En
mi muro de Facebook, una mujer me escribe:
Buenos días. Quisiera saber ¿Porqué mi hijo de 45
años tomó la decisión de quitarse la vida?. Me siento con mucho dolor.
Busco el motivo y no lo encuentro quisiera que usted me diera por lo menos una
explicación.
Mi respuesta:
Lo siento mucho. Lamento tu pérdida. Sucede que
saber vivir en este mundo implica superar o trascender lo que nos han
enseñado. Olvidar la vieja escuela. Y muchas veces no estamos list@s, y las
«ideas nuevas» pueden parecernos tan absurdas e ilógicas, que terminamos por
rechazarlas. Y esto no es malo, es sólo parte del aprendizaje, es una materia
más. Es lo que sucede con muchas cosas que escribo. Por lo que me permito
pedirte que abras aún más tu corazón. Gracias.
Primero: Creo que es muy doloroso desde nuestro
punto de vista racional y humano el suicidio. Pero en realidad sólo cambian las
formas y el tiempo. Hay muchas clases de suicidio. Un ejemplo: Las personas que
por una u otra razón han sido víctimas de algo o de alguien y que lo sienten a
un nivel muy profundo, enferman y mueren por esa emoción llamada culpa, más que
por la misma enfermedad. Eso en muchas doctrinas se considera suicidio. Así que
esto del suicidio es más común de lo que creemos.
Además es completamente inesperado. Basta sólo una
interpretación nuestra de un hecho lamentable con el que no se cuenta, y esta
interpretación puede quitarle las ganas de vivir a cualquier ser humano. El
suicidio no es algo que una persona lleva a cabo por mala o desagradecida, es
parte de una experiencia necesaria para esa alma. Y como tal, ha de ser
respetada, honrada y asumida, tal como si se tratara de un acto tan heroico
como continuar viviendo en este plano.
No creo en infiernos, ni en castigos divinos, ni en
un Dios que te espera con correa en mano para restregarte en la cara lo que
hiciste. Mi idea de la Inteligencia Divina es que se experimenta a través
nuestro. Que cada situación que has vivido ha sincronizado universos, y que eso
significa que nada es un error. Que todo es parte de una lección. «Aquí en el
cielo no hay culpables hija». Me dijo mi papá (d.e.p.) una vez.
Es hora de quitarle ese velo de culpa y vergüenza
que ha pesado sobre quien ha dejado este mundo repentinamente, porque se
terminaron sus motivos, o porque ya no quiso continuar. Es tan igual que morir
de una enfermedad. O incluso de muerte natural. Es un nuevo y perfecto
comienzo. Es la vida floreciendo de formas distintas. Somos más que piel. Somos
más que este mundo. Somos inmortales.
Segundo: Esa fue la manera de experimentarse del
alma de tu hijo. Necesitaba de esa experiencia, así como muchos bebés que no
alcanzan a llegar a este mundo, sólo que tu hijo lo hizo a los 45 años.
Respetemos esa experiencia tal como fue. Aún en el dolor. Y haz que lo sepa.
Puedes decirle:
«Hijo mío, con todo el amor que te tengo, respeto
tu viaje, en cualquier etapa en la que te encuentres. Respeto tus
sentimientos y la forma que elegiste para emprender un nuevo camino. Mi mente
no te ve, pero mi corazón sí. Camino contigo. Te acepto. Acepto todo esto. Te amo.
Amo que ya no sufras. Y perdono completamente mis percepciones. Perdono el
error inexistente que habita mis ojos.»
Eso te traerá paz.
Y
la paz, no riñe con nada, ni siquiera con las lágrimas.
Encarnar un alma en este mundo es algo que duele
mucho y no se hará llevadero o fácil jamás, mientras no comprendas la palabra
clave: PERDONAR(TE). No puedo explicarte con palabras, a dónde te llevará el
hecho de perdonar todo lo que te ha lastimado, y de perdonarte por tus
percepciones, pero si puedo asegurarte que cuando aprendas a hacerlo
continuamente, el dolor no volverá a tocar tu ser de forma tan devastadora como
antes.
Bastan
unas simples frases: Te quiero, lo siento, por favor perdóname, gracias.
En bucle. Siempre. Con todo el amor de que estás hecha.
Sugerencia:
Ve a la parte inferior de la barra lateral de esta página. Verás una nube con
palabras. Haz clic en la palabra muerte. Saldrá una lista de lo que
he publicado sobre el tema.
Tu hijo presente, sonriendo mientras escribí esto.
Gracias Vivi, dice.
Y
yo le respondo: Al contrario, gracias a ti amigo, por ilustrarnos, por
ayudar con tu experiencia.
Con amor infinito…
http://vivicervera.com/
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