Existen multitud de terapias y de técnicas orientadas para mejorar la
salud física y emocional de las personas. Ya sean terapias convencionales como
terapias alternativas, todas tienen un elemento común: la importancia de la
relación que establezcamos con el cliente, esto que parece tan obvio es la base
de que el proceso terapéutico funcione y podamos ayudar a la persona que viene
a consulta.
¿Cuántas veces hemos ido a la consulta de un médico, que tras esperar en
la sala de espera media hora, nos ha despachado en 10 minutos sin casi darnos
oportunidad para explicarle qué nos pasaba y cómo nos sentíamos? ¿Cómo nos hace
sentir eso? ¿Crea en nosotros un sentimiento de confianza hacia ese
profesional?
Todas los profesionales (enfermeras, abogados, educadores, terapeutas…)
que se dedican a trabajar con personas deberían tener unas herramientas y unas
bases de psicología. No podemos decir “no, yo es que soy reflexóloga y solo
trato a nivel físico” Sería hacer un tratamiento parcial, pues la salud depende
de lo físico-orgánico, lo emocional y lo mental, no podemos tomarlo como
realidades independientes porque la persona es TODO, y una de las áreas influye
en las otras dos. El objetivo como terapeutas, de la especialidad que sea, es
ofrecer tratamientos holísticos y completos a nuestros clientes.
Tenemos que aprender a ver más allá de los síntomas con los que viene una
persona a consulta, ¿qué nos están diciendo esos síntomas? ¿Dónde está el
origen? ¿Cuál es nuestro objetivo: reducir los síntomas o llegar al núcleo que
los está causando? Para ello es imprescindible tener unas buenas capacidades de
escucha, lo que se llama el Counseling o el arte de escuchar.
Escuchar con atención plena a la persona que tenemos delante, sin juzgar con
respeto y empatía, sin dar soluciones prefijadas. Es importante saber hacer las
preguntas que ayudarán a la persona a descubrir su mejor opción, a llegar al
centro del problema.
A menudo tras aplicar alguna de las técnicas de sanación, como puede ser
el Reiki o el Masaje Metamórfico o las Constelaciones familiares surgen muchas
emociones, se desbloquea esa energía que había estado congelada o reprimida y
la persona se encuentra con mucha tristeza, o enfado, o inseguridad. Y aquí
reside la importancia de tener recursos para ayudarles a integrar todo lo que
va saliendo emocionalmente. No sería ético “despertar” todas esas emociones y
dejarles volver a casa en ese estado.
Recuerdo una mujer que vino a consulta totalmente destrozada pues en una
regresión había “recordado” que había sufrido abusos en la infancia, se sentía
totalmente devastada, con mucha tristeza y un gran sentimiento de culpa. Tras
esa sesión no tuvo un apoyo para integrar y trabajar el doloroso acontecimiento
vivido en la infancia. Esa persona necesitaba para empezar un espacio donde se
sintiese protegida y con confianza para poder emprender un trabajo para sanar a
su niña interior y dar salida a todas las emociones que llevaban años ocultas.
Lo primero que utilizamos fue la técnica de EFT, una técnica del campo de
la Psicología Energética que se basa en la Medicina Tradicional China y cuyo
objetivo es la liberación de las emociones negativas, el primer paso era rebajar
la intensidad de esas emociones que no le permitían funcionar de manera óptima
en su día a día.
A través de la Inteligencia Emocional pudo ir entendiendo lo
qué sentía, cómo lo sentía y cómo podía manejar esas emociones
inteligentemente, sin que la desbordasen y entendiendo que todas las emociones
tienen una función, que el “no hacerles caso porque duelen” nos deja cojos,
pues las emociones son llamadas de alarma de que algo no va bien y necesita
solución.
Nuestra manera de manejar lo que sentimos lo hemos ido aprendiendo desde
pequeñitos y hemos ido formando nuestra personalidad a lo largo de las
diferentes etapas del desarrollo, en cada etapa tuvimos unas necesidades
afectivas (sentirnos vistos, queridos, importantes, valorados…) y para
satisfacerlas desarrollamos una gran variedad de estrategias, elegimos las que
más atención nos aportan y descartamos las que no lo hacían o nos traían
consecuencias negativas. Por ejemplo, si en nuestra casa no se nos permitía
estar tristes “porque eso es de débiles” y nuestros padres estaban encantados
cuando ayudábamos con nuestros hermanos pequeños y en tareas de la casa,
pudimos desarrollar la estrategia de “es mejor ser buena y pensar en los demás”
y no permitirnos estar tristes. A los 7 años todas estas decisiones están
tomadas y establecemos lo que desde el Análisis Transaccional se
llama “El guión de vida”, una decisión tomada en la infancia como la mejor
manera de sobrevivir y no ser rechazados o abandonados. Fue nuestra mejor
opción pero ¿sigue siéndola después de 30 años? ¿Seguimos queriendo desempeñar
un papel que nos limita a ser cualquier otro que deseamos ser?
¿Habéis sentido alguna vez que parece que se repite la misma historia una
y otra vez? Parece que tenemos patrones de relación y siempre elegimos el mismo
tipo de hombre o de mujer. ¿Cómo puedes ayudar a una persona que viene a
consulta por una ruptura de pareja y que dice “otra vez me han engañado, no sé
cómo lo hago pero siempre atraigo a ese tipo de hombres/mujeres”? Esto está muy
unido al guión de vida del que hablábamos antes y es necesario hacer una
reflexión sobre cómo vivimos la Sexualidad y las relaciones con los
demás.
Cuando somos niños no sabemos quiénes somos y vamos formando nuestra
imagen de nosotros mismos en función a lo que nos reflejan nuestros padres y
nuestro entorno, y esos mensajes los grabamos como verdades absolutas que con
el paso del tiempo se convierten en nuestras creencias, pero ¿son todas las
creencias positivas? ¿O tenemos creencias que nos limitan? “Hay
que tener cuidado con los hombres, no son de fiar”¿Es una creencia propia o
heredada? ¿Es realmente cierto que ningún hombre es de fiar? Si tenemos un
hijo, ¿él tampoco es de fiar?
Las personas tenemos dos tendencias curiosas… Una de ellas es aceptar
cosas en nosotros mismas y negar sus opuestos. Tendemos a ver la realidad en
extremos: o es bueno o es malo, o soy generosa o soy egoísta, o soy débil o soy
fuerte. Pero el simple hecho de que exista una polaridad implica que existe su
contrario, no puede haber luz sin el concepto de la oscuridad. Para integrar
esas dos partes que son nuestras, para poder reconocernos en las partes que
negamos la terapia Gestalt hace una trabajo precioso, nos ayuda a
tomar responsabilidad de nuestra vida y de los que nos pasa, nos invita a
mirarnos con valentía desde lo que somos aquí y ahora… y es que la segunda
tendencia curiosa que tenemos las personas es que solemos estar o proyectados
en el futuro (preocupados por cosas que no han pasado, haciendo planes a largo
plazo, anticipando…) o anclados en el pasado (dando vueltas a cosas que
pasaron, cosas que no podemos cambiar, sintiendo que nuestro pasado nos define,
sintiendo miedo de que vuelva a suceder…) y en cualquiera de las posiciones
(pasado o futuro) nos estamos perdiendo lo único que tenemos: el ahora, donde
realmente somos.
Llega un momento en que conseguimos ser honestos con nosotros mismos y
sabemos quiénes somos y qué vida queremos vivir, ¿cómo llegamos a ello? ¿Con
fuerza de voluntad? ¿Y de dónde nace esa fuerza? Es interesante entender cómo
funciona nuestro cerebro y cómo nos motivamos. Conocer el funcionamiento
de nuestro cerebro mejorará nuestra fuerza de voluntad y nos
ayudará a identificar esas trampas que a veces nos ponemos para no conseguir lo
que nos proponemos. En este punto es interesante conocer las técnicas de
Coaching que pueden ayudar a nuestros clientes a conseguir sus objetivos.
Marina Moran
Psicóloga y profesora del Instituto de Terapias Energéticas
www.intitutoterapiasenergeticas.com
Psicóloga y profesora del Instituto de Terapias Energéticas
www.intitutoterapiasenergeticas.com
http://shekinahmerkaba.ning.com/
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