La forma en que pensamos, la manera que tenemos de afrontar los problemas, cómo nos relacionamos con los demás o cómo manejamos el estrés del día a día es un reflejo de nuestra salud psicológica. Por esta razón, si gozamos de una buena salud mental estaremos mejor preparados para afrontar los problemas y disfrutaremos de una mayor calidad de vida.
¿Qué es la salud psicológica?
La salud psicológica es el resultado de un equilibrio en todas las áreas de la vida (personal, afectiva, social y laboral/académica). Esta no debe entenderse sólo como la ausencia de enfermedad, sino como un estado de bienestar físico y mental. Por lo tanto, el cuidado psicológico no debe entenderse como algo a lo que se recurre cuando se tiene una enfermedad mental, sino como la base para emplear con éxito en nuestro día a día nuestras habilidades mentales, sociales y sentimentales.
El manejo incorrecto de las emociones es uno de los principales motivos de consulta psicológica. Una persona con una buena salud mental acepta y experimenta tanto las emociones positivas como las negativas. Canalizar estas últimas nos ayudará a mejorar lo que ha fallado, a adaptarse al cambio o pérdida y a enfrentarnos ante las nuevas adversidades con una nueva y realista perspectiva.
Gozar de una buena salud mental también implica tener hábitos saludables, como una dieta equilibrada, dormir adecuadamente y realizar actividad física regularmente. Si quieres leer mi artículo sobre los beneficios psicológicos que aporta la actividad física accede a este enlace.
Claves para una buena salud psicológica
Puedes tomar un papel activo para mejorar tu salud mental, la cual te repercutirá tanto psicológica como físicamente. A continuación, te presento 10 claves para una buena salud psicológica:
1. Interés en ti mismo
Las personas con una buena salud psicológica anteponen (aunque sea un poquito) sus intereses a los de los demás. Puedes darlo todo para ayudar a un ser querido, pero sin que esto te anule mentalmente. Siéntete merecedor de felicidad: si tú no estás bien difícilmente vas a poder ayudar a otra persona.
2. Interés social
Aunque hay gente más extrovertida que otra, una persona con una buena salud mental se preocupa e interactúa con su grupo social, el cual es necesario para vivir feliz y cómodamente al compartir intereses y conocimientos, recibir y dar apoyo o establecer relaciones de amistad, sentimentales y laborales.
3. Autosuficiencia
Aquí hago referencia a la autosuficiencia emocional. Cuanto menos dependiente en este aspecto seas, más a salvo estará tu autoestima. No significa que dejes de conocer gente nueva, o querer menos a los demás, pero sí que no tengas que necesitar o depender de una persona para ser feliz o realizar actividades placenteras.
4. Tolerancia a la frustración
Si para ti no es una opción el fracaso, si necesitas que todo te salga como tu lo habías planteado o imaginado, cuando algo no salga tal y como tu pensabas te va a generar frustración. La frustración no te va ayudar a mejorar tu situación, sentirse decepcionado o desilusionado en cambio, promoverá que empieces a perseguir activamente otras metas o que utilices estrategias diferentes a las que han fallado.
5. Flexibilidad mental
Las personas rígidas mentalmente se pueden frustrar con gran facilidad, puesto que interpretan que las cosas “tienen que ser así” y si algo no sale como quieren o esperan, supone un desastre para ellos. Ser flexible mentalmente supone estar abierto al cambio, aceptar opiniones distintas a las nuestras y ser tolerante con lo que no es de su agrado.
6. Aceptar que no se puede controlar el futuro
Una inmensa cantidad de miedos y ansiedades provienen de la manera en que afrontamos los eventos que nos suceden en la vida. Todas las personas experimentan situaciones desagradables (muertes cercanas, pérdidas de empleo, ruptura de parejas, peleas con amigos, en definitiva, problemas). Cómo los afrontes determinará que te anulen, o bien que te adaptes al cambio para continuar con tu vida.
7. Aceptarse incondicionalmente
Reconocer que tienes errores, que no eres perfecto y que puedes equivocarte es aceptarse incondicionalmente. Realiza las cosas por querer hacerlas y no por la aprobación de los otros. Tu valía no depende de tus logros sino de tus valores y actitudes.
8. Saber postergar las gratificaciones
¿De qué me sirve postergar algo que me produce placer si lo puedo tener ya? Algunos objetivos que nos marcamos en la vida requieren determinación y esfuerzo, y los beneficios se obtienen a largo plazo. No se trata de resignarse a no disfrutar del presente, sino a tener en cuenta el mañana.
9. No ser demasiado perfeccionista
Si todo lo que te propones sientes que lo tienes que hacer a la perfección, experimentarás altos niveles de ansiedad, y cuando no se cumplan tus expectativas de logro experimentarás una sensación de fracaso. Si el fracaso se asocia siempre a tu valía personal (atribución interna), estarás devaluándote a ti mismo, afectando este fracaso a tu autoestima.
Tener ambición y ganas de hacer las cosas bien no es malo siempre y cuando no afecte a nuestra valía personal. Reconoce tu derecho a equivocarte y a no ser perfecto para experimentar tus vivencias de manera más sana.
10. Responsabilízate de tus emociones
Si te haces cargo de tus alteraciones emocionales y sentimentales en lugar de echar la culpa a las condiciones del entorno o a los demás, podrás trabajar para cambiar (o aceptar) aquello que te ha generado malestar. La introspección se puede entrenar y cuanto más se domine mejor se podrá reflexionar sobre los propios estados de ánimo.
Espero que este artículo haya sido de tu agrado. Si deseas más información al respecto estaré encantado de atenderte.
Referencias
– Marín, N. L. (2006). La terapia racional emotiva de Albert Ellis. Norte de salud mental, 6(25), 16.
– Restrepo Ochoa, D. A., & Jaramillo Estrada, J. C. (2012). Concepciones de salud mental en el campo de la salud pública.
https://www.psicoactiva.com
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