Amados…
Como
un Puerco espín, cubriste tu vida de espinas…
Ellas
te aportarían la protección, la seguridad, de no ser herido.
De
no caer nuevamente en la “red del amor” pues, cuando se “ama”, siempre se es “herido”.
Te
armaste de una armadura de espinas, ellas son…
La desconfianza permanente, el orgullo
separador entre lo superior (tú) y lo inferior (los demás), el miedo que
siempre te habla de peligros inminentes, la avaricia que te indica que es mejor
no compartir, para no sufrir desengaños…
Así
tus espinas crecieron tanto, que lograrte caminar bien lejos del otro mundo… el
de los sentimientos, el del sentir más cada día, el de la libertad total de Ser
ti mismo en el sentir.
Pero... Un
día, sentías que en tu seguridad, algo no funcionaba…
No
eras herido, pero ya no lograrbas sentirte a ti mismo…
Eras
como un “muerto” en vida.
Te
habías convertido en una armadura de espinas, que no dejaba pasar la Luz
exterior, pero tampoco lograba que tu Luz saliera libremente…
Habías
perdido el rumbo, girabas en ti mismo, no sentías nuevas heridas, pero tampoco
podías sentir el cálido amor de la sanación de aquellas viejas heridas…
Finalmente,
un día las espinas se fueron cayendo solas… de aburrimiento y soledad…
Pues
tu corazón clamaba por la vida, por sentir!!!
Una
a una se disolvieron…
Ya
no tenías nada que se separara del otro…
Solo
tu corazón latiendo al compás de su propia música, era la melodía del amor
ilimitado, ella fue la responsable de hacerte sentir y ella era la responsable
de sanar esas viejas heridas de amor…
Pues
en la vida debemos Sentir tanto las alegrías como las penas, pues entre ambas
cada día crece más en ti, no las espinas, sino la fortaleza para transformar el
Dolor en Amor y el Amor en Paz Interior.
Suelta
las espinas…
Disuelve
la armadura…
Que
tus heridas necesitan sanar…
Para
Ser realmente Libre…
Para
Ser Amor Ilimitado…
Desde
el corazón!!!
Con
Amor, Ashamel Lemagsa.
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