miércoles, 5 de abril de 2017

El verdadero secreto de la atracción va más allá del físico y el interior. Por Valeria Sabater


La verdadera atracción va más allá del físico o de ese interior tan difícil de definir. La auténtica magia entre dos personas se inscribe en la lectura emocional de dos corazones que colapsan y armonizan, que se entienden. Es esa atracción de la que uno no se libera ni aún cerrando los ojos.
Todos tenemos claro lo complejo que es para la ciencia aislar variables y establecer correlaciones para comprender un poco mejor qué es eso llamado amor, afecto o atracción. No obstante, el estudio más reciente publicado hasta el momento, parece tenerlo claro: la clave del atractivo podría estar en la comprensión mutua entre dos personas.
La atracción física no perdura, es intensa, vacía y fugaz, pero la atracción por esa mente y ese mundo emocional que late al mismo ritmo que nuestra música interna, nos convierte en la mejor pareja de baile en el amor.

“Solo quiero a alguien que me comprenda”. Esta es sin duda una de las frases más comunes que lanzamos a la desesperada cuando fracasamos en alguna relación afectiva. Lejos de pedir un imposible, nuestra demanda es tan lógica como acertada. Porque ningún amor será auténtico si no existe esa empatía basada en la intuición de necesidades y en la correspondencia de afectos.

El misterio de la atracción entre dos personas
Recordemos, por un momento, una película inolvidable: “Mejor Imposible”. Estamos ante dos personas completamente diferentes, tanto en estatus social como en intereses personales. A pesar de que entre Melvin y Carol existe una inexplicable atracción, el personaje de Helen Hunt se siente desesperada ante el comportamiento y actitud de Jack Nicholson.
Ella “quiere un novio normal” alguien que la comprenda. Hasta que en un momento dado, y en una situación límite, ella le pide que le dé una sola razón para no irse en ese mismo instante. Es entonces cuando Melvin Udall, ese escritor de novelas románticas y con un grave trastorno obsesivo compulsivo le revela con sinceridad, “Tú haces que quiera ser mejor persona”.
Es ahí donde reside el auténtico misterio. Más allá de lo físico y de ese convulso interior que en ocasiones guardamos las personas, todos escondemos unas necesidades emocionales que de pronto, son identificadas, leídas e incluso resueltas con la cercanía de ese alguien maravilloso disfrazado de persona normal.
  
El amor tiene un límite y se llama dignidad
El auténtico atractivo se encuentra en el cerebro
Cuanto más conseguimos sintonizar con el mundo emocional de alguien hasta el punto de descifrar sus sentimientos, mayor es la atracción. Esta es la conclusión a la que ha llegado un grupo de investigadores de la Universidad de Lübeck, Alemania, y cuyo estudio se ha publicado este mismo año en la revista “PNAS“.
El amor siempre será alegría y la necesidad de dar lo mejor de nosotros mismos al ser amado. Porque el amor que solo entiende de sufrimientos  y chantajes no es digno ni es auténtico.

La atracción más intensa es esa en la que por fin, logramos comprender las intenciones y las emociones de la otra persona, y donde además, reforzamos nuestro crecimiento personal y la autoestima como la raíz de ese árbol que logra encontrar un pequeño rincón bajo la tierra lleno de agua y nutrientes donde poder crecer en fortaleza y belleza.

Encontrar a alguien a quien comprender y que nos comprenda no es fácil, lo sabemos, pero cuando ello ocurre, nuestro cerebro se complace. Esto mismo es lo que nos explica la neurocientífica y directora de este estudio, Silke Anders:
·        Para tener una relación duradera y feliz, las personas estamos “obligadas” a actualizar y a decodificar continuamente tanto las emociones como las intenciones de nuestras parejas. Solo así podremos anticiparnos a ellas y actuar en consecuencia. (Parece cansado/a, seguro que le ha ido mal en el trabajo. Voy a prepararle un baño caliente y una cena especial)
·        Si no lo conseguimos, si nuestro sistema neuronal falla en la decodificación de emociones, se crea un estado de estrés y disonancia en el cerebro. (¿Por qué me rechaza? ¿Por qué está de mal humor si he hecho todo lo posible para que se sintiera bien?).
Todo ello parece ayudarnos un poco más a entender por qué, en ocasiones, el iniciar una relación con alguien que nos atrae físicamente y con quien tememos algunas afinidades, no termina de encajar.
Las personas necesitamos de una armonía más íntima, ahí donde nuestro vocabulario neuronal hable un mismo idioma. Donde las necesidades sean decodificadas mediante una lectura emocional sabia, intuitiva y ante todo valiente. Capaz de dar la respuesta más acertada en cada momento y no la que a uno mismo le interese.
Necesitamos que nos hagan ser mejores personas y no personajes incomprendidos bajo nuestras solitarias corazas.


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