Esto, como todo lo que implique un cambio, requiere atención, constancia y dedicación.
Es bastante habitual encontrar insatisfacciones en la vida –nadie es perfecto y las circunstancias no siempre son favorables-, y a partir de esta cotidianidad unas personas deciden resignarse, rendirse sin oposición, quedarse en el lado de los que se conforman con que los golpes sean lo menos dolorosos posible, mientras que otro grupo de personas decide hacerse cargo de su vida y afrontar su situación de ese momento –sea la que sea- y comenzar con la tarea de reconstruir lo mal construido, de cambiar lo que no se acoge a sus deseos, de hacer de su vida una vida placentera, amorosa, amable, en la que poder sentirse a gusto.
Me cuesta trabajo creer en un destino determinista en el que ya todo está trazado y decidido, y uno sólo puede seguir por el carril marcado en la dirección impuesta, sin oposición ni voluntad propia.
Sí soy capaz de llegar a aceptar una “propuesta de destino” en la que a uno le queda la opción de decidir por su cuenta. Y estoy firmemente convencido de que la vida es una responsabilidad personal –que debería ser irrenunciable- y por ello cada uno debe hacerse cargo de la suya, con consciencia, no limitándose simplemente a dejar que vayan pasando los días uno detrás de otro, sino infundiendo vida a la vida, amor a la vida, felicidad a la vida, optimismo a la vida.
No estoy de acuerdo con los que no hacen el mínimo esfuerzo por salir de donde no quieren estar, ni con los que saben que tienen que cambiar algo –porque es un deseo o un convencimiento que les nace en las entrañas- pero no se mueven para conseguirlo, ni estoy de acuerdo con los irresponsables, los insensato s derrochadores de su tiempo, los que no saben apreciar este milagro maravilloso que es estar en este mundo y estar vivos.
Hay situaciones en vidas muy concretas que son casi imposibles de cambiar –aunque son menos casos de los que parece-, pero siempre, en todos los casos, uno puede modificar su actitud personal ante esas situaciones, porque no es tan importante lo que nos pasa como lo que hacemos con lo que nos pasa. No olvidemos que tenemos la opción de minimizar las tragedias, de sonreír ante los imprevistos, de desdramatizar lo desagradable, y hasta de reírnos de nosotros mismos. Y actuar así es el mejor favor que nos podemos hacer.
Cada persona tiene la libertad de responder como quiera a las situaciones desagradables. Quedarnos tristes y abatidos ante las tragedias no sólo no las resuelve, sino que con esa actitud las agravamos aún más.
Podemos cambiar el presente y podemos cambiar eso que llamamos futuro. Insisto en que no creo que estemos “inevitablemente predestinados y condenados”, sino que en un ejercicio de libertad podemos decidir. Y esa opción de libertad hay que ejercerla.
Animo a todos a revisar a conciencia y con honestidad esas “cosillas” –o grandes cosas- nuestras que no nos gustan, y animo a comprometerse firmemente a modificarlas o eliminarlas. Se puede cambiar el presente. Y se puede cambiar el final. Sí, se puede cambiar.
Te dejo con tus reflexiones…
http://buscandome.es
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