Damos por hecho, que todos nos comprenden a la primera, damos por hecho que todos “deberían” comprenderlo y además, damos por hecho que es “sencillo y obvio”.
No, no lo es.
Incluso aún recuerdo el día en que por primera vez leí la palabra “Transgeneracional” y sin duda, yo misma quedé en blanco por varios días. Ya ni les platico el tiempo que duré intentando desmenuzar lo que significaba “Proyecto Sentido”. Lo recuerdo ahora y me da risa, sí.
Pero el no entender algo, me hizo a mí, cuando menos a mí, investigar, navegar por internet, leer, leer, y re-leer.
Yo no preguntaba, sólo leía todo.
Todo lo que hablaban, todo lo que los demás preguntaban, y todo lo que los demás respondían.
Y desde aquel entonces, hasta el día de hoy, fácilmente han transcurrido casi 10 años.
¿Y para qué les digo todo esto?
Para que no desesperen, para que todas aquellas personas con “dudas” dejen de pensar que con “publicar” una pregunta, tienen la vida resuelta y la comprensión completa de lo que sucede.
Esa mecánica de “pido ayuda y en cuánto me respondan sabré qué hacer con mi vida” no funciona así. Esa forma de querer solucionar las cosas, está basada en la medicina alópata, en donde le decimos al médico dónde nos duele y él inmediatamente extiende la receta para sanar.
En la Biodescodificación no funciona así, jamás, nunca, no.
En la Biodescodificación intervienen nuestras creencias, nuestras costumbres, nuestros miedos, la educación que recibimos en casa, nuestras aspiraciones, obsesiones, expectativas y recuerdos.
En la Biodescodificación, una gran parte de la fórmula es “cambiar”, y honestamente, tan sólo un 5% de la población, está dispuesta a ello.
Queremos tener dinero, mejorar nuestra vida económica, pero no dejamos el trabajo que tenemos, no buscamos otro, seguimos comprando a crédito y para finalizar, soñamos que mágicamente caerán del cielo billetes para nosotros.
Queremos vivir en paz, pero seguimos viviendo en esa colonia o barrio que odiamos, rodeados de personas tóxicas, amándolas porque así debe ser y haciendo lo que los demás quieren que hagamos.
Queremos sanar a nuestro familiar enfermo y pedimos oraciones en Facebook, suplicamos a Dios que lo sane, pero somos incapaces de analizar los verdaderos motivos emocionales que lo enfermaron y ni pensamos en modificar eso.
Saber de Biodescodificación, manejar la biodescodificación, entender la biodescodificación, es cambiar nosotros mismos desde adentro.
Sí ayuda una buena alimentación para sanar sí, pero también influye con quién vivimos y cómo es la convivencia.
Sí ayuda meditar y estar en paz, pero también influye mi obsesión porque me amen, me protejan y mi miedo a morir sola.
Sí ayuda hacer una que otra constelación familiar, angeloterapia o lo que sea, pero también influye mi obsesión por ser un ser social, tener mejores cosas y traer mis uñas a la moda.
Y en éste océano de contradicciones, ¿cómo carambas queremos sanar o cambiar?
¿De qué me sirve saber que el hígado se daña por un “miedo a carecer” si no soy capaz de cambiar mis pensamientos, de solicitar un empleo que me pague más o dejar a mi esposo que no resultó lo que parecía al principio y por mis hijos yo vivo angustiada todo el tiempo?
Queremos cambiar sin alejarnos de nuestro “hogar”.
Queremos cambiar sin dejar de hacer lo que hacemos todos los días de manera igual.
Queremos cambiar sin dejar ese trabajo porque no hay nada mejor o no lo vemos.
Queremos cambiar, pero a la vez, seguir siendo como somos.
Y no se trata de huir, divorciarnos y abandonar todo para irnos a vivir al monte más alejado de la civilización. NO.
Se trata de convertirnos en reales observadores de nuestro entorno.
Entender que esa “sagrada madre santa” que tenemos, no es más que una mujer con una historia, una educación, un pasado, errores y aciertos. Verla como una persona cuyas emociones, miedos y conflictos no me afectarán más. Ser imparciales con ella, ser con ella como somos con todos los demás.
Entender, que ese hombre o mujer que elegimos de pareja, no es “el amor de mi vida”, porque el amor de mi vida soy yo. Es un hombre o una mujer con pasado, con historia, y que yo no estoy aquí para sanarlo, cambiarlo, adaptarlo o modificarlo a mi gusto y necesidad. O lo acepto como es y así lo amo, o bien, acepto y reconozco que me equivoqué y me alejo, así de simple.
Entender, que si quiero tener más dinero, debo cambiar lo que hago. Si el trabajo en el que estoy no me da el sueldo que merezco, bien puedo buscar otro. Pero sin el pretexto de “pobres de mis hijos", “tengo deudas”, “qué haré”….porque el presente trabajo, es la muestra fiel de que nunca mejoraré.
Muchas personas que se quejan de “no tener dinero”, viven todos los días de su vida, haciendo aquello que ya saben “no les deja dinero”. Y esto pueden demorar la vida entera, porque no han descubierto que deben ser capaces de ponerse límites.
“Si este año no me aumentan el sueldo, me voy”, “Si para junio esto no mejora, renuncio”, porque se nos va la vida, dando el 100% en un proyecto, plan o trabajo, que ya sabemos no nos dejará más jamás.
Si quiero tener más dinero, lo primero que debo entender, es que comprar a crédito, es gastar dinero que no tengo, es deberle a un banco y es un pozo sin fondo.
Si nos proponemos vivir con efectivo, realmente descubriremos lo que necesitamos hacer, descubriremos que necesitamos “movernos ya”.
Si tengo un negocio y por más que yo entregue todo mi esfuerzo no me da las ganancias que necesito, pues lo cierro, dejo de invertir en eso y voy por otra cosa.
Si creo que mi profesión no me da lo que necesito, pues me dedico a otra cosa y ahora sí, gano lo que quiero.
Y es que en verdad, todos queremos cambiar y que las cosas mejoren “sin hacer nada”, “sin cambiar nada”, “comiendo lo mismo”, “viendo el mismo programa de televisión y a la misma hora".
Así no se puede.
Queremos bajar de peso, pero no queremos hacer dieta ni ejercicio.
Queremos ser más atractivos o atractivas, porque algún chip en nuestro cerebro, nos dice que si no lo somos, no valemos.
Queremos un príncipe azul, pero siempre nos enamoramos del patán más guapo en lugar de buscar al hombre inteligente y amable.
Vamos por la vida contradiciéndonos a nosotros mismos y queremos que una carta de duelo haga el trabajo por nosotros.
Así no se puede.
Tomar conciencia de una situación que no es nuestra, es sentirlo en la sangre, en los vellitos del brazo, en el estómago.
Es entender que si mi abuela no estudió y se casó con un macho violento, no es mi historia y debo evitar “repetir” su vida.
Es comprender, que si mi madre lloró durante todo su embarazo, será por sus malas decisiones, sus miedos y falsas expectativas, y que yo no voy pagar por ello.
Porque vinimos a ser felices, a amar, a ser abundantes, no a pagar culpas ajenas y además a venerar la estupidez familiar.
Dejemos de decir “necesito ayuda” y cambiémoslo por: “hoy he decidido cambiar, qué debo hacer?
Empoderémonos desde ya y resolvamos, actuemos.
Porque todos nosotros hemos nacido en el mundo de “resuélveme mi problema”.
Y no nos hemos dado cuenta de que la única persona capaz de resolver mi problema, soy yo.
Tomar conciencia por tanto, es reconocer la historia vivida por otro, sus razones, sus motivos, aprender de ello y cambiarlo. Yo cambiarlo, con otras decisiones, con otras elecciones, con otro carácter, con más fuerza quizá.
Hacer duelo, es decir por escrito, a qué vivencias de mis familiares yo renuncio, yo no quiero repetir, yo me niego a repetir o padecer. Es sacar mi dolor por no haberme dado cuenta de que soy copia de mi padre o mi abuela o mi tío.
Y al final, cambiar, cambiar ese comportamiento, fajarme los pantalones y tomar nuevas decisiones en mi vida, cueste lo que cueste.
Y soltar, es dejar de arrastrar lo pasado incluso el día de ayer.
Ver hacia delante, con nuevas metas, por mí y para mí.
Y si no sé cómo, y si no sé por dónde comienzo, y si no sé cómo se hace, comenzar a leer, a aprender, a comprender desde el conocimiento. Dejar mi uñas para después y analizar mi vida hoy y a profundidad, analizar mi entorno, analizar a cada miembro de mi familia, sus razones, sus motivos, porque así descubriré fácilmente, que no soy más que uno más de ellos. Revisar si mis expectativas tienen lógica o simplemente repito los errores de alguien.
Si todo ese análisis no es motivo suficiente para impulsar un gran cambio en mí, querrá decir entonces, que no es mi momento, quizá sea después y deberé aceptar lo que venga y como venga.
Akasha Sanación Integral
Elizabeth Romero Sánchez y Edgar Romero Franco.
Elizabeth Romero Sánchez y Edgar Romero Franco.
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