miércoles, 7 de agosto de 2019

MI TEORÍA DE LA AUTO-RECONCILIACIÓN. Por Francisco de Sales.


reconciliar:
(Del lat. reconciliare).
1. tr. Volver a las amistades, o atraer y acordar los ánimos desunidos.
2. tr. Bendecir un lugar sagrado, por haber sido violado.
conciliar:
(Del lat. conciliare).
1. tr. Componer y ajustar los ánimos de quienes estaban opuestos entre sí.


En mi opinión, basada solamente en una teoría, durante la infancia y la juventud, a medida que vamos creciendo y nos van “educando” nos vamos disgregando, y lo que hasta entonces era una unidad se fragmenta en múltiples partes que es conveniente –en realidad, es necesario- reunificar.

Toda teoría es, en principio, nada más que una hipótesis que no se ha comprobado en la práctica, así que no te creas nada de lo que leas a partir de ahora, salvo que lo puedas comprobar por ti mismo, o salvo que resuene dentro de ti; es decir, que “algo” dentro de ti lo apruebe y esté de acuerdo con ello aunque no sepa razonar el por qué.



Me gusta imaginar que cuando un bebé llega al mundo aún está puro, sin contaminar. Sólo es su esencia, que es buena.

Creo estar en condiciones de afirmar que a medida que le vamos integrando en este mundo -que le vamos “educando”, según decimos equivocadamente- le vamos condicionando, le vamos implantando expectativas, le hacemos ver que está en un sitio competitivo en el que tiene que sobrevivir como pueda, le vamos dejando claro que hay aspectos suyos que nos gustan y aprobamos y que otros aspectos no nos gustan –y ya empezamos a hacerle verse como algo dividido en partes distintas y dispares-, y vamos implantado dentro de sí, de algún modo, el concepto del bien y el mal, y de la dualidad que se convertirá en multiplicidad. Resumiendo, que le estamos diciendo que sólo nos va a gustar si es como nosotros decidimos que sea.

Aparece entonces, es inevitable, el ego. Y la desunión interna se acentúa.

La mayoría de la gente nos pasaremos el resto de nuestra vida tratando de reparar esa deseducación que nos dieron, tratando de recoger los trozos desperdigados de alma y corazón para volver a dejarlos como estaban al principio, y tratando de restaurar la calma interna y la paz que provoca la armonía y la ausencia de conflictos. De algún modo, buscamos volver al útero materno donde todo era concordancia y todo estaba bien.

Así que esto es lo que nos vemos obligados a hacer si queremos recuperarnos y reintegrarnos: RE-CONCILIARNOS. “Poner de acuerdo a los ánimos desunidos”, según dice la definición del diccionario, que también dice que “ánimo” es “el alma o espíritu en cuanto es principio de la actividad humana” y es también “atención o pensamiento”. Hermoso.

Poner de acuerdo el alma o espíritu desunidos. Mediar entre la disparidad, para encontrar un camino común y beneficioso, para abandonar aquellos conflictos en los que uno mismo es el principal y sufriente perjudicado.

Armonizarse. Prescindir de embrollos y desencuentros. Deshacerse de la oposición entre los yoes internos y las luchas tiránicas por sobresalir cada uno de ellos.

No distraerse en esa alteración que provoca la desarmonía interior, sea emocional o espiritual, que a veces es el origen de un malestar exterior que no sabemos a qué o a quién achacar. Somos capaces de llegar a somatizar eso que es solamente psíquico hasta convertirlo en un asunto físico de enfermedad o estado alterado.

Es un lamentable acto en contra de la razón ese sentirse desperdigado, falto de conexión con el Ser Esencial, alejado de la Divinidad interna, fragmentado, espectador de una lucha interna en la que no se toma parte, y quedándose en el triste papel de sufridor indefenso esclavo de su propia falta de capacidad de resolución.

¿Estar enojado consigo mismo?, ¡Qué disparate!, ¿Qué sentido tiene eso?, ¿Por qué?, ¿Para qué?

¿Estar a disgusto consigo mismo?, ¡Qué absurdo sinsentido!

¿A quién se le penaliza con ello?, ¡A uno mismo!

¡En esa actitud falla todo!, ¡No tiene lógica ni utilidad positiva!

Cualquier persona, cualquiera, es digna de una oportunidad de reconciliación consigo misma. Y es igual cómo sean la torpeza, la desatención, o el delito que haya cometido. Siempre existe el derecho a comenzar de nuevo. A re-integrase, o sea: volver a ser y sentirse íntegro. A re-conciliarse.



Reconciliar tiene un segundo significado al que se le puede dar una interpretación desde un punto de vista más esotérico o más espiritual: dice que es “bendecir un lugar sagrado, por haber sido violado”.

Reconciliarse es bendecir el lugar sagrado donde mora nuestra alma o nuestro espíritu, que han sido desperdigados de la unidad que formábamos.

Reconciliarse es, entonces, reunificarse, recomponerse, viajar y volver al Centro, permitir que lo espiritual se manifieste, dejar de verse disperso, y sentir con una firmeza indestructible que uno es quien es en su conjunto, con la aceptación plena e íntegra de esa totalidad que le compone.

Mi teoría concluye –provisionalmente- con mi aceptación de lo relatado, que puede ser bastante creíble y hasta aparentar tener una cierta lógica, y que, en cualquier caso, propone algo que ya se ha visto desde otros modos y con otros nombres: volver al principio, al origen, para ser, verdaderamente y por fin, Uno Mismo.

Ahora es tu turno.

Tú decides…


Te dejo con tus reflexiones...


http://buscandome.es

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