La gestión emocional nos permite conocer cómo reaccionamos ante los estímulos que nos rodean y saber calibrar la cantidad de energía que queremos invertir en nuestra respuesta, por lo que nos ayudará a no gastar nuestras fuerzas de forma inadecuada y ser más resolutivos.
1.- Identificar la emoción
Es importante reconocer los primeros signos que nos indican la emoción que nos invade. Así como la tristeza suele ser característica por el llanto y la presión en el pecho o en la garganta, debemos intentar reconocer los signos que nos indican otras emociones, como la rabia o el miedo. Si quieres, puedes probar a realizar un ejercicio, escribiendo las emociones que te resulten más complicadas de gestionar, describiendo situaciones que suelen provocarlas y las reacciones físicas que producen en ti.
2.- Sentirla sin perder la calma
Si hace falta, retírate un momento, aléjate de la situación que te haya alterado. Intenta detenerte un minuto, de verdad que no hace falta más, y es necesario. Cierra los ojos y siente. Escucha lo que tu cuerpo te quiere indicar, dedícale estos segundos de atención a escucharle.
3.- Respira
Una vez que hayas tomado conciencia de la emoción que te invade, respira tranquila y profundamente. Sentirás como su intensidad disminuye. Mantén los ojos cerrados, coge aire por la nariz lentamente, mantenlo un segundo y expúlsalo despacio por la boca. Aquí tienes un “calmante” 100% natural y saludable.
4.- Haz balance
Ha llegado el momento de ver la importancia real de lo que está sucediendo. Ahora que nos hemos relajado un poco, resultará más sencillo ver lo sucedido desde otra perspectiva. ¿Qué relevancia tiene esto en mi vida?¿Qué repercusiones puede generar? ¿Tendrá importancia dentro de 10 años?. En el caso de ser un problema podremos hacer un balance de los recursos que tenemos para solucionarlo.
5.- Expresa lo que sientes de una forma no dañina
Intenta hablar sobre ello con alguien. Si hay una persona implicada en lo sucedido, intenta explicarle cómo te sientes, sin atacar ni resultar hiriente en tu exposición, compartiendo tus sentimientos. Si estás muy enfadado puedes salir a correr, practicar algún deporte que te ayude a liberar adrenalina. Según donde te encuentres incluso puedes gritar. Con los niños funciona muy bien correr de un lado a otro mientras chillan todo lo fuerte que pueden. Te recomiendo probarlo :).
Aceptar y gestionar tus emociones hará que te sientas mejor. No es un signo de debilidad mostrarnos tristes o enfadados. Al contrario, saber hacerlo de forma adecuada te hará enfrentarte de una forma más eficaz a los retos cotidianos, y será el primer paso para conseguir que nuestros niños y/o las personas que tenemos a nuestro alrededor lo hagan.
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