Hay algo realmente grande, inmenso, infinito en los actos o en las cosas pequeñas. Esta es una lista de las que llenan mi alma:
- El majestuoso cielo con sus nubes viajeras.
- Una taza de chocolate caliente.
- La mirada de quien te ama.
- Las gotas de lluvia o un tibio rayo de sol en la piel.
- Escuchar las respuestas del mar.
- Un «te quiero» que no pediste, que no esperas, que no necesitas.
- El ceño fruncido de quien amas o el eco de su risa.
- El olor de la hierba recién cortada.
- Saborear un helado.
- El aroma del café.
- La voz de quien(es) amas. Su sonido. Todo lo que envuelve.
- Una lágrima bendecida, aceptada, amada.
- Ese «buenos días» de un lunes.
- Tu perro esperándote.
- Besar la frente de alguien porque no le entiendes. Saltar sobre las diferencias.
- Destapar una cerveza en un día de verano. El primer sorbo.
- Corretear a quien quieres con una pistola de agua en mano.
- Dejar que se derrita el algodón de azúcar en tu boca.
- Quitar la crema del pastel recién comprado con tu dedo índice. Y a escondidas.
- Perfumarte.
- Un abrazo a tiempo.
- Perdonarte. Desde el fondo del alma.
- Hacer sonreír a quien te lee.
- Caminar descalza sobre el césped, la tierra o la arena.
- Ver las constelaciones desde tu hamaca.
- Hablar con nuestros seres queridos, en este mundo y en los otros.
- La risa de los niños que juegan en la calle.
- Escuchar en la radio inesperadamente una canción que te dedicaron.
- Romper el papel que envuelve un regalo que te han hecho.
- Decirte siempre, siempre, siempre: YO PUEDO.
- Saber que la lista es infinita.
Gracias por leerme.
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