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En psicoterapia, es muy común el uso de metáforas para que el paciente conecte con su problema y para comprender aquello que el terapeuta quiere transmitirle. De alguna forma, relatar historias sencillas favorece la comprensión y la adopción de otra perspectiva sobre lo sucedido.
En concreto, las metáforas de la terapia de aceptación y compromiso (ACT)son un recurso muy valioso, ya que son muy instructivas y clarificadoras. No obstante, antes de continuar hablando sobre las metáforas y su poder terapéutico, vamos a explicar en qué consiste este tipo de terapia.
La terapia de aceptación y compromiso se basa en dos principios fundamentales: la aceptación y la activación. Así, desde esta perspectiva, el objetivo no es la evitación del sufrimiento o el dolor, sino la aceptación del mismo.
Ahora bien, esto no significa que la persona tiene que resignarse, sino que se compromete con sus valores personales y los persigue a pesar del sufrimiento que pueda experimentar por el camino. Por esta razón, la activación o la acción adquieren un valor muy importante.
En este sentido, la metáfora sirve de mucha ayuda, ya que a través de ella se transmite al paciente una experiencia cercana con la que se siente identificado y comprendido. Eso sí, es importante saber muy bien qué metáfora utilizar, para ofrecer una solución alternativa de acuerdo a los valores de la persona. Profundicemos.
Una metáfora eficaz
Las metáforas de la terapia de aceptación y compromiso pueden ajustarse a diferentes tipos de problemas. Lo importante es que sean útiles al paciente y le faciliten el cambio terapéutico que necesita.
Es importante que la metáfora que se utilice sea eficaz y no una mera narrativa en la que el paciente no se vea reflejado. Para ello, es conveniente que cumpla las siguientes condiciones:
Que sea consistente con el grado de desarrollo de la persona. El paciente tiene que entenderla. Por ello, tiene que referirse a su experiencia directa o al conocimiento común en la sociedad y en su edad (McCurry y Hayes, 1992).
Que establezca una correspondencia clara entre el problema de la persona y la experiencia que narra.
Que posea una estructura de acción. La metáfora tiene que reflejar los pasos a dar por el paciente para cambiar su comportamiento.
Que ofrezca una solución. De esta forma, el paciente accede a un comportamiento que no había visto antes y que reinterpreta o resuelve su problema.
Algunas metáforas de la terapia de aceptación y compromiso
A continuación mencionamos algunas de las metáforas de la terapia de aceptación y compromiso más interesantes.
El tanque de tiburones y el polígrafo
“Imagina que estás sentado al borde de un tanque rodeado de tiburones y además estás conectado a un polígrafo extremadamente sensible.
Tu tarea será evitar a toda costa presentar algún atisbo de ansiedad. Si sientes ansiedad, el asiento sobre el que estás sentado basculará e irás a parar directamente al tanque de los tiburones. ¿Qué crees que va a ocurrir?
Como ya te habrás imaginado, es muy posible que acabes sintiendo ansiedad”.
Esta metáfora es muy apropiada para aquellas personas que sufren ataque de pánico. Empiezas sintiendo un poco de ansiedad que no estás dispuesto a tolerar y al querer evitarla, porque piensas ¡esto es horrible, no debo sentir ansiedad!, acabas sintiendo aun más. Cuando te quieres dar cuenta, ya has caído al tanque de los tiburones.
Metáfora del tigre hambriento
“Una mañana te despiertas y frente a la puerta de tu casa encuentras un adorable cachorrito de tigre. Lo adoptas y te lo quedas en casa.
Tu precioso tigre empieza a maullar y tu intuyes que siente hambre. Le das un pedazo de carne de hamburguesa y repites esta misma operación cada vez que lo escuchas llorar.
Cuando pasados los días, tu mascota empieza a crecer, ya no puedes darle un poco de hamburguesa, sino que tienes que proveerle de costillares enteros y piezas grandes de buey.
Esto mismo es lo que ocurre con los pensamientos: crecen y crecen como el tigre cuanto más los alimentas, es decir, cuanto más valor les das. Así, les otorgas mayor poder y estos acaban controlando gran parte de tu vida”.
Metáfora del juego de la trampa china
“Si alguna vez has jugado a la trampa china, sabrás que este juego consiste en un tubo de paja trenzada del grosor del dedo índice. Cuando colocas ambos índices dentro, uno en cada extremo y tiras hacia fuera, la paja se encoge y se tensa.
Cuanto más fuerte tiras, más estrecho se vuelve el tubo y más te atrapa. Sin embargo, si empujas los dedos hacia adentro, tendrás más libertad de movimiento.
Ahora piensa que la vida es como una trampa china. Cuanto más luchas, más limitados quedan tus movimientos. Pero si dejas de luchar, consigues mayor libertad para hacer elecciones nuevas”.
Metáfora del hoyo y la pala
“Te caes a un hoyo medianamente profundo y lo único con lo que cuentas para salir de ahí es con una pala. Como no sabes muy bien qué hacer y te desesperas, empiezas a usar tu pala.
Poco a poco, te hundes más en el hoyo, ya que al quitar tierra, este se hace más profundo y a ti te es mucho más difícil salir. ¿No hubiese sido mejor usar la pala de otra manera? ¿No podríamos haber esperado a que pasara alguien y nos ayudase a salir?
Esto es precisamente lo que ocurre en la evitación experiencial. El ansia por salir del malestar provoca que nos enterremos aun más en ese malestar. Sin embargo, la aceptación del mismo podría ayudarnos a buscar estrategias alternativas. Puede que al principio tengamos que tolerar el sufrimiento, pero a la larga la solución será más beneficiosa”.
Como vemos, las metáforas de la terapia de aceptación y compromiso pueden ser de gran ayuda a la hora de esclarecer y aceptar ciertos aspectos de nuestras vidas. Al menos, nos ayudan a reflexionar y, en algunos casos, a replantearnos esa situación en la que somos partícipes, pero nos encontramos estancados.
Alicia Escaño Hidalgo
https://lamenteesmaravillosa.com
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