martes, 20 de octubre de 2015

Reparando las consecuencias de las palabras mal utilizadas. Por Vivi Cervera.




No soy quien para dar consejos. Considero que mi trabajo es la suma de palabras que pasan a través de mi ser. Soy alguien que cada día comete un error nuevo y que cada día aprende algo también. Y he aprendido que cuando decimos cosas que hieren, que lastiman, que «golpean», que ofenden, aunque sean expresadas bajo un nivel de inconsciencia o inocencia total, es inteligente y sanador, asumir las consecuencias. Sobre eso escribí en mi boletín pasado. Aquí está:
Según la tradición antigua, una hija o un hijo se consideraba respetuos@ cuando sus padres podían ofenderle de cualquier manera y la hija o el hijo en cuestión simplemente hacía silencio.
Hoy en día, pese a los evidentes traumas de las generaciones que nos vieron crecer, muchas personas hijas de este tipo de educación, consideran que ese silencio es respeto. Y tú y yo sabemos que eso no es verdad. Una hija puede hacer silencio pero por dentro puede pensar cualquier cosa, y a la vez resentir por siempre tus palabras o tus actos.
En lo personal, no estoy interesada en ese tipo de respeto.
El respeto se inspira, se siembra. No se exige.
Las consecuencias de las palabras ofensivas e hirientes son múltiples y crean abismos entre las personas, tengan el parentesco que tengan. Es más, para no ir tan lejos, te pongo un ejemplo: ¿De dónde crees que viene la hipertensión?: Pues viene de tragarse el enojo, de no poder expresarse, de no poder defenderte de lo que creías injusto cuando eras niñ@. Así fue como te tragaste la impotencia, que aparecería más adelante, a través de otras personas.
Y supongamos que tú eres ese hijo o esa hija ofendid@. Entonces puede suceder que limpias y limpias y limpias con las palabras sanadoras: te amo, lo siento, por favor perdóname y gracias. Y después de mucho tiempo viene tu madre a ofrecerte sus disculpas, y las aceptas. Todo está bien. Pero no deseas más estar en ese lugar donde vives con ella. La has perdonado y no la culpas, ni te culpas tú. Todo está limpio, pero deseas irte de su vida para siempre, porque sientes que ese ya no es tu lugar.
¿Se vale?
(Esta pregunta me la han hecho las personas. ¿Se vale irme de su vida después de borrar memorias Vivi?)
Claro que sí. Ese viaje que emprenderás es parte de lo que limpiaste. La disculpa de tu madre venía junto con tu próxima partida. Aparte de todo, no debes sentirte culpable, irse de casa a crear tu propio mundo es parte de la vida, es como una ley.
Ahora supongamos que eres la madre o el padre. Si no quieres que se formen abismos en tu relación con tu hij@, permite que se exprese.  Si ofendiste, acepta y asume que pueden venir respuestas equivalentes. Y si quieres que la charla sea respetuosa, respeta tú primero. Si respetas serás respetad@. Eres madre/padre. Tú le trajiste a la vida. Entonces acepta a tu hij@, no desde la boca, sino desde el alma. Y ve más allá. Si le ofendes, (porque un@ siempre sabe si lo hizo o no), ve y discúlpate de corazón, y comprende que no eres perfecta, ni la primera, ni la última persona en hacerlo. Perdónate pero también acepta las consecuencias de tus actos.
Aceptar las consecuencias de lo que queriendo o sin querer dijimos es la clave para encontrar la tranquilidad, la paz. No somos culpables, somos responsables. De ahí viene el aceptar las consecuencias de las palabras que salieron de nuestra boca. Aunque somos inocentes de todo lo negativo que sale de nuestros labios, pagamos por ello. El viaje de las palabras es circular.
Ahora, quizás tu hij@ tenga que irse de tu casa o de tu vida, después de años de una mala relación y de malentendidos y es tu momento de comprender, que no fue tu culpa y que ese es su derecho. Ser libre del pasado es su derecho. Que no eres culpable, sino que fue esa dolorosa información heredada sobre cómo educar a l@s niñ@s. Que es sano aceptar las consecuencias de las palabras, sin ser víctima. Ese es el perdón radical. El único que te unirá por siempre a tus hij@s. La verdadera reparación de lo dicho desde el dolor.
Y esto también funciona de l@s hij@s hacia la madre y el padre.
Cero culpas. Responsabilidad total.
Te quiero.

Gracias por leerme.
http://www.vivicervera.com/

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