Se les llama de esta manera a aquellas personas con
tendencia a absorber la vitalidad mental y emocional de otras. Sin embargo, es
preciso recordar que somos nosotros quienes les permitimos la entrada a nuestra
vida. Su actitud constante de pesimismo y otros rasgos los caracterizan.
Aprendamos a detectar a los vampiros emocionales.
El Dr. Bernstein (psicólogo clínico, terapeuta y
experto en tales criaturas), dice “que son diferentes de la gente normal,
pueden parecer más atractivos, más emocionantes, inteligentes, encantadores,
creativos… pero “su necesidad” es superior a cualquier otra y asumen que las
reglas no son para aplicarlas a ellos mismos, si no a la gente corriente. Nunca
se sienten culpables y cuando se les descubre, se muestran rabiosos y
manipuladores, y cambian sus formas. Desempeñan tan bien su papel, que engañan
a los demás con bastante frecuencia.”
Daniel y Kathleen Rhodes dicen “que son
depredadores emocionales que desean aspirar la energía de otras personas,
acechan a su presa en las sombras, no son gente especial, si no gente normal
con la que convivimos todos los días, que “chupan” nuestra energía mental y
emocional; muchos de estos depredadores saben exactamente cuánta frustración y
ansiedad inflingen, mientras que otros, no tienen conciencia del daño que
causan y la víctima tampoco es consciente de ello en muchas ocasiones”.
¿Qué es un depredador emocional?
Estos “vampiros” manipulan, utilizan, y abusan
psicológicamente de los amigos, parientes, e incluso extraños, controlando
situaciones y gente para sus propósitos, estos “chupadores de sangre” ganan
fuerza para seguir haciéndolo una y otra vez”.
Well después de investigar este tema ha llegado a
la conclusión que muchos de estos vampiros emocionales usan Internet para sus
propósitos.
Los vampiros emocionales, “Prohibido el paso”
El agresor psíquico suele fijarse en las personas
débiles y vulnerables mentalmente, y las escoge como víctimas. Lo primero que
hace es sugestionar al sujeto con impresiones negativas que minan su seguridad.
Pero para que esa fuerza exterior sea efectiva, nosotros tenemos que darle
permiso para que su negatividad entre en nuestra mente.
Pero,¿en qué ocasiones damos autorización a los
vampiros para actuar? Simplemente cuando reaccionamos con inseguridad a las
observaciones mal intencionadas que nos hace, porque siembra en nosotros la
desorientación y, en pocos segundos, hemos comenzado a sentirnos mal por causa
de estos comentarios. Por ello, lo mejor es hacer caso omiso a las
observaciones “aparentemente” inofensivas que realizan estos individuos, que
mediante un lenguaje suave y tenue, pero cargado de intenciones
desmoralizadoras tratar de minar nuestra autoestima.
En suma, en cuanto haya una fisura emocional, el
agresor psíquico atacará porque nosotros mismos le habremos allanado el camino
para absorber nuestra energía. Con ello comienza un proceso de destrucción al
que contribuye el ladrón de energía y la propia víctima, que inicia un proceso
de autodestrucción al dejar que los comentarios del vampiro emocional le
afecten.
OJO, nosotros también podemos ser “vampiros de
nosotros mismos” cuando algún ladrón de fuerza vital está cercano.
Retrato del vampiro emocional
El ladrón de energía suele padecer un
comportamiento enfermizo, y se caracterizan por su melancolía y su tendencia a la
depresión. Su falta de energía la compensan alimentándose de la actitud
vitalista de otros. Como son incapaces de generar la actitud positiva adecuada
para sentirse bien por sí mismos, inconscientemente, para compensar esa
deficiencia, buscan víctimas que les alimenten. Así, logran abastecerse robando
la energía anímica de los que les rodean.
¿Qué hacer ante un “chupa energía”?
Lo primero que has de hacer es tener una actitud
mental positiva.
Para sobrevivir a todos los ladrones de energía, es
necesario crearnos una “segunda piel”: un verdadero escudo protector generado
por una correcta visualización y programación de emociones útiles y positivas.
Si somos capaces de conseguirlo, notaremos los
resultados en nosotros mismos y en todas los dominios de nuestra vida. Para
ello no tienes que hacer caso a las observaciones que realice con tan mala
intención, y piensa en cosas positivas.
Cuando el agresor psíquico se fije en un aspecto
negativo sobre ti, piensa en uno positivo que tu tengas, y sobre todo, tienes que
saber que lo que dice no es verdad, simplemente, se inventa algo malo sobre ti
porque te ve inseguro y sabe que su observación te va a causar mal, aunque sea
falsa. Así que haz acopio de toda tu fuerza positiva e ignora a los ladrones de
energía. y sobre todo… ¡no dejes que te arruinen la vida!
¿Cómo podemos darnos cuenta de que algo de esto
está sucediendo?
La razón de estas actitudes, es que las emociones
fuertes sean de la clase que sean son muy adictivas – el pis de su pareja, el
aferrarse a un amigo, el flirtear con personas a las que gustamos, sin tener
intención de entregarle nada, discutir con alguien sobre un tema que sabemos
que tiene emociones fuertes sobre el tema, puede haber muchas manifestaciones
de vampirismo emocional en la vida cotidiana.
¿Cómo podemos darnos cuenta de que algo de esto
está sucediendo? Es simple, si estamos en una relación que nos deja agotados
emocionalmente al final del día, probablemente deberíamos preguntarnos el por
qué, si nuestra relación parece discurrir en una agitación constante,
deberíamos preguntarnos el por qué.
Aunque usted piense que podrá, nunca ayudará a esta
clase de personas a tener emociones y sentimientos que le alejen de esta
necesidad de vampirizar emocionalmente a su pareja, lo más probable es que nunca
lo consiga, en cuanto le hayan utilizado para “alimentarse” se irán a buscar a
la víctima siguiente, no importa qué le digan, ni qué excusas pongan, en
realidad este tipo de individuos no quieren su ayuda, usted es para ellos tan
sólo un “alimento emocional”, son incapaces de sentir emociones ni sentimientos
por nadie, su necesidad de alimentarse de su energía sin entregar la suya a
cambio, es superior a cualquier otra necesidad. Sea prudente y esté alerta ante
esas personas que le piden todo a cambio de nada.
Amenaza invisible
El primero es el vampiro invisible. Y es que muchas
veces, el comportamiento de estas personas no es abiertamente tóxico, por
decirlo de esta forma. Por lo tanto, es difícil reconocerlas y
`neutralizarlas’. Después de todo, son pocos los que no captan cuando alguien
se comporta de una manera grosera o desagradable con ellos, o cuando trata de
ofenderlos de acción o de palabra. Pero dicen que no hay peor contrincante que
un enemigo invisible, y es verdad.
Muchos vampiros emocionales operan `por debajo del
radar’. En otras palabras: su comportamiento tóxico no es evidente; este se
oculta detrás de una actitud o unas palabras inocentes. Esto se debe a que
ellos envían `mensajes dobles’, que es el arte de decir una cosa aparentemente inocua,
e insinuar otra muy diferente.
Por ejemplo: `Qué bien te queda ese vestido’, dice
tu `mejor amiga’… antes de agregar: `Incluso te hace cintura’. `Qué bien te
ves… para tu edad’. Este tipo de comentario también se conoce como `el dulce
envenenado’, porque, detrás del elogio, siempre hay una crítica implícita.
El vampiro solapado también suele recurrir al humor
como una forma de atacarte sin dar la cara ni sufrir las consecuencias. La
regla que funciona aquí es la siguiente: si él o ella bromean con que tienes
sobrepeso o no encuentras pareja… no debes ofenderte, porque se trata de una
broma.
Cuando Susana, un ama de casa de 32 años, le pidió
a su suegro que no le hiciera más chistes sobre su peso, él no solo le hizo
sentir que ella era una acomplejada sin el mínimo sentido del humor… `sino que
acabó dándome cátedra sobre la importancia de quererme tal como soy. O sea, que
el problema acabé siendo yo’, contó, indignada.
El lenguaje corporal también es una estrategia muy
común de los vampiros emocionales. Te dicen `Respeto tu decisión’… con una
sonrisa cínica en la cara; juran que te aprecian… con los brazos cruzados; te
piden que les creas… y desvían la mirada (a veces el gesto es tan sutil, lo que
los psicólogos llaman una microexpresión, que no lo captas a nivel consciente;
pero sientes que algo simplemente no `cuadra’). Ellos te dicen una cosa, pero
tú percibes todo lo contrario. Esta discordancia crea una confusión interior
que, a la larga, te drena.
Vale aclarar que, muchas veces, el vampiro emocional
no opera a nivel consciente; no sabe el efecto que tiene en los demás.
Simplemente, es su forma de ser. Como también ocurre con el segundo ejemplar.
Vampiro a la vista…
La segunda clase de vampiro emocional es más fácil
de detectar, pero no menos difícil de sobrellevar. Estos son algunos de los
ejemplares más comunes, de acuerdo con las teorías de las expertas en
relaciones interpersonales Cheryl Richardson, autora de Take Time for Your
Life(Toma tiempo para tu vida) y la doctora Lillian Glass, autora de Toxic
People (Gente tóxica).
1. Los negativos.
Ven el mundo a través de lentes oscuros. Y a ti te
toca la ardua tarea de elevarles el ánimo, lo cual es como subir una piedra
montaña arriba. `Tengo que buscar trabajo’, dice ella. Ahora hay muchas
oportunidades en tu campo’, le dices tú. `Sí, pero a mi edad…’, apunta ella.
`La experiencia vale de mucho’, señalas. `Ay, pero las empresas prefieren
personas jóvenes…’. Llega el momento en que tú, que tratabas de animarla,
acabas más deprimida que ella, y temiendo por tu futuro laboral.
2. Los quejosos.
Se pasan la vida lamentándose de lo mismo —y `lo
mismo’ puede ser la pareja, el empleo, los hijos, la economía—, pero nada hacen
para cambiar la situación. En realidad, esta persona solo quiere quejarse, pues
esto le produce un alivio momentáneo. ¿Tú? Después de una sesión maratónica de
quejas, en la que al final nada se resuelve, acabas drenada.
3. Los criticones
Ponen objeción a todo lo que dices y haces; para
ellos, tú nunca das la talla. Por supuesto, insisten en que las críticas son
`por tu bien’. Pero la realidad es que te dejan por el piso. Por regla general,
estas personas le encuentran un defecto a todo: la película, la cena, el
servicio en el restaurante… ¡Son irritantes y ¡agotadoras!
4. Los belicosos.
Cualquier incidente, por mínimo que sea, provoca en
ellos una reacción agresiva. Sientes que debes vigilar lo que dices o haces,
para no encender la pólvora, porque cuando estallan, ¡arde Troya! Esto apaga tu
espíritu.
5. Los débiles e indefensos.
Constantemente necesitan que hables por ellos, los
defiendas, los apoyes, los protejas… porque ellos, pobrecitos, no saben valerse
por sí mismos. Pero, sin duda, llevar todo ese peso sobre tus espaldas te quita
hasta la última gota de energía. ¿Ellos? Tranquilos y felices, porque no tienen
que hacerse responsables por sí mismos. En este grupo hay que incluir a los
`poca cosa’ que practican la agresión pasiva; esos que, después de un desacuerdo,
te juran que no te guardan rencor… pero luego se olvidan, por ejemplo, de pasar
por ti a la hora acordada. Es su forma indirecta de castigarte.
6. Los sarcásticos.
Sus comentarios —crueles, burlones, en fin:
sarcásticos— pueden resultar chistosos, pero cuando ese humor negro siempre va
dirigido a ti, acaba por minar tu espíritu. Después de una sesión de ironías y
comentarios ácidos, te sientes dolida e insultada.. Su humor hiriente es tóxico
para el alma, porque siempre golpea donde más duele.
7. Los catastróficos.
Siempre están hablando de huracanes, enfermedades,
muertes, desgracias y colapsos económicos. Para ellos, la vida es un peligro
inminente, y si algo va a ocurrir, seguramente será muy malo. Cinco minutos con
ellos acaban con tus nervios.
Un peligro real
Daniel Goleman, autor del best seller internacional
La inteligencia emocional, nos asegura que el efecto que nos causan estas
personas va más allá de una molestia momentánea. De acuerdo con su último
libro, Social Intelligence (Inteligencia social), nuestros intercambios diarios
con la pareja, los hijos, el jefe y aun con extraños, moldean la estructura
física de nuestro cerebro a nivel celular; esto, a su vez, afecta todas las
células del cuerpo, efectuando cambios incluso a nivel genético.
En otras palabras: nuestra reacción ante los demás
tiene un impacto biológico en nuestro organismo, ya que durante un contacto
social segregamos hormonas que afectan desde nuestro corazón hasta nuestro
sistema inmunológico. Según Goleman, las buenas relaciones son como una
vitamina; las malas, como un veneno. Y no solo eso: las emociones ajenas son
contagiosas, lo mismo que un catarro. ¿Entiendes ahora por qué es tan
importante neutralizar a los vampiros emocionales?
Los pasos claves
1. Reconocerlos. Determina en qué categoría cae esa
persona que te deja drenada anímicamente. De esta manera nunca te toma
desprevenida, pues ya sabes cómo opera.
2. Mantener el balance interior. Para evitar el
contagio, muchas veces entender por qué esa persona tiene ese efecto sobre ti,
te ayuda a protegerte de su influencia negativa. Cuando sabes que es ella, y no
tú, la que tiene un problema (porque es negativa, belicosa, catastrófica,
etc.), puedes mantener una distancia emocional que te permite observar su
comportamiento `desde afuera’, sin que te afecte.
3. Alejarte. Si esta persona no es esencial en tu
vida, puedes diluir la relación. Muchas veces la costumbre nos `ata’ a
amistades tóxicas.
4. Sanar la relación. Si la relación es importante
para ti, Cheryl Richardson aconseja que le dejes saber a esa persona de qué
manera te está afectando. No se trata de enfrentarla, herirla ni atacarla. En
el momento oportuno, cuando ambas estén en buenos términos, debes llamarla
aparte y dejarle saber que, justamente porque la quieres y valoras la relación,
tienes algo que decirle. “Cuando haces/dices tal cosa, yo me siento
tensa/triste/ansiosa/ofendida. Te pido que no lo hagas más”. Esto puede iniciar
un diálogo muy sano para las dos.
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