Por lo general cuando queremos a alguien, cuando nos interesa la presencia de esa persona cerca, solemos procurar que en lo que a nosotros respecta, podamos proveerle paz, tranquilidad, seguridad. Buscamos las formas de que nuestro afecto se sienta y que no haya espacio para los malos entendidos, para las dudas, para interrogantes que pongan en tela de juicio nuestro interés o nuestro comportamiento.
Esto ocurre sencillamente porque entendemos que la mejor relación se construye sobre las bases de la confianza, que no hay nada más efectivo para deteriorar un vínculo que situaciones que no tienen respuesta, que no tienen explicaciones, que encierran silencios sospechosos, conductas evasivas y evidencian una mentira de fondo.
Hay personas que están acostumbradas a sembrar dudas en sus relaciones, como si fuese un ingrediente imprescindible para mantener un vínculo y esto puede tener varias interpretaciones:
Son personas egoístas: A quienes solo les importa el beneficio que puedan obtener de un nexo, sin importarle los efectos negativos que su comportamiento pueda generar en quienes le aprecian.
Se alimentan de la adrenalina propia de estar haciendo algo indebido: La emoción que les causa una situación en donde puedan ser descubiertos, los llena de vitalidad y hasta disfrutan las situaciones que amenazan sus relaciones.
No se comprometen con nada ni nadie: Su único compromiso es con ellos mismos, los demás deben aceptarlos como son, aunque esto les cueste su tranquilidad.
Tienen miedo a dejar pasar oportunidades: Pueden sentir como que tienen que experimentarlo todo, no dejar pasar nada, que si una ventana se abre deben salir corriendo a ver hacia donde da.
Este tipo de personas suele subestimar el coeficiente intelectual de quienes están con ellas, asumiendo que sus acciones no dejan ningún tipo de evidencias y que son las estrellas de experiencias encubiertas.
Vincularse con una persona que no genere paz y tranquilidad, que no ofrezca seguridad, sino por el contrario nos llene la mente de dudas, que nos haga sentir burlados o estafados, no trae otro beneficio sino la oportunidad de revisar qué es lo que estamos atrayendo a nuestras vidas y su correspondiente porqué.
Todos merecemos relacionarnos con quien pueda sumar a nuestras vidas cosas especiales, sonrisas, momentos amenos, apoyo, reconocimiento, pero sobre todas las cosas, que nos haga sentir únicos y especiales, que nos cuide y nos valore y que son deje claro que es capaz de dejar pasar cualquier otra oportunidad con tal de no hacernos daño, de no perdernos… Cosa que termina siendo el resultado de la mayoría de las personas que se especializan en sembrar dudas en sus relaciones.
Recuerda siempre que si alguien te engaña, no es tu culpa, pero tú no puedes permitirte ponerte una venda en los ojos por no querer afrontar una realidad. No se trata de vivir paranoico, se trata de evaluar todas las entradas, las variables y estar atentos a las señales.
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