado, escriba porqué lo considera un fracaso, ¿como se siente? . Escriba que ha aprendido de este fracaso.

http://crecimiento-personal.innatia.com

11.- Bendición de la Libertad Interior.Del Libro Treinta y Tres Bendiciones, para una nueva Realidad. Por Ashamel Lemagsa





Amados…


Hoy y siempre bendecimos nuestra capacidad de afianzar nuestra libertad interior.


Libertad Interior no implicar “hacer” lo que queremos en cualquier momento y bajo cualquier circunstancia, sin medir las consecuencias de nuestros actos.


Es sentirnos enteramente libres de toda atadura interior y exterior que limiten nuestra capacidad de Ser y Sentir!!


Libertad interior es lograr tener una activa reflexión interior que nos conducirá a una compresión amplia de la realidad tanto propia como ajena.


Ser libres interiormente, es sentir la soberanía de todas nuestras acciones, pensamientos y emociones, por lo cual asumimos la total responsabilidad de ellas.


Eres Libre cuando en tu ejercicio de libertad la inicias desde tu interior, cuando permites a tu Alma que guíe al corazón y desde él armonizas tu vida.


La Libertad Interior es la apertura del corazón hacia la vida misma en su totalidad.


Hablo de Libertad INTERIOR!!!!


Pues está centrada en el interior del Ser Humano y se refleja en el exterior.


No es más libre el que dice lo que piensa a todos.

No es más libre el que hace lo que quiere, sin tener en cuenta las respuestas de su accionar.


No es más libre el que quiere ejercer poder y dominio sobre otros o busca imponer liderazgo.


Es realmente libre el que siente la profundidad de la esencia de cada situación y actúa acorde a ella, respetándola.


Es realmente libre, aquel que sabe aceptar su realidad, fluye en ella, pero sabe cómo y cuándo transformarla para el mayor bien propio y de todos los conectados a él.


Es libre el que Siente la libertad dentro de su corazón y la expresa en Amor Ilimitado.


Es Libre desde su interior, aquel que a pesar de las circunstancias exteriores adversas, dolorosas, complejas, no pierde la paz, la compasión y la comprensión.


Es Libre Interiormente aquel que sin fanatismo, construye su sendero con la suavidad de la brisa, la fortaleza del bambú, que jamás se quiebra ante una tempestad.


Eres libre cuando sin juzgar, ni criticar a nadie avanzas en la vida por tu propio esfuerzo, respetándote y respetando a los demás.


Eres realmente libre cuando las críticas o alabanzas no crean dentro de ti ni heridas, ni vanidad.


Eres libre cuando construyes tu realidad sin rencor, sin odios, sin desconfianzas, sin dudas…


Con la certeza que la verdadera libertad nace en ti y te acompaña en tu corazón desde el amor ilimitado.

Así es!!!!!!



Los Amo!!!

Con Amor, Ashamel Lemagsa.




Video: Te Regalo Paz





Cuidado con lo que toleras, tú le enseñas a los demás cómo tratarte


Si bien es cierto que hay muchas virtudes que nos ayudan a mantener relaciones interpersonales saludables, como la paciencia, la empatía, la compasión y la tolerancia, también lo es el hecho de que las personas suelen establecer sus límites en función de lo que se les permite.


Muchas veces por ser comprensivos, por colocarnos en el lugar de los demás y desde el ánimo de preservar nuestras relaciones podemos tolerar e inclusive perdonar acciones que no coinciden con lo que a nosotros nos gustaría recibir. Por lo que lo más conveniente resulta dar a conocer lo que estamos dispuestos o no a recibir.

Ciertamente lo lógico es recibir lo que damos a los demás, pero lo lógico a veces no coincide con la realidad y aun tratando a los demás desde el respeto, desde el cariño y en pro de sumar acciones a nuestras relaciones, recibimos de ellos acciones que reflejan lo contrario y que nos incomodan o hieren de alguna manera.

Aun cuando solo nosotros decidimos si las acciones de los demás nos afectan o no, de seguro nos facilitaremos la vida mostrando nuestros límites. Evitemos tomarnos las cosas de manera personal, la mayoría de las heridas que son producto de lo que nos hace otra persona no tuvieron la intención de hacerlo, eso no disminuye el dolor generado, pero podemos evitar incrementarlo a través de rencores y resentimientos a cuestas.

Recordemos que todos estamos acá haciendo lo mejor que podemos con los recursos que tenemos, que todos de una manera u otra, estamos apostando por nuestra propia felicidad, aunque a veces lo hagamos a través de caminos muy escabrosos y otras veces lastimando de alguna manera u otra a quienes nos aprecian.

Permite que cada quien sea como quiere ser, ésa es la única manera que sabe, si no te resulta posible resistirlo, procura alejarte o seguramente saldrás lastimado. Nadie va a cambiar porque alguien se lo pida, menos aún porque se lo exija, los cambios vienen de cada quien, de determinar que algo no está bien, de reconocer que se puede dar más, de entender que hay mejores maneras de obtener un resultado y de querer hacer una mejor versión o al menos una modificada de ellos mismos.

Por eso dentro de lo que representa el respeto, debemos respetar las maneras de los demás, pero evidentemente preservando nuestro bienestar y tomando las medidas necesarias para procurar que lo que recibamos esté en armonía con lo que queremos, que normalmente no difiere mucho de lo que nos damos a nosotros mismos.

RINCON DEL TIBET
http://www.reflexiones.life


miércoles, 29 de agosto de 2018

No seas “alguien en la vida”, el éxito está en ser tú mismo.


Las nuevas tecnologías te venden un ideal de ser exitoso, te empujan a “ser alguien en la vida” partiendo de estereotipos creados en las redes sociales, todo el mundo aspira ser tendencia. El éxito se mide en la cantidad de “me gusta” y número de seguidores. La búsqueda de aprobación social es una necesidad que te esclaviza y lleva a comportarte como alguien que no eres, que a la postre te producirá insatisfacción. El éxito está en ser tu mismo, en convertirte en tu mejor versión.


Para ser feliz debes ser tú

Lo primero que debes hacer es ser muy honesta/o contigo, vivir sueños propios, sentir orgullo de lo que te hace un ser único y especial, porque así lo crees y no porque otros lo digan. Tu verdadera esencia te define por lo que sientes, la satisfacción de tener un propósito en la vida que responde a tus genuinos intereses.

Ten un encuentro contigo

Tu primera meta es descubrirte, comprenderte y aceptarte. Reflexiona sobre tus valores, analiza sobre lo que te hacen actuar. Es natural que en ese proceso encuentres contradicciones de ti mismo, no te preocupes, acepta tus incongruencias. Las personas somos luz y sombra, tenemos defectos y virtudes, reconocernos nos permite estar conscientes para decidir como actuar, desde nuestro espacio de voluntad.

Enfocarte en el pasado no te ayuda

No decidas quien eres por un momento específico, si no alcanzaste una meta recuerda siempre que eso no te define como persona. Pasa la página de tu libro natural, olvida los errores. Angustiarte por el futuro te aleja de las posibilidades de tu presente. Aquí y ahora ¿qué es importante para ti?

Analiza siempre tus fortalezas

Con el pasar de los años tus fortalezas se incrementan y algunas cambian, céntrate siempre en ellas, hazte preguntas como: ¿con qué herramientas cuento?, ¿cómo y cuándo las utilizo?, ¿en qué momento me han servido? Se trata de sacar provecho de tus talentos, sin obligarte a ser de una forma porque así lo marca la tendencia actual.

Recuerda que tus puntos fuertes siempre te ayudaran a superar situaciones y si las tienes conscientes lo harás con un estilo único que te diferenciará de los demás… serás tú.

Libérate del juicio externo

Si la valoración que percibes de los demás te preocupa y cohibe, es porque magnificas su opinión. Cuántas veces no has pensado “de seguro cree que hago el ridículo”, cuando en realidad no tienes evidencia para saber eso. Se trata de tu propia angustia por la aprobación social. Disfruta los momentos apartándote de esas ideas irracionales, lo que te debe importar es lo que piensas de ti mismo.

Sé una persona asertiva

Con frecuencia encontrarás a personas que te critican, algunos de forma constructiva y otros destructivamente. Ten tu mente abierta, analizando cada cosa que te dicen para poder diferenciar unas de las otras. Selecciona los elementos que de verdad te aporten, recuerda que en este punto ya pasaste por un análisis de ti mismo y sabrás qué alimenta tu yo. Si algo no cuadra contigo, dilo.

Evita las comparaciones

Compararse siempre es algo odioso. Cuando lo hagas piensa que cada persona tiene su “tempo” y sus propios ciclos, y no todos tienen las mismas oportunidades y capacidades. Sé tu propia meta, compárate contigo y supérate a ti mismo para que logres ser tu mejor versión.

¡Cuando dejes este hábito tan desgastante verás que actuarás bajo tus propios parámetros! El éxito estará en descubrir y utilizar tus fortalezas, en actuar de una manera consciente de lo que te gusta y aporta como persona.

Phrònesis

Atrévete a ser feliz


Desconexión emocional en los adolescentes



La adolescencia es una etapa en la que existen muchos cambios físicos y emocionales. Todos estos cambios pueden convertir la transición hacia la adultez en algo difícil para muchos jóvenes y sus familias, debido, no solo a estos cambios, sino también a las mayores exigencias sociales, académicas y comportamentales que encuentran a su alrededor y a las que, en algunos casos, no son capaces de adaptarse.


Por otra parte, las influencias de internet, celebrities y medios de comunicación orientados a adolescentes pueden influir en sus comportamientos pudiendo llegar a mitificar conductas que no son muy saludables e incluso pueden contradecir aquellas exigencias familiares y académicas.

Este marco puede convertirse en una fuente de desconexión emocional en los jóvenes, que cada vez se muestran más desconectados de las personas que se encuentran a su alrededor. En casos más extremos, cuando el joven ha vivido situaciones complicadas en la infancia puede hablarse el síndrome de la desconexión emocional como forma de defenderse previamente a una decepción sentimental. Un síndrome en el que la persona se aísla de los demás impidiendo mostrar ningún tipo de emoción o apego a otras personas.


Contenido
1 ¿Cómo se sienten los padres de jóvenes emocionalmente desconectados?
2 ¿Qué podemos hacer en estos casos?
3 Tips para apoyar a nuestros hijos cuando están desconectados

¿Cómo se sienten los padres de jóvenes emocionalmente desconectados?

Normalmente los padres se preocupan mucho por esta desconexión. Las relaciones de confianza y amor que sus hijos transmitían en la infancia se tornan en algo parecido a la frialdad y el desapego y los progenitores suelen sentirse confundidos y frustrados ante estos comportamientos.

La reacción más normal es la preocupación excesiva de estos padres que notan como sus intentos por adentrarse en el mundo interior del adolescente para seguir formando parte de su vida, pueden ser fallidos, lo que genera una frustración aún mayor.
¿Qué podemos hacer en estos casos?

El joven está creciendo y por ello necesita experimentar sus propias experienciasdesvinculándose un poco de los adultos. Cuando crecemos, necesitamos sentirnos independientes, especiales y adultos, a pesar de que seguimos siendo, en parte, aún niños. Esto puede desembocar en un comportamiento egocéntrico que no contempla los sentimientos y problemas de los demás y que hace común ver a los adolescentes completamente centrados en sus problemas sociales o personales sin prestar atención a otras cosas.


Excepto en casos extremos en los que el adolescente muestra una falta total de empatía o emociones y en los que será necesario contemplar la posibilidad de buscar ayuda externa, lo más importante es mostrar apoyo emocional a nuestros hijos, dándoles a la vez la libertad para descubrirse a sí mismos y madurar a través de sus propias experiencias y errores. Esto parece fácil, pero sentir que nuestros hijos nos miran como extraños tras haber sido niños empáticos y cariñosos puede ser incomprensible para muchos padres. Lo importante es saber que ellos deben vivir esta etapa por su cuenta sabiendo que sus tutores estarán siempre ahí para apoyarlos.

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Tips para apoyar a nuestros hijos cuando están desconectados

Existen diferentes formas de acercarnos a nuestros hijos para que, a pesar de que busquen sentirse adultos e independientes, sientan que pueden contar con nosotros.
Hablar. Parece algo muy tópico e incluso fácil, pero es algo que a menudo olvidamos en el devenir del día a día. Hasta ahora puede que estemos más acostumbrados a tener conversaciones livianas sobre el día a día o incluso a discutir. Sin embargo, ante la distancia emocional es interesante poder hablar, encontrar un momento de encuentro y de charla sincera, preguntándoles sobre sus sentimientos, emociones y aspiraciones.
Escuchar. Parece que escuchar es algo inherente en el primer punto, pero muchas veces se nos olvida hacerlo ya que solo pretendemos que nos escuchen. Escuchar con gran apertura mental, sin ridiculizar al joven o no tomar en cuenta sus opiniones es crucial para que sientan que pueden contar con nosotros. Para un adolescente, sentirse escuchado es igual a sentirse importante y tenido en cuenta. Esto crea una relación de confianza y apego que puede romper las barreras que se están creando.
Apoyar. A veces los jóvenes se sienten perdidos y frustrados sin saber cómo y dónde encajar en el mundo que les rodea. Ayudarles a encontrar sus pasiones y aquello que les mueve y apoyarlos en sus caminos puede ser crucial para aumentar su confianza.
Actuar como modelos. Aunque los jóvenes no parezcan sentir empatía o preocupación por el mundo que tienen alrededor, a largo plazo aprenden a hacerlo a través del comportamiento de sus modelos a seguir. Si sus padres o tutores se preocupan por el mundo y las personas que les rodean, los hijos acabarán haciéndolo con el tiempo.

No podemos cambiar el mundo en el que los jóvenes están creciendo. La información que consumen y los modelos que encuentran en los medios pueden seguir reforzando este comportamiento egocéntrico y falto de empatía que puede mermar las relaciones con los adultos. Pero sí podemos cambiar la forma en la que asumimos que los jóvenes están cambiando y actuar con paciencia y comprensión. En caso de que el comportamiento del adolescente sea extremadamente falto de empatía y emociones y veamos que sus comportamientos se alejen de lo saludable, no duden en consultar a un profesional de la psicología.

https://www.psicoactiva.com

lunes, 27 de agosto de 2018

El cerebro te protege de tus recuerdos traumáticos. Por loheriva.



El novelista norteamericano Richard Matheson insinuó una vez que “el nacimiento implica el trauma de la incomprensión”. ¿Querría decir este hombre que el mero hecho de nacer ya implica el primero de nuestros recuerdos traumáticos?

Sea como fuere, tú, al igual que yo, no recuerdas el momento de tu nacimiento. Algo normal, de la misma forma que no te acuerdas de tus primeros años de vida. Sin embargo, seguro que hay otros episodios que, por el hecho de ser traumáticos, tampoco aparecen como accesibles en tu memoria. Son de ellos de los que vamos a hablar.

Experiencias y recuerdos traumáticos

Las experiencias vividas, especialmente durante la niñez, influyen poderosamente en nuestro desarrollo. En el caso de las vivencias negativas, el impacto puede ser tremendo. Muchos de estas experiencias, una vez pasan a ser episodios vividos y recuerdos, podrán permanecer en nuestra mente con una intensidad enorme. Es decir, la huella emocional que dejan es muy poderosa.

Episodios de abusos emocionales o físicos por parte de personas cercanas, por ejemplo, dejan poderosas secuelas psicológicas. En ese caso, el cerebro muchas veces tiende a “sentirse culpable”, y precisamente parece que es ese mecanismo el que también se encarga de protegernos de los recuerdos más traumáticos.

“La experiencia es una de las causas del éxito o fracaso. No sufrimos el impacto de nuestras experiencias, llamadas traumas, sino que las adaptamos a nuestros propósitos” -Alfred Adler-

Bloqueando recuerdos

La Psicóloga clínica Lidia García Asensi establece un curioso paralelismo entre un cerebro y un ordenador. Es decir, nuestro cerebro actuaría procesando información en forma de carpetas, que son organizadas y almacenadas. Sin embargo, si llega un recuerdo que sobrepasa su capacidad, se guarda en forma de experiencia vivida en una red de memoria distinta de la habitual.

¿Qué quiere decir la psicóloga con este paralelismo? Que ante los recuerdos traumáticosque nuestro cerebro es incapaz o no quiere procesar, porque han sido capaces de alterarnos a un elevado nivel fisiológico y emocional, son aislados y apartados para que no generen emociones demasiado intensas y difícilmente soportables.

En este sentido, sabemos que las experiencias muy dañinas y traumáticas son capaces de alterar el equilibrio químico del cerebro. Se producen cuando un suceso es de difícil manejo y no somos capaces de comprenderlo, por lo tanto, su aceptación y procesado es altamente complejo.

¿Es positivo este bloqueo?

Podemos considerar este bloqueo cerebral tienen una parte positiva, ya que nos protege de traumas y experiencias complicadas. Sin embargo, tenemos que apuntar que no siempre es así, especialmente a largo plazo, puesto que "apartar" no es olvidar por completo ni impedir que una experiencia nos influya. Hablamos de un hecho real sin procesar, es decir, un episodio importante al que no le hemos dado sentido y al que no hemos integrado de una manera positiva y coherente en nuestra biografía particular.

O sea, que es posible que posteriormente se presente un “estímulo disparador” en forma de nueva situación o experiencia que provoque que ese recuerdo vuelva a la luz. Se produce de forma inconsciente, pero cualquier pequeñez, por insignificante que parezca, podría reactivarlo y hacernos sentir como en el momento del trauma.

Es cierto que la mayor parte de recuerdos acaban por olvidarse. Sin embargo, los referentes a experiencias demasiado intensas jamás se olvidan, solo permanecen apartados y sin procesar, como dormidos, anestesiados. Esto provoca que, al no estar contextualizados y enfrentados, si vuelven a aparecer, el daño pueda ser muy grande ya que pueden hacer que nos sintamos a la vez muy mal y terriblemente desorientados.

Pros y contras de la protección cerebral ante los recuerdos traumáticos

Como hemos visto, esta protección automática de nuestro cerebro nos puede ayudar o perjudicar. Tiene sus pros y sus contras, aunque siempre será mejor hacer frente a un hechotraumático y superarlo. Sin embargo, no es posible si no se recuerda, como es lógico.
Por un lado, el cerebro nos libera del sufrimiento que supone ese recuerdo traumático. Así, las consecuencias incómodas quedarán de alguna manera amortiguadas en nuestro día a día.

“Una vez que el trauma está bajo control, el miedo es de poca utilidad y disminuye” -Martin Seligman- 

No obstante, podría haber momentos en que una persona sienta cierto malestar sin saber a qué obedezca. Puede ser que haya algún recuerdo oculto que el cerebro ha escondido, pero sigue influyendo en nuestro estado emocional.
No es para nada sencillo detectar este tipo de traumas, ya que muchos están muy bien escondidos, disociados y hasta bloqueados. Pero es básico trabajar en las experiencias pasadas, ya que, de lo contrario, podríamos sentirnos inundados por emociones de las que desconocemos el origen, y por lo tanto, muy complicadas de regular.

*Nota de edición: lo expuesto en este artículo responde a un modelo de funcionamiento de la memoria que se adapta bien a muchos casos; sin embargo, es necesaria más investigación para descartar otras hipótesis paralelas -que intentan explicar también estos fenómenos-.


Abraza a tu lado oscuro, conoce a tus monstruos.


Busca un lugar tranquilo y siéntate. Reserva este momento para ti, para conocer a tu lado oscuro. Olvídate del ruido, de las tareas pendientes y los “por si acaso”… Deja que esa voz quejosa, y a veces impertinente, procedente de tu mente se desvanezca poco a poco. Ve al encuentro del silencio, ese compañero con tan mala prensa para quien no sabe apreciarlo, pero tan gratificante para aquellos que son capaces de descubrir su esencia. Escúchale.


Quizás pienses que es imposible captar algo si el interlocutor es el silencio, pero inténtalo. A menudo, este es el puente, el camino, hacia el contacto con nosotros mismos. En este caso, hacia tu interior. No tengas miedo y por supuesto, no huyas.

No hay nada de malo en mirarse al espejo, tocarse la piel y rozar esas heridas que tantas veces te empeñas en no mirar. No desvíes tu mirada ni cierres los ojos para hacer como si nada cuando sientas que algo te duele. Abraza tus monstruos, abraza tu lado oscuro. Conecta contigo.

La oscuridad de las heridas

Mirar a la cara al sufrimiento no es una experiencia que se precie agradable, es cierto. Los fantasmas que transitan por tus recuerdos pueden llegar a ser muy intimidantes y a veces, demasiado autoritarios. Saben a la perfección cuáles son tus senderos inquebrantables, aquellos que son más inestables y las rutas sombrías que albergan las raíces que se hienden profundamente en tu piel.

Esos fantasmas son las huellas de tu pasado, los anclajes que te esclavizan al dolor de lo vivido, y lo alimentan, de vez en cuando, para recordarte una vez más que siguen ahí, que eso no lo has superado. Incluso, si no lo impides, se convertirán en esos monstruos que tanto acabarás temiendo: el miedo al rechazo, a sentirte solo, a ser un fracaso… Distintos disfraces, distintas máscaras para cubrir esa falsa creencia a la que tanto te aferras: ser incapaz de ser feliz.

¿Sabes? Las heridas también tienen su lado oscuro, ese desde el que solo se avista la tristeza de lo gris, el dolor de las espinas y la decadencia de la ilusión. Una zona peligrosa en la que puedes caer preso y que tiene como fruto el girar de tu vida alrededor del sufrimiento. Una sutil telaraña que poco a poco te atrapa.
Las heridas también tienen su lado oscuro, esa zona peligrosa que nos hace girar alrededor del sufrimiento.

No es fácil liberarse de las esquirlas del pasado, sobre todo si se agarran profundamente sobre tu piel y echas mano del autoengaño. El dolor tiene mil y una maneras de expresarse, y aún pensando que estás libre de su condena, puede no ser así, sobre todo si tu tendencia es evitarlo.

Incluso el cuerpo también puede ser un medio para hacerse presente. David Alexander, profesor y director del Centro de Investigación de Trauma en Aberdeen afirma que “La gente que ha sufrido daños emocionales a menudo traduce ese dolor en algo físico”.

Por esta razón, más vale que no descuides el lado oscuro de tus heridas y su influencia en tu mundo. Puede ser tan astuto y tan perspicaz que hasta llegue a cambiar tu visión de la realidad. Y de este modo, quedes atrapado en una espiral de sufrimiento infinita para tus ojos.


“No hay cicatriz, por brutal que parezca,

que no encierre belleza.

Una historial puntual se cuenta en ella,

algún dolor. Pero también su fin.

Las cicatrices, pues, son las costuras

de la memoria,

un remate imperfecto que nos sana

dañándonos. La forma

que el tiempo encuentra

de que nunca olvidemos las heridas”.

-Marwan-

La luz que nace de tu lado oscuro

Ahora bien, así como tu lado oscuro puede quebrar tu existencia también contiene el impulso necesario para hacerte crecer. ¿Qué contradictorio verdad? Pero así es. El océano del sufrimiento es inmenso pero no olvides que si miras hacia el otro lado podrás divisar tierra firme. La clave está en el equilibrio.

Se trata de ir más allá de la experiencia dolorosa, una vez identificada y comprendida. A pesar de que tu corazón esté lleno de dolor, puedes valorar todo lo que acontece a tu alrededor. La realidad no es solo sufrimiento, aunque a veces te empeñes en verlo así. Ahora bien, si solo te fijas en tus espinas, si no ves más allá de tus heridas, tu mente creerá que eso es lo único que existe.

El sufrimiento está ahí, lo importante es que puedes decidir ahogarte o bien, madurar y crecer a través del vaivén de sus olas. ¿Cómo? Abrazando a tu lado oscuro, abrazando a tus monstruos y tus demonios.

El psiquiatra suizo Carl Jung denominaba a este lado oscuro de nuestra personalidad el arquetipo de la sombra. El sótano en el que se esconden nuestros instintos más reprimidos, egoísmos más afilados y deseos más irrefrenables.
Si deseamos ver la luz, tenemos primero que sumergirnos en nuestras profundidades más oscuras.

Todos sufrimos en algún momento, lo importante es que seas capaz de reconocerlo, aceptarlo y sentirlo, con bondad y sin violencia. No seas tan duro contigo. Y una vez hecho esto, observa cómo se genera, cuáles son sus causas, su verdadera naturaleza. ¿Qué pensamientos lo alimentan? ¿Qué actos lo empoderan? ¿Qué sentimientos lo hacen vibrar de nuevo? A menudo echamos gasolina al fuego de nuestras palabras, acciones y pensamientos sin ni siquiera darnos cuenta…

El siguiente paso en el camino de la liberación es dejar de crear sufrimiento evitando hacer todo aquello que lo causa. Este paso requiere paciencia, mucho esfuerzo y por supuesto práctica. En tu interior tienes arraigadas mil y una formas de hacerte daño, casi todas relacionadas con tus pensamientos y automatismos. La clave está en detectarlas y comprender que nada es permanente y que además tienes la capacidad de transformar tu vida. No eres una marioneta.

Está claro, profundizar en uno mismo no es un proceso sencillo. Hay que traspasar muros y romper muchas corazas, pero es el camino para hallar la luz que ilumine nuestro día a día, la senda hacia el bienestar. Ahora bien, la transformación no será repentina, sino gradual.

Trascender tu lado oscuro requiere su tiempo, pero solo así podrás poner fin a tu sufrimiento y hacer las paces con él. A menudo los monstruos que nos gobiernan no son más que nuestros miedos pidiéndonos ayuda…

Gema Sánchez Cuevas
https://wiravaslp.blogspot.com

LIBERTAD, UN ESTADO DEL CORAZÓN HUMANO


Si podemos darnos cuenta de que solo experimentamos el mundo ‘tal como somos’, entonces la libertad que encontramos en el mundo no es sino un reflejo de la libertad que consciente o inconscientemente percibimos internamente.

El filósofo humanista Erich Fromm consideraba que el mundo moderno padecía una lucha contradictoria entre tener y ser.

La necesidad humana de encontrar sentido, bienestar y crecimiento personal entraba en conflicto con un tipo de mundo externo diferente.

Para Fromm, la resolución de este enfrentamiento debía encontrarse en un ‘cambio radical del corazón humano’.

Para mí, el tema del bienestar personal gira en torno a la percepción y la experiencia de libertad. La capacidad de reconocer e internalizar el bienestar está básicamente ligada a cómo la persona experimenta su libertad.

La libertad no es simplemente una circunstancia limitada a los campos de batalla, las naciones y los derechos humanos. A un nivel esencial tiene que ver con la libertad dentro de uno mismo y con la contienda por mantener en nuestra vida cotidiana esa autonomía personal.

El propio Erich Fromm escribió en abundancia sobre el miedo humano a la libertad.

Fromm concluía que nuestro miedo innato a buscar la libertad frente al condicionamiento social tenía su origen en el proceso humano de nacimiento. La indefensión del niño recién nacido y su necesidad tan prolongada de dependencia y protección continúan durante la vida adulta en forma de necesidad de seguridad. Fromm considera por tanto que nuestra susceptibilidad al condicionamiento social se basa en una predisposición biológica.

Quizá esto explique por qué a menudo tendemos a buscar una autoridad externa (padre, maestro, pareja/amante) como un poder o fuerza que compense nuestra sensación de aislamiento personal. La sociedad moderna ha explotado esa tendencia aprobando y sustentando nuestra dependencia de sistemas sociales externos.

De igual modo, nuestras culturas a menudo desaprueban a aquellos individuos que muestran altos niveles de autosuficiencia e independencia.

En un mundo que se dirige hacia una mayor conectividad, colaboración y compasión compartida, la existencia de libertad individual es crítica. Durante demasiado tiempo nos hemos centrado en la representación de la libertad tal y como se exhibe externamente – mediante poderes manifiestos – en tanto permanecemos ciegos a las restricciones de la libertad personal.

Para mí, la libertad no es nada si no es libertad del corazón.

A menudo hablamos de libertad, o escuchamos a otros hablando de ella, en términos de tener. De esa manera se convierte en un valor de posesión. O bien la tenemos o bien no; otra gente la tiene, o la manipula, o la controla, etc. Con nuestra moderna comprensión de la libertad la hemos convertido en una mercancía – un objeto material con el que negociamos.

En muchas situaciones y para muchas personas esto ha sido cierto. Asimismo, si una persona ha sido secuestrada, o se la mantiene en prisión/confinamiento, la libertad se convierte en una auténtica realidad física. Pero ésta es solo una manifestación de la esencia de la libertad humana.

Para lo que aquí me interesa me gustaría discutir la libertad como un estado del ser.

A nivel interno la libertad no tiene que ver con lo que tenemos; más bien se trata de dónde estamos y qué hacemos. Se refiere a tener la actitud y la perspectiva correctas. En este contexto la libertad es un proceso: la necesitamos respecto a algo o para algo. No tenemos o poseemos libertad – la generamos.

Es importante que creemos libertad para movernos hacia ella, de otro modo ¿hacia dónde vamos?

Si deseamos desplazarnos hacia un lugar o estado del ser diferente podemos crear nuestra libertad a partir del pasado e incluso del presente. Por ejemplo, nuestro pasado no debería definir cómo deseamos que sea nuestro presente. Podemos aprender de él y desarrollarnos a partir de su experiencia; pero si ya no sigue siendo útil, o incluso resulta prejudicial, necesitamos aprender cómo dejarlo atrás.

Todos tenemos la capacidad de elegir dónde queremos Ser.

Si somos incapaces de crear esta libertad dentro de nosotros mismos nos convertimos, en palabras de Doris Lessing,

en las ‘prisiones que elegimos para vivir.’

Tampoco olvidemos que nuestra libertad interior va con nosotros allá donde sea que nos dirijamos.

Si sentimos internamente una falta de verdadera libertad eso mismo viajará con nosotros ya sea que estemos en un retiro de meditación en la India, o en los Andes de Sudamérica. Después de todo, no podemos escapar de nuestro propio yo.

Es por tanto esencial que tengamos la libertad de afrontar los hechos que nos afectan cotidianamente. No podemos controlar lo que nos ocurre pero tenemos la libertad de escoger cómo respondemos ante ello. Progresando mediante nuestras experiencias y escogiendo las conexiones y situaciones alineadas con nuestro corazón, podemos llegar a ser viajeros intencionados más que aleatorios.

La pregunta fundamental que debemos formularnos es: ¿cómo queremos vivir?

Para mí, cómo respondemos esa pregunta forma parte de lo que llamo el ‘trabajo viviente’ – el esfuerzo que hacemos internamente a fin de prepararnos y hacernos mejores para vivir en el mundo externo. Es aquí donde convergen ambos aspectos de la libertad – en la intersección donde se encuentran los mundos externo e interno.

También es aquí donde nuestra imagen del mundo y su realidad física se fusionan. Si podemos darnos cuenta de que solo experimentamos el mundo ‘tal como somos’, entonces la libertad que encontramos en el mundo no es sino un reflejo de la libertad que consciente o inconscientemente percibimos internamente. En otras palabras, nuestro sentido de la libertad está tan cerca o tan lejos como lo concibamos.

Puede sonar contradictorio, pero lo que precisamos conseguir es la liberación de nuestras propias percepciones de la libertad.

La razón por la que muchos de nosotros no nos detenemos a tomarlo en consideración, o quizá no lo veamos necesario, es que ¡aún no tenemos la libertad para evaluar el estado de nuestra propia libertad! Como he dicho antes, la libertad no es una posesión, es un proceso – una acción – y por tanto algo en lo que trabajar, con lo que involucrarse.

Nuestra propia libertad es un proceso de participación.

Quizá este proceso implique la libertad de hacer las pequeñas cosas que son importantes en nuestras vidas; no necesariamente la libertad de ‘salvar el mundo’ o de hacer un gran gesto. Lo que necesitamos internamente es libertad de elección; de actuar como mejor nos sintamos; de crear momentos de alegría que poder compartir.

O podría ser la libertad de empezar a realizar un cambio modificando las cosas de una en una. Nuestras vidas forman parte de un gran tapiz humano viviente.

Haciendo una pequeña modificación podemos influir en el cambio de muchas otras maneras gracias a innumerable conexiones visibles e invisibles. La libertad consiste en tener la opción de hacer esos cambios, y responsabilizarnos de nuestra participación en el tapiz viviente que es la vida.

La libertad personal es también una expresión de inteligencia: no de aprendizaje intelectual sino más bien de inteligencia social, espiritual, emocional e instintiva. Todo eso es la inteligencia de la libertad personal.

Esto me recuerda a Rumi que describió la diferencia entre la inteligencia instintiva y la adquirida:

‘Hay dos tipos de inteligencia: Una adquirida/

como la de un niño que memoriza en la escuela hechos y conceptos/

de los libros y de lo que dice el profesor, recopilando información de las ciencias tradicionales…/

…Hay otro tipo… una ya completa y conservada dentro de ti./

Un manantial que desborda su lecho. Un frescor/

en el centro del pecho…/

Este segundo saber es una fuente/

que mana desde dentro de ti.’

Este segundo conocimiento – nuestra inteligencia instintiva – ya está dentro de cada uno de nosotros. Como seres humanos tenemos este saber de forma inherente. Para mí, la libertad es ser capaz de conectarse con este conocimiento interno – y actuar de acuerdo a él.

Al fin y al cabo, la verdadera libertad es un estado del corazón humano.

“Amar la libertad significa, para mí, tener la libertad de amarse profundamente y amar a los demás, y aceptar la eterna verdad del cambio.

Quiere decir tener la libertad de ser feliz con uno mismo y con los otros según llegan y se van de nuestras vidas.

Significa tener la libertad de conectarse de manera excelente con quien sea que nos encontremos y de relacionarse satisfactoriamente con aquellos con quienes resulta difícil hacerlo correctamente.” Owen Fitzpatrick

Referencias
[i] Ver su libro ‘Miedo a la libertad’
[ii] Ver Doris Lessing, 1987, Prisons We Choose To Live Inside (“Prisiones que elegimos para vivir”)

bibliotecapleyades.net

Fuente: Preparémonos para el Cambio
http://www.shurya.com

domingo, 26 de agosto de 2018

DESECHA DE TU VIDA LA NEGATIVIDAD.


Frases como no puedo”, “es imposible” se hacen recurrentes, produciendo sentimientos y actitudes negativas que, si no son corregidos a tiempo, pueden llevarte a un hoyo difícil de salir.

Tal como la película “¡Sí Señor!” de Jim Carrey, es importante aprender a utilizar la palabra “sí” como estilo de vida. Tampoco se trata de no saber decir “no” a cosas incompatibles con nuestros ideales. Se trata de ser un poco más flexible. Se trata de darle más ímpetu y significado a nuestra vida, hacernos la idea de que somos capaces en lo que nos propongamos hacer y erradicar comportamientos negativos que no nos permitan disfrutar de nuestros gustos, talentos, capacidades y de quienes nos rodean.
Una de las claves es aprender a pensar y reflexionar de una manera diferente frente a problemas o situaciones que se nos presentan a diario, lo que poco a poco conllevará a una mejor actitud frente a nuestro entorno.

ANALIZA TUS PALABRAS Y TU COMPORTAMIENTO

¿Recuerdas cuántas veces en el día pusiste una mala cara? ¿Has notado todos los pensamientos negativos que se te vinieron a la cabeza mientras estabas despierta? ¿Cuántas veces contestaste mal a alguien? Los comportamientos negativos se expresan no sólo en las palabras que utilizas, sino que también en actitudes desafiantes, en una mala tolerancia a las órdenes, en el uso de palabras despectivas hacia otras personas o en culpar al resto de los problemas personales. Es así como un comportamiento negativo no sólo afecta nuestra mente, sino que repercute directamente en quienes nos rodean, causando un ambiente de hostilidad y llevándonos a un círculo vicioso de malestar.
Las personas negativas, al tener comportamientos de terquedad persistente, viven en un círculo vicioso, ya que, por ejemplo, si contestan mal a otra persona, recibirán una respuesta negativa, lo que los llevará a sentirse mal también por la reacción del otro. Ante esta problemática la clave es replantear qué y cómo pensamos. Tomarse unos segundos antes de actuar, antes de contestar y transformar ese pensamiento negativo en una solución a la problemática, en una respuesta amable y en un acto que nos haga sentir bien a nosotros mismos. Es simplemente pensar en cómo nos gustaría que nos hubiese tratado o respondido la otra persona.

SIEMPRE SE PUEDE Y NO ES UN CLICHÉ

Uno de los comportamientos más comunes de una persona negativa es tener una mala disposición para el resto. Son personas a las que no les puedes dar consejos, aquellas que se toman un reparo como un insulto a sus capacidades, en vez de ver en ellos un aporte. Aquellos que acceden a hacer algo pero de mala gana, sintiendo que son víctimas del resto.
Si ese es tu caso, lo conveniente es sacar provecho siempre de las actitudes y palabras de los demás. Mirar el vaso medio lleno y no medio vacío. Centrarse en lo que destacaron de ti y no en lo que te criticaron y trabajar en lo último como un desafío, algo por cambiar, sobre todo si la crítica viene de alguien que es importante emocionalmente para ti.
También es importante dejar de lado la frase “no puedo”. Todos somos capaces. Si no tienes las herramientas o el conocimiento, puedes obtenerlas. Puedes aprender o tomarte esa situación como un desafío.
La clave es tener siempre la disposición para querer hacer lo que te proponen. Si tienes esa disposición, podrás lograr cosas que te llenen de beneficios y no tan sólo en aprender cosas nuevas, sino que en una mejor relación con el resto, en crecer como profesional y, lo más importante, crecer como persona.

TIPS QUE TE PUEDEN AYUDAR

Así como algún día llegaste a ver la vida con una nube negra, puedes forzar tus pensamientos para que se conviertan en lo contrario. Si tu idea es desechar de tu vida la negatividad, puedes probar con estos consejos, que sin duda aportarán a que tu día deseche cualquier tipo de comportamiento que te haga pasar un mal rato contigo misma:

1. Cada vez que tengas un pensamiento negativo, intenta utilizar alguna palabra que te dé tiempo de reflexionar mejor la situación antes de actuar. Por ejemplo puedes utilizar la palabra “cancelar”. Ésta te puede ayudar a no contestar o actuar por impulso y a replantear tu pensamiento. Repítela en tu mente cuantas veces sea necesario.

2. Cada noche toma nota de los pensamientos negativos que tuviste dentro del día. Date un tiempo para reflexionar sobre ellos y cómo actuarás si vuelven a aparecer al otro día. Una semana después lee las notas del principio y te darás cuenta cómo han ido cambiando o desapareciendo de tu vida.

3. Escribe frases de aliento para ti misma y procura tener una de ellas cada mañana a tu lado. Cuando despiertes léela y enfócate en ella cada vez que notes que un pensamiento negativo se presentará en tu mente.

4. Escoge alguna canción que suba naturalmente tu ánimo. Cada mañana, al levantarte, escúchala y cántala frente al espejo. Si quieres baila, salta, haz lo que se te antoje. Verás cómo automáticamente tu cuerpo se llenará de energía para empezar tu rutina.

5. Descansa lo necesario, aliméntate saludablemente y haz algún tipo de deporte al menos 3 veces por semana. Un cuerpo sano siempre aportará a una mejor actitud de vida.

6. No escondas tus sentimientos o problemas. Siempre es bueno conversarlos con otras personas, quienes te pueden ayudar desde su experiencia a solucionarlos.

7. Escribe una lista de lo que más te gusta hacer y date el tiempo para hacerlo. Si es necesario agenda cada actividad y táchala una vez cumplida. Te darás cuenta de que existen muchas cosas por hacer por ti misma.

Y por último recuerda siempre que nadie más que tú es el responsable de tus pensamientos o acciones que te puedan llevar a un mal rato. Todo depende de replantear los problemas como desafíos y si estos escapan de tus capacidades no dudes en pedir ayuda a quienes más quieres, pues ellos siempre tendrán un punto de vista diferente que te puede ayudar a resolver las cosas que te propongas.


http://buscandome.es

Cómo sacar tu ira sin dañar a nadie




Es normal sentirte furioso si te han lastimado o rechazado, si te han tratado de manera injusta, o si tienes que lidiar con agentes estresantes. Hay formas constructivas de lidiar con tu enojo, quizás notes que reaccionas inmediatamente con violencia o agresividad. La ira incontrolable puede generar abuso físico y verbal, llegando a perjudicar tu vida, tus relaciones, tu trabajo y tu bienestar en general. Por suerte, existen formas en las que puedes manejar tu ira sin lastimar a las demás personas. Analizar tu vida, tu pasado y tus patrones emocionales puede ser de utilidad para tener una idea y motivarte en relación con la razón por la que sientes tanta ira.[1]




Parte1 Afrontar la ira inmediata


1
Observa la presencia de las señales físicas de la ira. Identifica las señales que adviertan que estás enfureciéndote y que podrías dejar que tus emociones se descontrolen. Observa si tu frecuencia cardiaca aumenta o si tus latidos son fuertes. También podrías notar que aprietas los puños, rechinas los dientes, o que hay una tensión en tu cuello o tus hombros. Las personas reaccionan diferente a la ira, así que identifica tus señales propias.
Si identificas las señales físicas de que estás enojándote, trata de tranquilizarte y crea un espacio en tu mente, en donde puedas reaccionar calmadamente a la ira. Esto evitará que reacciones y reducirá la posibilidad de que lastimes a alguien.[2]


2
Detente. Detente apenas identifiques las señales de la ira. Esto será de utilidad para retomar el control de tu reacción emocional. Identifica los pensamientos furiosos que empieces a tener y las señales físicas de la ira. Deja lo que estés haciendo apenas sientas que tu respiración se acelera o que experimentas un aumento de la adrenalina.[3]
Si vas a interactuar con otra persona, aléjate por un momento. Puedes decir algo similar a esto: “Disculpa, debo irme por un momento”. Si estás teniendo una discusión, puedes afirmarle a la otra persona que luego hablarás con ella diciendo algo similar a “Ahora mismo tengo dificultades para concentrarme. Quisiera descansar por 15 minutos, cuando me sienta más calmado regresaré para seguir conversando”.
Detenerte es la primera medida de la técnica STOP (que en inglés significa “detente”). Las medidas que comprenden esta técnica son detenerte, tomar un respiro, observar y proceder de forma consciente. Esta técnica usada para controlar la ira es de utilidad para retomar el control si notas que la ira está dominándote.[4]


3
Toma un respiro y observa. Respira profundo desde tu estómago, inhala a través de la nariz y exhala de forma lenta a través de la boca, hasta sentir que tu frecuencia cardiaca disminuye. Respira las veces que sean necesarias para tranquilizarte. Enfócate en ti, tu cuerpo y los alrededores. Vuelve a enfocarte en ti y en el mundo. Obsérvate en este momento e identifica tu ira. Identifica las razones por las que te hayas enfurecido.[5]
Por ejemplo, podrías notar que aprietas las manos a causa de la ira. Ábrelas y ciérralas varias veces para dejar de apretarlas. Observa los alrededores para apaciguar tu ira.
Tomarte un tiempo para respirar será de utilidad para relajarte y no actuar de forma impulsiva a causa de la ira.


4
Actúa de forma consciente. Después de haber creado un espacio en tu mente, en donde puedas expresar tu ira, determina qué medidas quieres adoptar. Puedes elegir distanciarte de la situación, abordarla en otro momento en el que estés más calmado, o relajarte y respirar con más frecuencia para calmarte. También puedes alejarte de la situación y afrontar tu ira de forma privada. Lo más importante es que puedes elegir no reaccionar a la ira de forma agresiva y sin lastimar a nadie.[6]
Percibe el control que tienes sobre la situación. Puedes controlar tus propios pensamientos y comportamientos.[7]


5
Expresa tus sentimientos de forma calmada. No enfrentes a alguien en el momento en el que estés enfurecido. Después de calmarte, dirígete a la persona con la que estés furioso y explica qué es lo que sientes. No debes culpar, gritar ni exigirle a la otra persona que se disculpe. En lugar de ello, simplemente dile qué sientes y cuál es el motivo. Hablar de manera calmada y clara será de utilidad para mantener una comunicación eficaz y respetuosa, y para evitar que la otra persona esté a la defensiva (lo que perjudicaría la comunicación).
Trata de usar frases en primera persona, y no en segunda persona. Esto hará que no suenes como si le echaras la culpa a la otra persona y te ayudará a no lastimarla.[8]
Por ejemplo, si tu amigo te recoge tarde y se pierden el inicio de la película que van a ver, no digas algo en segunda persona, como “¡Llegaste tarde y me has enojado mucho!”. En lugar de ello, enfócate en tus propios sentimientos y comunícate de forma clara, sin sonar como si le echaras la culpa o como si estuvieras furioso: “Cuando llegamos tarde para ver la película, me irrité porque tenía muchas ganas de verla. Me siento frustrado porque, al parecer, solemos tener dificultades para llegar a la hora cuando conduces. ¿Podemos conversar sobre esto?”. Esto se enfoca en tus sentimientos y respuestas, y emplea un lenguaje adecuado (como “al parecer”) para no sonar como una persona prejuiciosa.


Parte2Controlar tu ira


1
Practica ejercicios de respiración. Enfócate en tu respiración por 10 minutos, todos los días. Siéntate en un área tranquila, coloca tus manos en tu estómago y respira profundo. Respira y enfócate en tu cuerpo. Identifica las áreas de tu cuerpo en las que haya tensión e imagina que el aire que respiras se dirige a la tensión. Percibe lo que escuchas y la manera en la que se siente cada parte de tu cuerpo. Realizar este simple ejercicio de respiración todos los días te puede ayudar a reducir el estrés, y oxigenar tu cuerpo y tu cerebro. Si se practica con frecuencia, este ejercicio puede amortiguar la manera en la que reacciones ante la ira.[9]
Tomarte un tiempo todos los días para realizar ejercicios de respiración es de utilidad para mejorar la forma en la que tu cuerpo reacciona al estrés, así no te “saldrás de tus casillas” inmediatamente después de toparte con un estímulo negativo. Esto también mejora tu capacidad de controlarte o controlar tus niveles emocionales y tus respuestas.
Programa un temporizador en tu teléfono o en un reloj, así no te distraerás cuando respires.


2
Lidia con los agentes estresantes. En ocasiones, la ira surge como una reacción a la impotencia o el descontrol. Escribe un diario que contenga los agentes estresantes de tu vida con los que estés lidiando actualmente, como los problemas en tu relación, las frustraciones en el ámbito laboral, el estrés por problemas económicos o sobre paternidad, los problemas o preocupaciones mundiales o políticos, los problemas de salud, o todo lo que te preocupe, te cause ansiedad o te descontrole. Escribe sobre las formas en las que puedes cambiar tu vida, para sentir que tienes más control.
Escribir sobre lo que ocurre te brinda una manera de analizarlo y procesarlo. Si tus sentimientos guardan relación con otras personas, escribir sobre ellos te brinda una forma de explorarlos primero a solas, sin expresarle lo primero que se te ocurra a la otra persona. Esto te ayudará a no lastimar a otros mientras te esfuerzas para eliminar tu ira.
Ten en cuenta que puedes controlar la forma en la que reaccionarás a los sucesos. Si existen agentes estresantes que no puedes controlar, aun así puedes elegir la forma en la que reaccionarás, incluso si no puedes modificar la situación.[10]


3
Pasa tiempo en entornos naturales. Los entornos naturales (como los parques, los lagos o los jardines) pueden tener un efecto relajante en general. Trata de visitar un área verde siempre que sea posible, incluso si solo puedes hacerlo por 10 minutos. Adéntrate en los grandiosos entornos al aire libre, y mientras camines, imagina que tu ira y los agentes estresantes salen por medio de tus pies hacia el suelo.[11]
El mundo es inmenso, y en ocasiones un cambio de perspectiva sobre los pequeños detalles que podrían enfurecerte puede ser de mucha ayuda.


4
Modifica tus pensamientos negativos. Si te das cuenta de que estás teniendo un pensamiento negativo, apúntalo en un diario. Actualiza esta lista escribiendo en ella siempre que estés furioso con alguien o contigo mismo. Luego cambia o replantea los pensamientos convirtiéndolos en frases menos dañinas. Necesitarás un poco de tiempo y práctica para poder analizar a tu persona, tu vida y a los demás de una forma más gentil y afectuosa.[12]
Por ejemplo, imagina que has derramado café y te has manchado con él justo antes de partir al trabajo. Una reacción iracunda podría ser la siguiente: “No puedo creerlo, soy tan idiota. Siempre echo todo a perder, nada me sale bien, odio todo”. En lugar de ello, cambia tu frase de esta forma: “Soy una persona común que se equivoca”.
También debes hacer esto para los demás. Por ejemplo, si el mozo está tardando en traerte tu cena, podrías mostrar una reacción furiosa y negativa como “Este mozo es tan idiota. Todo lo hace mal, incluso traerme mi comida”. Ten en cuenta por un momento tu condición humana y piensa en él, y siente compasión por él: “Probablemente esté abrumado y está haciendo su mejor esfuerzo. Puedo ser paciente”.


5
Reevalúa el rechazo. En realidad, la ira es un mecanismo de defensa que te ayuda a sentirte resguardado cuando en verdad sientes inseguridad o miedo. La sensación de que otros te rechazan puede generar sentimientos de dolor e ira. Aprender a reformular las situaciones será de utilidad para apaciguar estos sentimientos, así no te enfurecerás ni agredirás a otros.[13] Enfócate en percibir lo que estos acontecimientos te hacen sentir, y en idear otras formas de interpretarlos.
Por ejemplo, si recientemente has experimentado el rechazo por parte de una posible pareja sentimental, el dolor que sientes podría hacerte decir lo siguiente: “Era obvio que iba a rechazarme. Soy un estúpido y un perdedor. Me odio”. Esto hace que generalices, lo cual es injusto para ti. Generalizar sobre tu persona (u otros) basándote en una experiencia determinada es un trastorno cognitivo común, o una “trampa del pensamiento”.[14]
Si dejas que tus sentimientos de dolor se agudicen, podrían transformarse en ira, en particular si consideras que te han tratado de forma injusta.[15] Por ejemplo, podrías empezar a pensar lo siguiente: “¿Cómo puede atreverse a rechazarme si ni siquiera me conoce? ¡Esto es muy injusto! Es una persona muy mala”.
En lugar de ello, acepta que este rechazo ha hecho que sientas dolor, pero no dejes que controle la forma en la que definas a tu persona. Respétate: “El rechazo es muy doloroso. Me siento decepcionado, pero fui valiente y me arriesgué por alguien que me interesaba. No conozco el motivo por el que me rechazó, pero esta situación en particular no me define como persona. Puedo volver a intentarlo con alguien más”.


6
Diviértete. Asegúrate de darte un tiempo para reír, relajarte y divertirte. Ve al cine, sal con un amigo que siempre te haga sonreír, disfruta tu comida favorita, mira una película de comedia, un monólogo o un programa de televisión que te cause risa, o pasa una noche especial fuera de casa con tus amigos o tu pareja. Asegúrate de tomarte un tiempo para relajarte y disfrutar las cosas pequeñas.[16]


7
El humor puede brindarte cierta perspectiva, en particular si te das cuenta de que estás comportándote de forma irracional. Pero no dependas del humor tanto como para olvidarte de los problemas más complejos que causen tu ira.[17]


8
Perdona. Si sientes ira porque consideras que alguien te ha ofendido o lastimado, tienes q optar por deshacerte de tus sentimientos de ira y resentimiento. Esto no significa que de un momento a otro no tendrás problemas con lo que te haya provocado dolor, pero demuestra que no sentirás resentimiento ni te desahogarás con alguien más. Disculpar a la otra persona no solo hará que te deshagas de la ira sin herir a nadie, también podrás tener el control de la situación al elegir no ser una víctima.[18]
Una razón por la que perdonar puede ser difícil es que solemos enfocarnos en lo que es “justo”. Ten en cuenta que no perdonarás a una persona para su beneficio, vas a hacerlo para no tener que soportar la carga de la ira. Perdonar no quiere decir que tengas que justificar la acción ni decir que fue correcta.[19]
También podrías estar preocupado de perdonar a una persona si piensas que volverá a lastimarte. Hablar sobre tus preocupaciones con la persona a quien deseas perdonar puede ser de utilidad para sentirte mejor al perdonarla.[20]



Parte3Prevenir y apaciguar la ira


1
Averigua qué desencadena tu ira. En la mayoría de las personas, la ira puede surgir de determinados pensamientos, situaciones o acontecimientos. Escribir un diario sobre la ira puede ser de utilidad para identificar las situaciones y las experiencias que provocan tu ira, así podrás tratar de controlarla.[21] En general, los desencadenantes de la ira se dividen en dos categorías extensas: sentir que corres peligro de salir lastimado, o sentir que te han lastimado o herido.[22]
Un pensamiento desencadenante frecuente es que otro no haya hecho lo que “debía” hacer (o que haya hecho lo que no “debía” hacer). Por ejemplo, si te han cortado el paso en el tráfico, podrías sentir ira debido a que el otro conductor ha infringido las normas de tránsito.


Otro pensamiento desencadenante frecuente es que alguien está perjudicándote, dañándote o causándote molestias de alguna forma. Por ejemplo, una computadora que a cada momento pierde la conexión a Internet o una persona que se choca contigo no suelen ser un problema, pero podrían hacer que tu ira surja si sientes que te han dañado de alguna forma.
Si experimentas pensamientos furiosos, escribe el pensamiento y la emoción. También apunta lo que haya ocurrido antes y la forma en la que hayas respondido. Esto te permitirá descubrir qué es lo que provoca tus sentimientos de ira.


2
Supera lo que te cause ira. Si sientes que te han lastimado o menospreciado, no pienses a cada momento en el acontecimiento o discusión. No ahondes en lo que te haya enfurecido; para ello, aprende a olvidar y analiza el acontecimiento, así no sentirás que has sido la víctima. Acepta la ira y luego replantea el acontecimiento u olvídalo. De este modo, aprenderás una nueva forma de lidiar con lo que te frustra, lo que podría requerir algo de tiempo.[23]
Por ejemplo, imagina que hace mucho tiempo tuviste una pareja que te destrozó el corazón, lo cual aún te causa ira. Anota cuán furioso te sientes por ello, respira profundo, luego replantea el acontecimiento. Esto podría ser tan fácil como aceptar que la relación terminó, te lastimaron, te recuperarás y seguirás adelante.


3
Mejora tu autoestima. La baja autoestima puede provocar sentimientos de ira; por ello, tendrás que cambiar la forma en la que piensas de tu persona. Ten en cuenta cuán furioso podrías estar contigo mismo. En lugar de culparte por tus defectos, empieza a prestarle atención a tus cualidades. Acepta que todas las personas cometen errores. Perdona tus errores e identifica en qué consideras que debes mejorar.[24]
Puedes escribir un diario, hacer ejercicios de respiración y modificar tu forma de pensar para analizarte de una forma más positiva.


4
Determina cuándo solicitar ayuda. Si no has podido controlar tu ira y tu agresividad, podrías solicitar ayuda a otros. Considera acudir a un terapeuta de salud mental especializado en terapias para el control de la ira. También puedes buscar un grupo de ayuda. Esto puede ser de utilidad para darte cuenta de que hay otras personas que también tienen dificultades con la ira y la agresividad. Solicita ayuda si:[25]
Sientes que estás fuera de control.
Tu ira ha provocado problemas considerables en tu vida.
Has lastimado a alguien.
Tu ira te asusta a ti o a los demás.
Tu ira obstaculiza tus relaciones personales o laborales.
Tus amigos o familiares se preocupan por tus tendencias destructivas.
Desahogas tu ira (de forma física o verbal) en los niños, tu pareja o tus amigos.


5
Recurre a los tratamientos conductuales para la ira. Conversa con un terapeuta acerca de un tratamiento terapéutico que se enfoque en lo que causa tu ira. Él podría tratarte con alguna de las siguientes terapias:
Terapia dialéctica conductual: esta terapia combina la modificación del comportamiento, la meditación y la plenitud de consciencia para ayudarte a controlar tus emociones, estar más presente en tu vida y controlar tus comportamientos.[26]
Terapia cognitivo-conductual: esta terapia será de utilidad para descubrir los problemas principales que podrían ser la causa de tu ira y tu agresividad. Conocer estos problemas será de utilidad para cambiar tu comportamiento y tus patrones de pensamiento.[27]
Reducción del estrés a través de la plenitud de consciencia: esta terapia emplea la meditación, la relajación y las técnicas físicas para reducir los niveles de estrés. Esto puede hacer que te sientas más tranquilo e incitar menos emociones agitadas.[28]
Terapia racional emotiva conductual: esta terapia cuestiona tus pensamientos y creencias irracionales al compararlos con acontecimientos reales, lo que puede hacer que percibas las consecuencias perjudiciales de estas ideas. Al darte cuenta de ello, podrás cambiar tus comportamientos, pensamientos y reacciones negativos, y convertirlos en creencias más saludables.[29]


6
Reevalúa tus relaciones. Si constantemente te enfureces con alguien (como tu pareja sentimental), esto podría ser una señal de que debes cambiar algún aspecto de la relación. Podrías necesitar más espacio e independencia, o te gustaría redefinir tus límites.[30] Quizás tengas que comunicar tus necesidades y deseos con más claridad.
Explícale a la otra persona qué te gustaría cambiar y por qué lo harás. Por ejemplo, podrías decir algo como “Últimamente he estado furioso porque siento que nunca tengo tiempo para mí. Creo que necesito pasar las noches de los viernes a solas para relajarme y poder disfrutar por completo los momentos que pasamos juntos los fines de semana”.



Consejos

Si tienes ganas de llorar, hazlo.
No confrontes de inmediato a la persona con la que estés furioso. Esto podría empeorar tu ira e incitarte a hacer algo de lo que podrías arrepentirte.
Consigue una pelota para el estrés o una pelota resistente y pequeña que puedas apretar siempre que estés furioso, así expulsarás la energía acumulada.




Referencias

Personality Processes in Anger and Reactive Aggression: An Introduction. Por: Robinson, Michael D.; Wilkowski, Benjamin M. Journal of Personality. Febrero de 2010, Vol. 78 Edición 1, págs. 1-8. 8p
(Everyday Aggression Takes Many Forms.Por: South Richardson, Deborah. Current Directions in Psychological Science (Sage Publications Inc.). Junio de 2014, Vol. 23 Edición 3, págs. 220-224. 5p.)
Anger rumination and effortful control: Mediation effects on reactive but not proactive aggression. Por: White, Bradley A.; Turner, K. Amber. Personality & Individual Differences. Enero de 2014, Vol. 56, págs. 186-189. 4p. Por: Borders, Ashley; Earleywine, Mitch; Jajodia, Archana. Aggressive Behavior. Enero-febrero de 2010, Vol. 36 Edición 1, págs. 28-44. 17p.


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